lunes, 31 de diciembre de 2012
Próxima estación
Siempre pesan las entradas a los
próximos trenes, para bien o para
mal. Se va el 2012 sin sentir
vergüenza. Da igual. Hay que tener
el arte de saber a qué te subes
y cómo te pueden cambiar las cosas,
pero sin miedos que nos paralicen
o atemoricen, sin asustarnos como
se asustan las palomas en el
parque. "¿Va usted a coger el tren?",
me dice esta mañana una señora,
errante de sabiduría,disimulada,
voluntariosa, perdurable. "No,
señora. Este tren se va a Ningún
Sitio". Yo espero a Alicia, le cedo
mi sitio a otro, tarareo una
canción. Ella hace la vida eterna
en cinco minutos. Quiere decirse
que hay que saber parar y bajarse
a tiempo, sentarte en el andén y
esperar otro tren. Elegir tu asiento
y a tu acompañante de viajes. Y es que hay
trenes que vienen de ninguna
parte y descarrilan en ningún
sitio. Yo tengo tiempo de esperar
el mío con premura, tesón...
mientras pasan trenes como
relámpagos, otros de puntillitas,
pero mis horarios, te lo juro, los
tengo controlados. No sé si me
explico. Abandónense a su instinto,
conozcan lugares desconocidos. Yo
aún no me subo, he de comprar
unas flores y echar en falta el
color de tu jazmín. Tengo que
escribir la novela tras este año
de rumores y de titulares. Pero
si me lo permiten, me lo voy a
permitir, rechacen lo irrechazable,
propónganse exclusivamente,
exhaustivamente no dejarse llevar
por la facilidad y la inercia,
esperar su tren oportuno,
apresurándose despacio. "¿No va a
coger usted este tren?"... "¿Otra
vez?... señora, de verdad, no
insista, yo voy a esperar". Sí,
esperaré a Alicia, en el silencio
de mis silencios. El tren de Alicia.
Alicia al fin.
domingo, 30 de diciembre de 2012
La mirada del viajero
Cuando se deja avasallar por lo que guarda y conserva -por lo que es suyo-, mi memoria, inequívoca, se descubre la cara y regresa al Paseo de los Ferrocarriles, en El Astillero, quiere ir un poco más allá, más hondo, allá donde los árboles siguen creciendo. Los árboles, que todo lo ven y todo lo saben, suelen ser irreflexivos. O, como dice Umbral en uno de sus libros, los árboles son unos hombres que he descubierto tarde, unos amigos fijos y fieles, grandiosos. Es extraño cómo la nostalgia se ilumina y manifiesta durante mucho tiempo. No sé si somos conscientes de que escribir es reescribir, volver a vivir lo vivido por otros cuerpos que nos llevaban en tránsito, o sea, verse a sí mismo desde la distancia y desde la estatura de adulto presentándolo bajo un oro nuevo, añadiendo tal vez un rincón raro, un acento que ya es nieve, un tono de voz a media voz, que en muchos casos merece la pena ser leído. Escribir, digamos, tiene una cuarta dimensión y requiere buenas manos, como tocar el volín. Estaba, por un lado, la Ría de Solía, que era para mí, en mi vacación, en mi retiro desocupado, uno de mis sitios preferidos, una confusión de barro y atardecer rojizo, de prestado, de lo que me prestaba la vista. Mirándola de forma plácida (puede que sea una hipérboles visual), difícilmente podía uno sustraerse a tal fascinación. Desde cada recuerdo, como en éste, nos miran siempre los ojos de un fantasma por nosotros muy conocido, esos mismos ojos que nos reconocen desde las esquirlas de un espejo roto. Pero, a pesar de ello, nos encontremos donde nos encontremos, tengamos lo que tengamos, la buena memoria nunca nos llevará la contraria. Hace frío (tampoco demasiado frío), y la noche ha caído sobre el municipio, llenándolo de voces perdidas que retumban sin chocar con nadie, casi sin saberlo, pero el viajero, tal vez de mis veinticuatro o veinticinco años de edad, con mi mismo nombre y mis mismas inquietudes, sigue vagando aún por la Travesía de Orense, como navegante rendido, atraviesa las avenidas del pasado con gesto serio y las manos en los bolsillos, rumbo hacia el Mercado. La plaza del Mercado está llena de bonitos símiles. Hay algunos rincones secretos de ciudades apenas entrevistas en los que todo nos es ajeno, lugares que nos reconcilian con nosotros y permanecen en las telarañas del corazón, aunque estemos de paso. Son calles, olores, recuerdos, anécdotas, escenas sin importancia, etcétera., que uno ha amado y ama de manera invariable pues, esté donde esté, estará en esos lugares, y encontrará todas las cosas que necesita para ser feliz. Es decir, se acabarán enseguida sin agotarse nunca: Calle Rualasal de Santander, llena de fulgor, para caminar presurosos y camuflados, con sentimiento de duración; Calle Gil de Jaz, a media tarde, recuerdo que con las preocupaciones agotadas, donde dejé a uno de mis yo que más me gustaba y mis ojos se clavaban en una sonrisa (con un color fugitivo que solo existe en la memoria), que, cuando me quise dar cuenta, se perdía en el Hotel de La Reconquista, pero me quedó muy dentro; la Plaza Cataluña, junto a las palomas, desde la que se puede contemplar una Barcelona hermosa y fría, que invita a guarecerse bajo su abrigo. "Cada vez más honda conmigo vas, / como un amor hundido, irreparable. / A veces ola y otra vez silencio", para decirlo con el poeta catalán; y, sobre todo y especialmente, Calle Paseo de los Ferrocarriles, con sus abetos rojos, su cúpula al fondo y sus bancos a la espera de algún transeúnte. A veces parece que todo transcurre en esa calle donde nunca dejé de encontrar lo que buscaba. Yo escribí un día un poema titulado curiosamente "Calle Paseo de los Ferrocarriles":
Que estás en medio de la niebla y la nada,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.
Que una sombra sigilosa te indica el camino
y no sientes más voz que la tuya,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.
Que nada va durar y todo queda atrás,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.
Que quieres ver pasar, ante tus ojos,
al gran teatro del mundo,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.
Que todos los que fuiste se esfuman de repente,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.
Que quieres volver a ese extraño lugar
en el que tal vez has sido feliz,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.
Calle Paseo de los Ferrocarriles. El recuerdo es fiel aliado del viajero. De los cientos de paseos que le habitan, ése -ya digo- es el que prefiere. Paseo: eso que tan pocos saben hacer como Dios manda: sin rumbo, sin impaciencia y sin pensar en nada. No pretendo -o al menos así lo veo yo- hacer un retrato fiel de El Astillero. Pero el tiempo que pasé allí, según parece, reúne las mejores vivencias. Vivir en un café lleno de música y literatura. La mirada del viajero, con toda modestia, se acomoda en un rincón iluminado, repentina e inexplicable, y el adolescente que fue (y vuelve a ser a veces) se sienta junto a Julio Verne y Gustavo Adolfo Bécquer que caen de nuevo por azar entre sus manos, y los lee y los relee con una pasión inextinguible. Desde hace rato mi memoria -vuelve otra vez la frase-, se deja avasallar por lo que guarda y conserva, con la inocencia de un recién llegado. Es por eso que mi pensamiento, como un explorador entre la niebla, recorre El Astillero igual que lo hace ahora, como si en el poco ajetreo de sus calles encontrara satisfacción aunque, en realidad, permanezca suspendido como una temerosa luz. Villaespesa, Piélagos, Peña Cabarga, Guarnizo, Bahía de Santander, San Salvador. Acá y allá, cafés, dos paseos, dos estaciones, banco y caja de ahorros, Iglesia, ocho o diez taxis. Así es, por suerte, El Astillero -iluminado por la luna como linterna vieja-, marisma en la memoria que se rehace a la deriva, un mapa y una puerta al paraíso, una llave irrepetible y una débil esperanza abierta, de plumas reverberantes de realidad. O eso creo.
Que estás en medio de la niebla y la nada,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.
Que una sombra sigilosa te indica el camino
y no sientes más voz que la tuya,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.
Que nada va durar y todo queda atrás,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.
Que quieres ver pasar, ante tus ojos,
al gran teatro del mundo,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.
Que todos los que fuiste se esfuman de repente,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.
Que quieres volver a ese extraño lugar
en el que tal vez has sido feliz,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.
Calle Paseo de los Ferrocarriles. El recuerdo es fiel aliado del viajero. De los cientos de paseos que le habitan, ése -ya digo- es el que prefiere. Paseo: eso que tan pocos saben hacer como Dios manda: sin rumbo, sin impaciencia y sin pensar en nada. No pretendo -o al menos así lo veo yo- hacer un retrato fiel de El Astillero. Pero el tiempo que pasé allí, según parece, reúne las mejores vivencias. Vivir en un café lleno de música y literatura. La mirada del viajero, con toda modestia, se acomoda en un rincón iluminado, repentina e inexplicable, y el adolescente que fue (y vuelve a ser a veces) se sienta junto a Julio Verne y Gustavo Adolfo Bécquer que caen de nuevo por azar entre sus manos, y los lee y los relee con una pasión inextinguible. Desde hace rato mi memoria -vuelve otra vez la frase-, se deja avasallar por lo que guarda y conserva, con la inocencia de un recién llegado. Es por eso que mi pensamiento, como un explorador entre la niebla, recorre El Astillero igual que lo hace ahora, como si en el poco ajetreo de sus calles encontrara satisfacción aunque, en realidad, permanezca suspendido como una temerosa luz. Villaespesa, Piélagos, Peña Cabarga, Guarnizo, Bahía de Santander, San Salvador. Acá y allá, cafés, dos paseos, dos estaciones, banco y caja de ahorros, Iglesia, ocho o diez taxis. Así es, por suerte, El Astillero -iluminado por la luna como linterna vieja-, marisma en la memoria que se rehace a la deriva, un mapa y una puerta al paraíso, una llave irrepetible y una débil esperanza abierta, de plumas reverberantes de realidad. O eso creo.
sábado, 29 de diciembre de 2012
Diarios
"Todo diario íntimo es también un prodigio de hipocresía. Había que aprender a leer entre líneas, descubrir qué hecho concreto ha dictado tal apunte o tal reflexión. Por lo general se analiza el sentimiento pero se silencia la causa".
"La felicidad consiste en la pérdida de la consciencia".
"Vivir es resolver, es actuar, es apoderarse constantemente de una fracción de realidad".
"Los verdaderos diarios íntimos son el testimonio que penetra, se ordena y transfigura en ese ámbito profundo y muchas veces inescrutable que se denomina intimidad".
"¡Volver a París, volver a París, qué obsesión!".
"Mi situación es angustiosa. Hoy, por desesperación, vendí un pantalón y comencé a escribir un artículo sobre Wolfang Kayser".
"Durante catorce horas he escrito sin interrupción. El lapicero se me cae de las manos. La historia es trivial pero sincera, y creo haber logrado algunos aciertos de expresión".
"Yo rara vez digo la misma cosa del mismo asunto, pues para mí todos los temas son una sorpresa y me obligan a improvisar".
"Si mañana no ocurre algún milagro, me veré obligado a vender mis libros, es decir, el centenar de volúmenes que desde hace algunos años me acompañan, a través de mil peripecias, y por los que siento un amor que no me atrevo ni siquiera a describir".
"¡Se salvaron mis libros! ¿Hasta cuándo?".
Julio Ramón Ribeyro, La tentación del fracaso, Seix Barral, 2002.
lunes, 24 de diciembre de 2012
A la Nochebuena que acecha
Hago repaso de los últimos días.
Mensaje del rey. Me deshago en esta
Nochebuena en que todo te nombra
recordando el destello de tu risa,
en este frío invierno, como un
náufrago que busca su faro, ese
en el que brilla la esencia. La
Noche Buena es hierro y charla
lejana, es cuaderno secreto y
corazón de lluvia. "Donde feliz
debieras volver" me digo ahora con
insistencia, y perdón por
contradecir a menudo la paráfrasis
del maestro Sabina. Seremos otros
en otros cuerpos habitando
bares-lugares desconocidos con
motivo y motivación, dejando a un
lado el miedo patológico de la
soledad, y conspirando para hacer
nuevas huidas. Aquí estamos.
Nunca será tarde.
miércoles, 12 de diciembre de 2012
La realidad o el deseo
Ser libre empieza por uno mismo.
No se puede renunciar a la propia
identidad de uno. Confieso que soy
yo el que tiene que decidir hasta
dónde llega o no una página, el que
tiene que descubrirse a sí mismo,
ponerse en la piel pacífica del otro.
Sería difícil que yo fuese yo, por
entonces, como por ahora, la misma
persona que se pierde en bares-lugares
desconocidos, que se bebe sus
Heineken más tuyas, o se ríe contigo,
si faltara a mi autenticidad como
ser humano. Conviene tener en cuenta
que los amores pasados se van olvidando,
es bueno hablar de ellos, como vivir
sin ellos. Hemos de buscarles silla en
la memoria para intentar dar paso a
nuevas ilusiones o a otros amores. El
deseo ha de transformar y afectar a la
realidad. Se nos olvida con frecuencia
la sinceridad de un sentimiento, la
patria de una incertidumbre o la
alegría de una seducción. Parecemos
confusos, desmemoriados, etcétera.
La metáfora amiga / enemiga es una
maldición que resta sentido al
interrogatorio de la realidad. Y he aquí
que hay que buscar el equilibrio entre
lo que uno es, como un ser independiente.
No es raro que a veces sea mejor saber
ver las cosas antes de que sea tarde e
intentar bombardear hasta límites muy
dañinos la felicidad de dos almas. Creo
en el deseo pero a veces se estrella,
con un pudor discreto, en la realidad
de los juegos de palabras. Las palabras
se llenan de un calor de invierno. Las
miradas están en su sitio como las calles
que van a dar a la playa de San
Lorenzo, o a tu pelo de arena, pero
hasta las malas apuestas personales
se convierten en tristeza con el paso de
los años. Lo perdido o lo que no fue
está a veces más presente que lo que fue.
Quisiera ser hablador y anunciante,
exiliado en trance de desierto. Las
palabras persiguen a la veracidad que soy.
Estoy machacando al cerebro para buscar
mi barrio / dormitorio, la pócima que
me salve de las redes sociales y del
sistema falsificador. Este intenta
aterrorizarnos mediante el miedo. Si estoy
aislado, solitario, uno de mis trayectos
preferidos es el idioma. El caso es que
es diciembre y el futuro es quedar para
mañana o anclarse a todos los efectos
en el pasado más remoto. Las fotos y
los semáforos que palpitan ayudarán a
entender mi despedida, en mi afán de
fidelidad. Abro de nuevo mi cuaderno. No
hay historias imposibles. Te invito a
un café. Gijón se deshace en la lluvia
y la plaza te espera. Tal vez nos
marchamos del Ébano o del Tenampa pero,
como dijo el poeta, quién sabe, "queda
una luz, un grifo abierto, la sombra de
una puerta mal cerrada".
miércoles, 5 de diciembre de 2012
Atrio
Escribo este atrio después de haber
tenido un sueño intenso, como es
costumbre, como creo haber recordado
alguna vez. Mareado de ideas y
palabras para mi novela, me
encontraba, impávido, en Isla-Máster,
una isla encantada con un encanto
inigualable que, dicho sea de
pasada, parecía sacada de alguna
obra de Vila-Matas o de Paul Auster
(tipo Puerto Metafísico o Tierra del
Sueño). La prisa. Me perdía entonces
la prisa. La imaginación es un hecho
del alma y quería volver a revisar
todos los rincones, encontrarme con
la gente abandonando la virtud de la
calma. Nada es real excepto el azar.
Me topé a Ramón, ennoblecido y
balzacquiano. Me dijo con clara
irritación: "A mí me pareces un Luis
García Montero que se ha vuelto
loco". De pronto, lentamente,
estudié su cara y empecé a advertir
que su rostro se cambiaba por el de
Francisco Umbral, y me parecían
iguales su tono de voz, iguales
sus sílabas, todo: "Esta asociación,
Gómez, de dos adjetivos contrapuestos
siempre me ha parecido muy eficaz,
de mucho efecto y precisión, si los
adjetivos se eligen bien, claro, y
de hecho la ha practicado usted
bastante". Luego, añadió para mi
sorpresa: "Es indescriptiblemente
bueno". Hay quienes gritan en
público o en silencio, quienes
murmullan, quienes maldicen, quienes
se cuentan historias a sí mismos
como si lo hiciera a otra persona.
Lo que pasa con Ramón / Umbral es
que habla él solo y todo el rato.
Es el hombre / conferencia, aunque
lo que dice es interesante. Así las
cosas, empezó de pronto a llover en
aquel recinto de ensueño y la lluvia,
finalmente, nos dispersó. Se despidió
de mí, menudo y afable. Isla-Máster era
un espacio inagotable, un laberinto de
interminables pasillos, y por muy lejos
que fuera, por muy bien que llegase a
conocer sus aulas, me dejaba la sensación
de estar perdido. Me tropecé a Eduardo
pero pasamos mucho uno del otro. Hablé
con Sawyer. Sentía la necesidad de
apuntar ciertos hechos y quería
escribirlos en mi cuaderno rojo y de
humo. ¿Qué sucedería cuando ya no tuviera
sueños así? Los caminos de la vida, ya
se ve, no son muy distintos de los
caminos de la isla, con su olor a aula
y a melancolía. Como yo soy intemporal
y sueño mucho, choqué al doblar una
esquina con una mano de sombra que
resultó ser Ángela, acompañada de Elena,
siempre dispuestas a entablar una
conversación para aliviar el frío.
Entonces oímos una voz que decía:
"Sabes que puedes regresar. Aquellos
que tú admiras aún existen". Me dirigí
a la A-26, con ellas, charlando de esto
y de lo otro. Había un cartel que traía:
"Cerrado para muchos, abierto para muy
pocos". Al entrar pude ver, eso sí al
detalle, que había montones de libros.
Libros encima de las mesas, libros encima
de las sillas, libros en el suelo. Aquella
isla era un mundo aparte, la tierra que
soñó Yeats o la Illinois de Ray
Bradbury, que también era Bizancio.
Justo cuando iba a hablae con mis
compañeras puras, intelectuales, me
desperté confuso, febril y fabril, entre
ruinas dialécticas. Lo raro es que tenía
un libro brillantísimo de Octavio Paz
entre las manos, lo cual le alegró a
uno. Encontré estos versos: "El descenso /
hecho de desesperanzas y sin
consumación / nos revela un nuevo
despertar: / que es el otro lado de la
desesperación. / Por lo que no pudimos
llegar a consumar, / por aquello / negado
al amor, / por lo que perdimos en la
expectativa / el descenso continúa / sin
fin e indestructible". El descenso
continúa. Todavía hoy, con distancias
inmensas y secretas, me doy cuenta de
que no puedo dejar de mirar el
horizonte e imaginar que vuelvo a la
isla. Y cada vez que eso ocurre, ya no estoy aquí, sino recorriendo los pasillos de Isla -Máster, con Alba o Anabel, Marina o Patri, etcétera, y nada me importa más en el mundo que el ruido y la charla lejana de aquella estancia. Y es que como decía Baudelaire (me parece que era Baudelaire) siempre seré feliz allí donde no estoy.
martes, 4 de diciembre de 2012
Canción para diciembre
me tropecé
con tu rostro
de esencia,
que no tiene precio.
Él nada y pasa
y me quedo mirándolo.
Ya ves qué tontería.
Me desprendí de cosas,
entre tanto atasco,
y recogí las píldoras de aire
con la promesa de quien se sabe a salvo.
Tú traes soluciones a problemas
sin sumergirte en otros nuevos. Pero a lo que íbamos.
Eres fleco del viento en días de siempre.
Me compras el alma y yo te la vendo
en este otoño, tuyo y mío,
en que la derrota puede ser hermosa.
Ama de mar, de tienda y de belleza. Somos quienes somos.
Cuando embalamos los ratos,
los abrimos en el breve hueco de la distancia.
Tienes emociones, miradas que envuelven páginas.
Tienes mis silencios favoritos. Simplemente eso.
Yo siempre digo que tu belleza es humana
y tu ausencia es un desmayo, porque todo lo llenas,
porque haces el mundo eterno en cinco minutos
sembrando jazmines en los días largos.
Hoy regresé a ti, aunque quizá nunca me fui,
la vida es tan verdad como tus manos
conduciendo en el asfalto, que cura mi ruta,
la luna radiante de mi sueño, tanto naufragio.
lunes, 3 de diciembre de 2012
Diario secreto
En la pasión me cargo mucho
las pilas. Dentro de mi paciencia,
siempre tengo la impaciencia de
no perder el tren. Y sé qué trenes
son valiosos.
viernes, 30 de noviembre de 2012
Se va noviembre
Suerte de anhelo nuestros pasos, mi mirada
descalza, sobrevive por encima
del embate de kilómetros y de truenos
que nos separan a menudo. No he de quejarme.
Se va noviembre y te escribo, tan otoño,
de un lado para otro, porque Gijón
retrata en las olas de la playa de San Lorenzo
tu pelo de arena
donde la vida se resuelve, ése
en el que navego sin nada qué hacer o decir.
Las aguas fluyen en el Ébano, como los acertijos,
fluye la sangre de los corazones
partidos por esta crisis cruel
que trata de corromper nuestro carácter,
y recuerdo tu voz, que ahuyenta todos los miedos.
Todas las mañanas son las primeras
cuando persiguen tu perfume amable
que dibuja el lugar del espejismo
donde me siento a salvo.
El té está listo, y aquí estamos. Se va noviembre,
con su terca verdad,
soñando caballos azules como Lorca
o madrugadas eternas. Seguimos en el viaje
que es dulce y luminoso en tu sonrisa que centellea,
como un pequeño milagro de poder hipnótico.
Aún es noviembre, aunque ya termina,
y yo medito estas líneas que aún no te he escrito
tras esta tempestad, que me trae tu calma,
donde tú y yo nos encontramos.
descalza, sobrevive por encima
del embate de kilómetros y de truenos
que nos separan a menudo. No he de quejarme.
Se va noviembre y te escribo, tan otoño,
de un lado para otro, porque Gijón
retrata en las olas de la playa de San Lorenzo
tu pelo de arena
donde la vida se resuelve, ése
en el que navego sin nada qué hacer o decir.
Las aguas fluyen en el Ébano, como los acertijos,
fluye la sangre de los corazones
partidos por esta crisis cruel
que trata de corromper nuestro carácter,
y recuerdo tu voz, que ahuyenta todos los miedos.
Todas las mañanas son las primeras
cuando persiguen tu perfume amable
que dibuja el lugar del espejismo
donde me siento a salvo.
El té está listo, y aquí estamos. Se va noviembre,
con su terca verdad,
soñando caballos azules como Lorca
o madrugadas eternas. Seguimos en el viaje
que es dulce y luminoso en tu sonrisa que centellea,
como un pequeño milagro de poder hipnótico.
Aún es noviembre, aunque ya termina,
y yo medito estas líneas que aún no te he escrito
tras esta tempestad, que me trae tu calma,
donde tú y yo nos encontramos.
martes, 27 de noviembre de 2012
Mi sí a las puertas
Las puertas, por un conjunto de
azares, me han enseñado muchas
cosas de mí mismo. La primera que
atravesé me sentó regular pero me
he dado cuenta de que cada minuto
es valiosísimo. Me dejo llevar por
mis instintos. Defino sensaciones
y sentimientos. Los silencios pesan
más que cualquier ruido. Nunca vas
a saber qué hay más allá si no
atraviesas esa puerta.
viernes, 23 de noviembre de 2012
Un poema breve
De todas las mujeres, impaciente por verte todo yo,
te escojo a ti, en medio de ellas,
que recorres los versos y papeles que te debo.
A ti que te recuerdo de madrugada
y de día te recuerdo.
La memoria es una hoguera
que nunca deja de arder,
aguantando el embate del olvido,
y vivimos respirando sus cenizas,
lo dijo el poeta. De todas las mujeres, en semáforos rojos
y en llamadas de teléfono,
te elijo a ti, fragilidad de mis días,
que me haces ser ese hombre perdido
que se salva en lo que escribió, sintió
o imaginó a la luz de nuestros lugares-tardes.
El caso es que es otoño y yo te escojo a ti.
A ti, tu luminosidad adolescente,
paraíso prohibido, país aún imaginado.
te escojo a ti, en medio de ellas,
que recorres los versos y papeles que te debo.
A ti que te recuerdo de madrugada
y de día te recuerdo.
La memoria es una hoguera
que nunca deja de arder,
aguantando el embate del olvido,
y vivimos respirando sus cenizas,
lo dijo el poeta. De todas las mujeres, en semáforos rojos
y en llamadas de teléfono,
te elijo a ti, fragilidad de mis días,
que me haces ser ese hombre perdido
que se salva en lo que escribió, sintió
o imaginó a la luz de nuestros lugares-tardes.
El caso es que es otoño y yo te escojo a ti.
A ti, tu luminosidad adolescente,
paraíso prohibido, país aún imaginado.
lunes, 19 de noviembre de 2012
Más allá de los sueños
(Por la mañana). A veces me da por leer algunos libros de Paul Auster. En cuanto abro uno nuevo guardo sus frases interesantes en un pañuelo. "Para escribir sobre mí mismo tenía que tratarme como si fuera otro". "La realidad es mucho más misteriosa de lo que estamos dispuestos a creer". "He vivido años con la idea de un libro antes de escribirlo". "El azar es parte de la realidad". Cierro el libro que dejo en la mesita. Me sorprende ver en Paul Auster alguna de mis preocupaciones de posteridad. Ya las tiene en sus novelas. Hay obras que nos dan la espalda, miran a otro lado. No quieren encontrarse con nuestra mirada. No ocurre así con las novelas de Paul Auster. Pienso entonces en mi novela en marcha. Aquella que según Max, su protagonista, me hará pasarme ocho horas al día buscando palabras a ciencia cierta; mejor aún, palabras permanentes en el suelo, alicaídas, para supongo no apartarme de mi propósito. Recuerdo así las palabras de Ainara, no hace tanto: -¿Tu novela se parecerá a la peli de ese actor bajito? -¿Más allá de los sueños? -Sí, esa. -Puede que sí, le digo yo. Uno siempre tuvo algo de Chris Nielson, a uno le dio a veces por navegar los cuadros pintados y volar por los aires como el eterno Peter Pan. Uno también sería capaz de abandonar el cielo por el infierno con tal de estar al lado de Annie. Así están las cosas. Las cosas que se condensan y adensan. Los espejos aún me reflejan y el hotel de mi novela abre sus puertas. Mi novela tiene mucho que pintar. Quiero pintar mucho mi novela.
domingo, 18 de noviembre de 2012
Todo nos irá bien
Tiempos difíciles, sin duda, pero todo nos irá bien
en nuestra ciudad de torreones altos.
A ti, con tu autenticidad de mármol,
resistiendo el embate de las heladas.
A mí, que persigo tu dulce sombra,
el fiero susurro de tu presencia.
Se trata de rescatar la cercanía
atravesando nieblas y tempestades con su barro,
lanzar una bengala si hay naufragio
porque allí estaré para nadar en tus certezas.
Yo solo sé hablarte, insomne,
prometerte lugares innombrados,
a menudo.
Sabes que estás a tiempo, aún con frío,
de buscar salidas de emergencia
o paraísos nuevos, de incendiar la mañana
con el perfume que tienes en el pecho.
Cuando viene la tristeza a buscarte
me visto de urgencia y de versos,
del modo que tienes de llamarme
y de la ciudad que siempre habitamos.
Te voy a echar de menos.
Esta semana volveremos a lo de antes.
No vivamos con miedo ni aterrados.
Todo nos irá bien, somos quienes somos,
simplemente eso, y no sé qué decirte,
solo que estoy aquí,
para darte el calor de mis días,
versos y pétalos de risa,
abrazos del recuerdo
y toda la luz renovada
de este mundo disparatado
que mece nuestras dudas. Qué ganas de verte.
en nuestra ciudad de torreones altos.
A ti, con tu autenticidad de mármol,
resistiendo el embate de las heladas.
A mí, que persigo tu dulce sombra,
el fiero susurro de tu presencia.
Se trata de rescatar la cercanía
atravesando nieblas y tempestades con su barro,
lanzar una bengala si hay naufragio
porque allí estaré para nadar en tus certezas.
Yo solo sé hablarte, insomne,
prometerte lugares innombrados,
a menudo.
Sabes que estás a tiempo, aún con frío,
de buscar salidas de emergencia
o paraísos nuevos, de incendiar la mañana
con el perfume que tienes en el pecho.
Cuando viene la tristeza a buscarte
me visto de urgencia y de versos,
del modo que tienes de llamarme
y de la ciudad que siempre habitamos.
Te voy a echar de menos.
Esta semana volveremos a lo de antes.
No vivamos con miedo ni aterrados.
Todo nos irá bien, somos quienes somos,
simplemente eso, y no sé qué decirte,
solo que estoy aquí,
para darte el calor de mis días,
versos y pétalos de risa,
abrazos del recuerdo
y toda la luz renovada
de este mundo disparatado
que mece nuestras dudas. Qué ganas de verte.
martes, 13 de noviembre de 2012
Para Ander
A ti, Ander, que recién llegas /
y la eternidad son cinco minutos, /
los mismos que te miro. /
A ti que eres explorador, /
madeja de nube, /
sonrisa radiante /
cargada de paz y de verdades. /
Cuando subes a la luna /
tienes la llama del candil /
debajo de tu piel /
que todo lo ilumina /
en este mundo que a veces naufraga. /
A ti que eres jazmín /
que trepa por la vida /
como la sonrisa ante un recuerdo. /
A ti que eres, ilusionadamente, /
sobrino de espíritu y de razón
y de locura. /
Mientras duermes, nunca sueñas con
fantasmas equívocos. /
A ti, pequeño y frágil Ander, /
como te digo. / La ciudad nos
mira con tus ojos. /
Somos lo que somos porque tú
has llegado.
lunes, 12 de noviembre de 2012
Para Ager
Te escribo, ya ves, para que
te acuerdes de mi voz a ti debida.
Te diré que tienes Sopelana en tus
bolsillos, el ruido de las gaviotas
que persiguen la playa de Ereaga,
las olas de un mar que no te deja
y suena en el hueco de tu abrazo,
el café Iruña, San Mamés que calma
la tristeza o los dolores. Te diré
eso y te diré la verdad. Eres del
camino. La vida es tan verdad como
tu cuna. Te escribo, Ager, porque
quisiera convencerte de que estar
vivo no es un fracaso. Tendrás
planes pendientes, tendrás un relato
al que dar argumento, tendrás un
viaje sin brújula y el calor de tu
gente, un lugar en el mundo desde
el que poder gritar al otro lado
de la ventana. Hoy es siempre
todavía. Eres la aurora esperando
tu mirada, rugiente e invencible,
como luciérnaga inquieta. Que no
me entere yo que no te valoran, que
alguien te desprecia, o simplemente
quiere pasarte por encima. La tierra
vasca es la tierra prometida. Hay
mucho de poética en ella. Y el
futuro nos llama con tu voz, tiene
tu aliento.
martes, 6 de noviembre de 2012
Si estuvieras aquí
miércoles, 31 de octubre de 2012
El bipartidismo y el deseo
Nos estamos portando mal con España.
Qué futuro y qué Europa queremos.
No sabemos, somos las "islas
a la deriva" de Hemingway.
El caso es que la crisis cierra
negocios y esperanzas, genera paro
y desconcierto, con un estruendo feroz
por una mala gestión que abarca
décadas. Es desolador oír hablar
a los políticos, cualquier político,
"A España no la entienden en el
mundo", se decía Umbral, "porque se
escribe con eñe, letra que no consta
en los ordenadores de la Comunidad
Económica". A España no la entiende
nadie, ni los españoles, añado yo
ahora. Estamos traicionando a España,
a la España del Partido Socialista
Obrero Español y del talante, a la
del PP y las medidas económicas, a la
de la izquierda, a la España
con escaso fondo de armario. Hay
debate de ideas e incluso de
ideales, pero seguimos sin soluciones ,
entre González y Aznar, entre
Zapatero y Rajoy, entre el
bipartidismo y el deseo, entre
tormentas mediáticas y la avaricia
del capitalismo. Las verdades en
este país, siempre acaban por
esconderse. Lo llevamos crudo.
¿Y qué diablos hicieron los
Gobiernos-partidos con el dinero,
nuestro dinero? Impuestos a cambio
de nada, Darwinismo económico,
promesas baldías, pensiones que
fueron a dar al dique del rencor y
el miedo. "Cuesta trabajo creer al
señor Rubalcaba", leo en un
artículo, "cuando critica a Rajoy
por hacer lo mismo que él hizo
hasta que perdió las elecciones.
Cuesta trabajo creer a Rajoy cuando
habla de la herencia recibida". Los
ciudadanos, así las cosas, asistimos,
impasibles e iracundos, al
procedimiento del miedo contagioso,
incesante y decidido, inteligente
y audaz. Mañana no será lo que
queramos nosotros y el futuro fue
vivir por encima de unas
posibilidades que nunca fueron
nuestras. Pagamos los errores
ajenos. Pasa el tiempo y la historia.
Lo cierto es que, no en vano, no
todo está perdido. Hay que rescatar
a los seres humanos y su
precariedad, al camarero de la
hamburguesería, a la dependienta,
huérfana y perdida, de la tienda
de ropa, al docente que sueña con
formar a futuros ciudadanos, al
subcontratado por una ETT en esta
crisis negra; y no a los bancos.
Rescatémoslos solo a ellos y que
los políticos se muerdan la lengua.
Extraigamos una brizna de aprendizaje
de la derrota, del naufragio de
la política, del mástil al que
rehusamos atarnos, de los botes
salvavidas. Relativicemos el
éxito y el fracaso. Somos el camino.
Que el hacer unas declaraciones
no se convierta en una falta de
respeto. Que subirse a un estrado
no suponga no preservar viejos
sueños, aquellos que perseguimos
en la infancia. Que la mentira no
valga la pena.
martes, 30 de octubre de 2012
Invitación al rescate
Me parece urgente mirar
cada atardecer, con nervios
e ilusión. Observar curioso barcos
absorvidos por la línea del horizonte,
cada puesta que cambia de luz notablemente,
igual que cada rostro.
Y es emocionante.
No sé qué decirte,
el alma está por los aires,
y nosotros nos miramos a los ojos.
Me sumerjo en mi estrépito de novela
como un náufrago extraviado,
hago nuevas amistades de red social
y oídos luminosos, con quienes charlo
a menudo, siendo martes y casi noviembre.
El caso es que, secretamente,
te busco en el leve surco de la vida,
que tiene aroma a comienzo.
Este otoño tan agosto que nos quema
y tú, incólume, vestida de amanecer,
buscando luciérnagas inquietas
que se esconden en lo oscuro,
mientras Gijón bosteza.
Estos son días cortos,
me recupero de las fiebres,
recito a Kavafis
sabiéndome Ulises,
preparándome nuevas huidas
en este país maltratado.
Que no se me olvide regresar.
Fuimos felices y lo seguimos siendo
sin volvernos de espaldas.
Tú, con la incertidumbre
de si realmente te escribo,
de si soy hombre de una sola mujer
o de muchas llenas de irrealidades.
Abre una puerta, y allí me encontrarás
mal disimulado.
Sabes que cada mensaje cercano
me deja una sonrisa colgada en la cara.
Sabes que soy de quien me busca,
que voy, aunque casi siempre vengo.
La crisis estalla con torpe paciencia.
Nueva York es un búnker
del que escapan viejos fugitivos,
y yo, mientras, levanto la mirada.
Hago planes, vivo, siento,
en estos tiempos de crisis financiera.
Y estoy deseando ya verte,
que me rescates.
jueves, 25 de octubre de 2012
Por fin
Casi noviembre y aquí seguimos,
el alma empapada
por las olas de una tempestad
que se retira. No es culpa nuestra. Qué sè yo.
Gijón,
visto tras la terraza
de un café que no desoye tu voz,
que busca un sitio
que sueña con ser otro,
eterno y luminoso,
mientras el mundo naufraga.
Somos del paseo,
de La Buena Vida que lleva hasta tus ojos,
de la mañana tratando de salvar
mi jersey de invierno y mi rutina.
Sobrevivimos. Resistimos
a atarnos al mástil.
Es a veces el otoño un buen verano
en donde tu piel brilla.
Todas las mañanas son las primeras
cuando la derrota aún es hermosa,
cuando miras las calles de una ciudad
que es nuestra, sin relojes ni urgencias.
Andamos de un lado para otro
sin que la crisis nos doblegue.
Y aquí seguimos, ya ves, sin la tristeza
del viajero que regresa, contigo por fin.
Somos quienes somos. Aún vivimos.
lunes, 22 de octubre de 2012
viernes, 19 de octubre de 2012
Paraísos inventados
Uno se mira hacia adentro a deshora, huérfano y perdido, y con la intención de encontrar el alma o algo que lo valga. Hay que cazar los rayos de tu mirada, lejana, como Navokov cazaba mariposas. Te llamas Alicia o Almudena. Apenas te conozco pero sigo tus pasos de gacela y de tango en el teatro de mis sueños. Ya sé de dónde vienes, aunque no se sabe nada. Días de Gijón en la cabeza, de Gardel y literatura, ya está dicho, para conseguir un puñado de dichas. Aún me falta algún ensayo para oscar a mejor actor, pero espero verte de regreso, acto 2, escena primera, la tarde de un café que aún nos aguarda. Días de sueño, a estas alturas, me paso el día paseando mis deseos horas y horas, la vida es tan verdad como tus pasos. Gijón sin ti Alicia / Almudena es un puerto sin barcos ni futuro. No te falta la calma de los paisajes amables. No te conozco pero somos el destino, que no existe, somos tú y yo. Estar vivo no es un fracaso. Me miro hacia adentro, lo sé, y la mujer habita al marinero con todo su lirismo y el estrépito de su alegría. El mundo no es distancia en la textura secreta de la memoria. Creo en mí.
jueves, 18 de octubre de 2012
Futuros interiores
Regreso a tu futuro introspectivo, secreto, prohibido, maldito. Ocurre que uno tiene en su cabeza un torbellino de sentimientos y nostalgias que le mantienen insome en una siesta de libro. Fuera la vida gira como un torbellino, en esas está. Somos el acantilado que observa todos los atardeceres bellos, y le habla a las olas. Vuelvo a tu futuro preparando una huida. A veces me preguntan quién diablos me gusta y yo respondo que me encantan los soldados que se alojan en tu vientre. Vuelvo, aunque quizá nunca me fui, con mi jersey de mar y la calle que es nuestra. Paro un taxi silencioso, amor, y vuelvo a por ti, a quien adoro y perdono por estar del otro lado. Es nuestro futuro hablador y anunciante al que regreso esta tarde / noche, a tus llamadas perdidas a punta de recuerdo. Lo que todavía no entiendes es que no hay lumbre más ardiente que tus ojos. Lo que todavía no entiendes es que tu piel crea la tormenta perfecta. Salgo entonces de casa sabiendo que estás viva, aunque te hiera este otoño que encharca los pulmones, complicado como Cellini, como la aurora aquella que habitamos, tuya y mía.
jueves, 11 de octubre de 2012
Volvimos al café
Volvimos al paisaje que habitamos, que necesita un café para cruzar un océano de palabras y de futuro, el leve surco que lleva hasta tus ojos y a las ganas de verte. Aquí seguimos. Recordando las promesas que nos hicimos antes de que la crisis golpeara todo lo que parece derrumbarse. Esto es la vida. Volvimos al café y al viaje sin brújula, a la vida de las dos de la tarde. A este otoño que es el primero cuando los interrogantes nos visitan, a menudo, como quien busca escaleras de emergencia y mares primigenios. Y aquí estamos, como digo / decía, en la vida, ahora que la lluvia nos da una tregua, y paseamos el idioma de brujas sin escobas ni dudas, como el joven Potter en Hogwarts, colándose por ventanas y cielos deshabitados. En este otoño tan invierno, como el espejo del pasado, tuyo y mío. No somos peores.
lunes, 8 de octubre de 2012
El derecho a mi delirio
Regreso a mis atardeceres-lugares, que habito sin ortigas ni olvidos. En tu ausencia sé que las cosas irán bien. Trabajo la novela a ras de sueño recordando las promesas que me hice siendo un crío. Aún soy, de alguna forma, un Peter Pan pendiente de tus gestos. El mar no se retira y su mirada no se toca. Leo en André Maurois: "¿Qué va a sobrevenir? ¿El fin del mundo o al menos de nuestro mundo? ¿La destrucción de la humanidad, anunciada por Wells?". Son demasiadas cosas: la esperanza, los poemas, las oposiciones vestidas de Celestina. No todas las derrotas son feas. Velamos a septiembre. Bienvenido, otoño. Arde la vida como arden mis ganas de verte, que se cuelan por las ventanas. Te esperaré, nombrándote en la tarde que se apaga, con el derecho a mi delirio. Seguimos soñando.
viernes, 28 de septiembre de 2012
Pasión para fotófobos
Caigo en el vicio de tus ojos, disparo de la luz. Lo había dejado de tanto cambiar de lugar y casa, de casa y lugar. No me entero. Lo intenté. Lo intenté. Puede que sea la pasión, como dicen por ahí, que balancea mi corazón dormido. La pasión es un estado de ánimo aunque me lleve la contraria a mí mismo. La pasión para cualquiera que junte besos, líneas o recuerdos. Porque existe para todo el mundo que analice e interiorice, no importa dónde te encuentres ni quién seas; si eres renovado o renovable, pensante o pensado. La pasión alabeada cae sobre ti en un espacio casi imposible, y te apasiona, te ralentiza y te engulle, te salpica de luciérnagas, si hay suerte... Bendita pasión que no es baldía, de mares y de huracanes de interior, que no me entere yo que te maltratan, que alguien te ignora en el bolsillo del alma, te provoca y te estrella, que alguien te ortiga, te acorrala, te convierte en olvido o simplemente te saca del paraíso. Con tanto ruido, ya digo, no había podido escuchar el disparo de tu luz que me abre sus páginas. Y ahora concilio así un sueño que habita en mí, en el eco de mi frontera, y crece, como la cola de los parados.
miércoles, 26 de septiembre de 2012
Maquillaje exprés
Es septiembre, que a uno siempre puede resultarle fascinante. Despedimos el verano. A pesar de su marcha, o quizá por ello, el olvido golpea todo y uno, todavía escritor joven, sigue con la novela a cuestas y con las oposiciones de futuro. Somos otros, austerianos y distantes. Pero aún así no nos rendimos, aquí estamos, y, entre tanto, recordamos las promesas que nos hicimos. Es hora de cumplirlas. Empiezo para variar un nuevo poemario de desahogo, Maquillaje exprés, título por cortesía de mi querida amiga Patri, genial como siempre (uno, como snob, intenta estar a la última). Llevará poemas sin conexión aparente, sin maquillar más que lo justo (porque uno está como quien busca espejismos o salidas de emergencia). Continuamos pidiendo la paz y la palabra, siendo fieles a nosotros mismos. Qué bueno empezar nuevos libros, nuevos poemas. Ojalá que os gusten.
BILLETE PARA UN VIAJE AIR XANAX
Nunca he oído hablar de Xanax, dije.
Es una droga distinta a cuanto ha visto.
Siga las instrucciones -querrá tomarla-,
y dirá adiós a todo
y se convertirá e un vulgar zombi,
en un ser de párpados cerrados
que no llamará la atención.
Podrá, si no se resigna,
volar a través de las ciudades
y las corrientes bifurcadas
espantando a la anestesia
de días pasados.
Le garantizo que, cumplido el tiempo,
no se enterará
de que ya no sigue con los pies en la tierra.
LOS OJOS ABIERTOS
(Marguerite Yourcenar)
Tengo varias religiones, como patrias.
No pertenezco quizás
a ninguna de ellas.
CAUTELOSA MÁQUINA
La máquina,
vieja máquina de escribir,
que es nueva de alguna forma,
cicatriz siquiera,
murmullo.
Le quita el rencor a lo que pienso,
porque, contra lo que creen
los transcendentalistas del oficio
-que no expresan nada-
escribir en una máquina
es menos comprometido
que escribir la tinta.
La pronuncio.
La devoro en mi sombra.
La someto al alcance
de lo visible.
La rescato
hasta los escombros de la luz.
Estaba escrito,
sigo fiel a mi máquina,
delira,
teclea alegremente
el silencio de última hora
que está en nosotros como a nuestro alrededor.
Por tanto, la máquina,
respiración nocturna,
colchón vacío,
dice las verdades de plomo.
Es cuanto necesito saber.
BILLETE PARA UN VIAJE AIR XANAX
Nunca he oído hablar de Xanax, dije.
Es una droga distinta a cuanto ha visto.
Siga las instrucciones -querrá tomarla-,
y dirá adiós a todo
y se convertirá e un vulgar zombi,
en un ser de párpados cerrados
que no llamará la atención.
Podrá, si no se resigna,
volar a través de las ciudades
y las corrientes bifurcadas
espantando a la anestesia
de días pasados.
Le garantizo que, cumplido el tiempo,
no se enterará
de que ya no sigue con los pies en la tierra.
LOS OJOS ABIERTOS
(Marguerite Yourcenar)
Tengo varias religiones, como patrias.
No pertenezco quizás
a ninguna de ellas.
CAUTELOSA MÁQUINA
La máquina,
vieja máquina de escribir,
que es nueva de alguna forma,
cicatriz siquiera,
murmullo.
Le quita el rencor a lo que pienso,
porque, contra lo que creen
los transcendentalistas del oficio
-que no expresan nada-
escribir en una máquina
es menos comprometido
que escribir la tinta.
La pronuncio.
La devoro en mi sombra.
La someto al alcance
de lo visible.
La rescato
hasta los escombros de la luz.
Estaba escrito,
sigo fiel a mi máquina,
delira,
teclea alegremente
el silencio de última hora
que está en nosotros como a nuestro alrededor.
Por tanto, la máquina,
respiración nocturna,
colchón vacío,
dice las verdades de plomo.
Es cuanto necesito saber.
jueves, 20 de septiembre de 2012
Isla-Máster
La isla. Una isla en el corazón. No es que la isla se vuelva silencio y peso con el tiempo. No, tampoco es eso. Anoche, sin nervios ni disimulo, soñé que salía de clase, de aquel viejo máster de profesorado en el que las luciérnagas se escondían en los pupitres, de aquel edificio mítico y mágico donde nos buscábamos y nos desencontrábamos vagando absortos, donde alguien me decía "Ésta es tu isla, macho, aquí te quedas". La isla ligera en el aire que respiro hondamente e ilumina mi mediodía, en secreto, para no dar sospechas a los morlocks fotófobos. La isla, estamos presos en la isla y con la literatura en crisis. Parece que no tiene historia pero la tiene. Vivimos en la isla mucho más de lo queremos admitir. Quien más y quien menos guarda lugares en los que fue mejor. Vuelve la luz de una isla que yo creía apagada para siempre, regresa así, sin que necesitemos muchas más razones. En sueños mis pasos se dirigen a ella: dan un paseo por la sala de ordenadores, se pierden en la cafetería pidiendo una lenta cerveza con sabor a otras tardes y se paran ante la puerta S-26. Pero la puerta está cerrada y han cambiado la clase al edificio Norte, plagado de identidades que dicen los psicosomáticos. El tiempo es un barco que solo naufraga cuando ya no tenemos ganas de navegar en él. Lo que pasó ayer pasó hace una eternidad. A veces parece que todo transcurre allí, arrastro pedazos de madera que son recuerdo. Qué pena. Qué desaliento. Es la isla de las cosas que ya no existen pero no me importa: allí está mucha de la gente que más aprecio. Navego a mi vieja isla al otro lado de La Gesta, a mi aula que ya no es mi aula, con finos showmans y libros dialécticos, y me hundo en el mar del olvido y sé que allí está todo. Tediosa, edificante, robinsónica, imaginativa, con ojos colegiales, disparatada, dictatorial, latente (diría Freud). ¿Encalla un barco cada día? ¿Encalla un barco cada año? Miro y callo. El barco encalla de vez en cuando, de tarde en tarde y me digo: felices meses. Felices hasta que se me ahogue el barco del corazón sin llegar a ella. Por fin la isla. Sí, la isla. Una isla que amo mientras el mar me mata.
martes, 18 de septiembre de 2012
Vámonos
La casa en el campo, silenciosa en la noche,
perdida y acompañada,
me trae tu nombre. Ya está,
pronto nos veremos, y trato
de aplacar los nervios.
Quiero dormir hasta estar a tu lado.
Tengo ganas de verte, qué sé yo.
Sé que tu presencia trae
lo que un sol luminoso al verano
que ahora marcha.
Comienza en ti este otoño, en ti
árbol abierto, que me ofrece sus ramas.
Hay mujeres que dan para un libro
y mujeres que son un relato breve.
Tú mujer con hojas, eres Eva
expulsada del Paraíso.
Yo, Ulises, triste viajero que regresa.
La ciudad está cerca y lejos.
Aunque sepa los caminos
yo nunca llegaré a Ítaca.
Hay que pensar en tantas cosas:
la novela, nuestra próxima huida,
los sueños por habitar,
buscando luciérnagas que se esconden.
Vámonos, pequeña, al frío.
Cada comienzo es un horizonte.
Todo es un relámpago en tu risa.
lunes, 17 de septiembre de 2012
miércoles, 12 de septiembre de 2012
Cita
Fui feliz y sigo siéndolo aunque el frío glacial se congele en mi camisa e Ítaca se vaya deshabitando.
Estos días son largos. Hago repaso de lo vivido y los recuerdos son aleteos de mariposas fugaces haciendo vuelo rasante. Todo un reto poner nombre a las puestas-atardeceres, empezar mi novela que encuentra todas las ilusiones que uno quiere. Aquí Ulises. Aquí un náufrago en busca de un hotel disparatado en que sentirse niño. Son tiempos difíciles. Mañana no estaré en el País Incertidumbre. Mañana no será lo que Dios quiera, y nos cubriremos de certezas. Me quedan demasiadas cosas por vivir y aprender. Momentos frágiles. Somos los que fuimos. O los que seremos. Qué sé yo. Cómo pasa el tiempo. Nace un amor más justo, mejor. Ése que soñaron esos otros que conformaron al yo que soy ahora. Ése que se sube predido a los trenes del futuro, a los cafés de Heineken y de risas disparatadas. Con la llama de Prometeo alumbro la vieja casa, ahuyento a los morlocks que se tercian, con libros de Paul Auster o palabras incesantes. También con veracidad y autenticidad. Te diría que sigo soñando y trabajando mis escritos y te diría bien. En esas estamos. Y ando inquieto. Con todo por hacer. Con nuestro encuentro por llegar. Estoy llegando a la cita. No queda nada.
Estos días son largos. Hago repaso de lo vivido y los recuerdos son aleteos de mariposas fugaces haciendo vuelo rasante. Todo un reto poner nombre a las puestas-atardeceres, empezar mi novela que encuentra todas las ilusiones que uno quiere. Aquí Ulises. Aquí un náufrago en busca de un hotel disparatado en que sentirse niño. Son tiempos difíciles. Mañana no estaré en el País Incertidumbre. Mañana no será lo que Dios quiera, y nos cubriremos de certezas. Me quedan demasiadas cosas por vivir y aprender. Momentos frágiles. Somos los que fuimos. O los que seremos. Qué sé yo. Cómo pasa el tiempo. Nace un amor más justo, mejor. Ése que soñaron esos otros que conformaron al yo que soy ahora. Ése que se sube predido a los trenes del futuro, a los cafés de Heineken y de risas disparatadas. Con la llama de Prometeo alumbro la vieja casa, ahuyento a los morlocks que se tercian, con libros de Paul Auster o palabras incesantes. También con veracidad y autenticidad. Te diría que sigo soñando y trabajando mis escritos y te diría bien. En esas estamos. Y ando inquieto. Con todo por hacer. Con nuestro encuentro por llegar. Estoy llegando a la cita. No queda nada.
miércoles, 5 de septiembre de 2012
La vieja casa
Terminó la mudanza,
y yo vuelvo.
Fuimos felices en el máster
con un sol cegador.
Vuelvo como un animal cansado
entre el delirio y la cordura
como James Mathew Barrie
con los hermanos Llewelyn Davies,
aunque quizá nunca me fui.
Vuelvo a Ballota, a la vieja casa,
pequeño universo desierto
perezoso, que bosteza,
regreso al roce de los acantilados
y a las nubes primigenias,
al viejo lugar
donde siempre somos jóvenes.
Trae el horizonte, vestido de septiembre,
un nuevo comienzo,
ladridos de perro al amanecer.
Palpo la escalera desconcertada,
tallo nuestros nombres en los árboles,
esos mismos que escribía en los pupitres,
mientras termino etapas y versos
preparando futuras citas.
Pero a lo que íbamos. Seguimos el viaje.
Vuelvo y huele a recuerdo la vieja casa.
Abriremos todas las ventanas.
lunes, 3 de septiembre de 2012
Luz radiante y luego oscuridad
"Estoy solo en la oscuridad, dándole vueltas al mundo en la cabeza mientras paso otra noche de insomnio, otra noche en blanco en la gran desolación americana".
sábado, 1 de septiembre de 2012
Lo que fue nuestro
viernes, 31 de agosto de 2012
Un río, más o menos, es la patria del poeta
Citar a Manrique parece cosa un tanto tópica, pero el autor medieval convive con nosotros, está en las conversaciones más tardías: "Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir". O más bien podemos decir: nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar que es el olvido. Algunas veces en el trancurso de un viaje, no de trabajo o de estudio sino de descanso, he encontrado por azar hermosos lugares inexactos como ríos que uno nunca llega a entender -reflejos de sí mismo-, ciertos ríos que han seguido luego acompañándome animosamente, de ciudad en ciudad, de olvido en olvido, y en los que he disfrutado a la vez de sus aguas que traían las huellas de mi pasado -¿de qué son símbolo?- y de aquellas otras en las que, obviamente, nunca podré bañarme dos veces salvo iluminado por la luna del recuerdo. Normalmente, uno va haciéndose preguntas sobre sí mismo. Seguramente hay ríos que se parecen al alma de uno. Seguramente hay ríos que abren sus puertas, que han de gustar mucho a quien lleve dentro de sí, fiel, una madurez declinante, como el río Asón, vivo y poderoso, preparado presumiblemente para darse un paseo hasta el camping de Ramales de la Victoria mientras la luz pinta de colores la mañana, con sus grandes vistas y su naturaleza deslumbrante. Uno disfrutaba de verdad viendo sus aguas.
Miro pasar la gente que va y viene a mi alrededor, le presto atención a cosas a las que antes no atendía. Y entonces llega la única respuesta. Que uno ha llegado a amar el Asón más que a nada en el mundo, al igual que Alberto Caeiro amaba, de entre todos los ríos, el de su pueblo, porque era el suyo. Pues bien. En los lugares hermosos que visitamos hay, ciertamente, recovecos a los que, más allá de sus límites, después de tiempo, terminamos por dejar de volver. Son páginas que uno reescribe, piedras que tira a la lisura de un río que era la misma vida. Hay que decir -aunque yo no sea Manrique- que hay ríos que tienen vida, que son apropiados para la nostalgia, que despiertan y nos dicen algo ciertas noches, como el río del viejo Siddharta. O no tan apropiados: algunos son solo olvido y penumbra pero, así y todo, son ríos al fin y al cabo.
De vuelta a El Astillero, sí. El hombre, compruebo ahora, , es el ser de lejanías de Heidegger, pero algunas mañanas de voz, mi río se convierte en el grato río de la memoria. Así, el Asón, que es nombre hospitalario, su reloj parado -ya digo- en estos días. Sus aguas, familiares y rápidas, van y vienen. Me inundan. Me mareo un poco con tanta velocidad. Cómo se agradece un río intemporal en que conservarse joven. Me resisto a la cuenta atrás o adelante de las aguas del tiempo. Hay bloques de pasado a la deriva y me habitan unos días. Porque cualquier río semejante a mi río es la eterna mirada del pasado, la eterna mirada de uno mismo. ¿Qué mundo era ése? La mañana es, sin duda, como una espada vieja. El viajero que fui, queriendo huir de todo (incluso de estas líneas), sabe que le entusiasman las aguas de paso sosegado. No es que entienda gran cosa, piensa ya sin paréntesis, pero sí piensa que siempre le han interesado las aguas. Hay algunas aguas perdidas que uno guarda, sin saber cómo ni por qué.
Vuelta al Asón, el río de un poeta que no duerme y sueña con la tinta que le dio, con un libro que debió haber escrito hace ya tiempo, y su honda nostalgia se le resuelve en palabras todo el tiempo. Viajero por El Astillero, registro en un cuaderno secreto, en los días de siempre. Con la ilusión mojada, mi verso tiene el curso de sus aguas, todo lo que yo era. Algunas veces, todavía hoy, no puedo dejar de mirar un río, cualquier río, e imaginarme las aguas del Asón. La mano del tiempo, que todo lo borra, no me las ha arrebatado, hacen horas extra. Y, cada vez que lo miro, ya no me encuentro aquí sino en un paseo camino del camping de Ramales de la Victoria, y nada importa en el mundo más que observar cómo se desliza su cauce de una forma radiante. Eso hago, inventar -¿recordar?- una adolescencia que fue así (o lo soñé, que es lo mismo).
Miro pasar la gente que va y viene a mi alrededor, le presto atención a cosas a las que antes no atendía. Y entonces llega la única respuesta. Que uno ha llegado a amar el Asón más que a nada en el mundo, al igual que Alberto Caeiro amaba, de entre todos los ríos, el de su pueblo, porque era el suyo. Pues bien. En los lugares hermosos que visitamos hay, ciertamente, recovecos a los que, más allá de sus límites, después de tiempo, terminamos por dejar de volver. Son páginas que uno reescribe, piedras que tira a la lisura de un río que era la misma vida. Hay que decir -aunque yo no sea Manrique- que hay ríos que tienen vida, que son apropiados para la nostalgia, que despiertan y nos dicen algo ciertas noches, como el río del viejo Siddharta. O no tan apropiados: algunos son solo olvido y penumbra pero, así y todo, son ríos al fin y al cabo.
De vuelta a El Astillero, sí. El hombre, compruebo ahora, , es el ser de lejanías de Heidegger, pero algunas mañanas de voz, mi río se convierte en el grato río de la memoria. Así, el Asón, que es nombre hospitalario, su reloj parado -ya digo- en estos días. Sus aguas, familiares y rápidas, van y vienen. Me inundan. Me mareo un poco con tanta velocidad. Cómo se agradece un río intemporal en que conservarse joven. Me resisto a la cuenta atrás o adelante de las aguas del tiempo. Hay bloques de pasado a la deriva y me habitan unos días. Porque cualquier río semejante a mi río es la eterna mirada del pasado, la eterna mirada de uno mismo. ¿Qué mundo era ése? La mañana es, sin duda, como una espada vieja. El viajero que fui, queriendo huir de todo (incluso de estas líneas), sabe que le entusiasman las aguas de paso sosegado. No es que entienda gran cosa, piensa ya sin paréntesis, pero sí piensa que siempre le han interesado las aguas. Hay algunas aguas perdidas que uno guarda, sin saber cómo ni por qué.
Vuelta al Asón, el río de un poeta que no duerme y sueña con la tinta que le dio, con un libro que debió haber escrito hace ya tiempo, y su honda nostalgia se le resuelve en palabras todo el tiempo. Viajero por El Astillero, registro en un cuaderno secreto, en los días de siempre. Con la ilusión mojada, mi verso tiene el curso de sus aguas, todo lo que yo era. Algunas veces, todavía hoy, no puedo dejar de mirar un río, cualquier río, e imaginarme las aguas del Asón. La mano del tiempo, que todo lo borra, no me las ha arrebatado, hacen horas extra. Y, cada vez que lo miro, ya no me encuentro aquí sino en un paseo camino del camping de Ramales de la Victoria, y nada importa en el mundo más que observar cómo se desliza su cauce de una forma radiante. Eso hago, inventar -¿recordar?- una adolescencia que fue así (o lo soñé, que es lo mismo).
miércoles, 29 de agosto de 2012
¿Qué leía?
¿Qué leía aquella muchacha del libro en el tranvía?
Por estar fuera del tiempo y la imagen y el nombre,
solo le quedaba el sentido y ése temblaba tan ardorosamente
que si hubiera tenido que hablar, hubiera injuriado,
y si hubiera tenido que levantar los ojos, hubiera visto
solamente la rebelión y la caída de los ángeles...
Quien se ha sumido en la poesía,
ya no puede salir...
Por estar fuera del tiempo y la imagen y el nombre,
solo le quedaba el sentido y ése temblaba tan ardorosamente
que si hubiera tenido que hablar, hubiera injuriado,
y si hubiera tenido que levantar los ojos, hubiera visto
solamente la rebelión y la caída de los ángeles...
Quien se ha sumido en la poesía,
ya no puede salir...
martes, 28 de agosto de 2012
Negociaciones de última hora
Como le ocurre a Vila-Matas no consigo dormirme porque algunas palabras insisten desesperadamente en mostrarme como el comienzo de una futura novela: "Aquí estoy en mi cuarto habitual. No pienso, y por lo tanto no existo. Me he olvidado de quién soy". Lo leo seis o siete veces. Me siento lleno de dudas. Un momento después lo leo otras seis o siete veces y empiezo a dudar de aquellas dudas. Aunque no sé si éste, tan pessoano, es un buen comienzo para un libro mío. Pero las palabras, impertinentes -ahora lo comprendo-, me insisten y me impiden dormir. A fin de cuentas, nunca es tarde si el insomnio es bueno. Pensar en algo supone siempre pensar en lo contrario.
domingo, 26 de agosto de 2012
Cierta identidad auténtica
Como diría Andrés Trapiello: Los escritores somos como los delincuentes, todo lo que escribamos puede utilizarse en nuestra contra.
jueves, 23 de agosto de 2012
Despierta
Ahora más que nunca,
despierta,
no des mil vueltas
en la cama.
Enamórate asumiendo
los retos que suponen
estar vivo.
Sé permeable
a la batalla cotidiana
del amor a corazón abierto,
y no pidas disculpas ni permiso,
qué diablos,
no te quedes inmóvil, no sumas
con la que está cayendo
ante esta crisis que se viste de realidad.
Te diría que despiertes,
que te emociones sin perder el vínculo
de unos vinos o de unas palabras
en un celular.
Disfruta del instante,
ése que brindaré a tu lado.
Ahora despierta, más que nunca.
Qué sé yo. Mira el reloj
y no te retrases, que no es tarde,
prepara nuevas huidas
donde siempre somos jóvenes.
Así los dos. Tú, de agosto
y este verano, tuyo y mío.
despierta,
no des mil vueltas
en la cama.
Enamórate asumiendo
los retos que suponen
estar vivo.
Sé permeable
a la batalla cotidiana
del amor a corazón abierto,
y no pidas disculpas ni permiso,
qué diablos,
no te quedes inmóvil, no sumas
con la que está cayendo
ante esta crisis que se viste de realidad.
Te diría que despiertes,
que te emociones sin perder el vínculo
de unos vinos o de unas palabras
en un celular.
Disfruta del instante,
ése que brindaré a tu lado.
Ahora despierta, más que nunca.
Qué sé yo. Mira el reloj
y no te retrases, que no es tarde,
prepara nuevas huidas
donde siempre somos jóvenes.
Así los dos. Tú, de agosto
y este verano, tuyo y mío.
martes, 21 de agosto de 2012
El autor de estas líneas
Perdido objeto / tan dulce y bellamente / así el amor.
Literatura: / garito de hospicianos, / también de héroes.
Ser hospiciano: / oficio que no cabe / más que a un hombre.
Buena experiencia / visitar un museo. / Sombras atroces.
Toda ciudad / que se estime tendrá / su fiel museo.
Nada conforta / la vida que hacer / algo que llene.
Ya es optimismo: / Madrid es presumida, / coqueta a veces.
A actitudes / claras siguen razones / más que confusas.
Solemnemente / la tormenta perfecta / es escribir.
Compra o alquila / el autor de estas líneas / la incierta luz.
Literatura: / garito de hospicianos, / también de héroes.
Ser hospiciano: / oficio que no cabe / más que a un hombre.
Buena experiencia / visitar un museo. / Sombras atroces.
Toda ciudad / que se estime tendrá / su fiel museo.
Nada conforta / la vida que hacer / algo que llene.
Ya es optimismo: / Madrid es presumida, / coqueta a veces.
A actitudes / claras siguen razones / más que confusas.
Solemnemente / la tormenta perfecta / es escribir.
Compra o alquila / el autor de estas líneas / la incierta luz.
viernes, 17 de agosto de 2012
No sé qué decirte
No sé qué decirte. Podría decir que estoy cansado.
Preparo la mudanza, hago las maletas
tomado por los fantasmas
impecables
que habitan la casa y cada vacío.
No sé qué decirte. No es el mejor momento.
Hago planes y escribo poemas,
soñando con las manos de Kip Winger o Susanna Hoffs,
en este estrépito de crisis financiera
y maldiciones, en que aún nos atrevemos a soñar.
El caso es que me siento a salvo
cuando el mundo se detiene
en el leve surco de tu mirada.
No sé qué decirte.
Emprenderé nuevas huidas. Seguiré vivo
haciendo propósito de mejorar
mientras el mundo se derrumba.
Tras esta tempestad, vendrá la calma.
Pero lo cierto es que
no sé qué decirte mientras te escribo
-ya son casi las doce de la noche-
siendo viernes y casi invierno,
brindando por el instante
en que recuerdo qué es vivir.
Y no sé qué decirte.
Preparo la mudanza, hago las maletas
tomado por los fantasmas
impecables
que habitan la casa y cada vacío.
No sé qué decirte. No es el mejor momento.
Hago planes y escribo poemas,
soñando con las manos de Kip Winger o Susanna Hoffs,
en este estrépito de crisis financiera
y maldiciones, en que aún nos atrevemos a soñar.
El caso es que me siento a salvo
cuando el mundo se detiene
en el leve surco de tu mirada.
No sé qué decirte.
Emprenderé nuevas huidas. Seguiré vivo
haciendo propósito de mejorar
mientras el mundo se derrumba.
Tras esta tempestad, vendrá la calma.
Pero lo cierto es que
no sé qué decirte mientras te escribo
-ya son casi las doce de la noche-
siendo viernes y casi invierno,
brindando por el instante
en que recuerdo qué es vivir.
Y no sé qué decirte.
jueves, 16 de agosto de 2012
Amistades pendientes
miércoles, 15 de agosto de 2012
En otro sitio
Más Paul Auster. Leído La invención de la soledad. En la parte titulada "Retrato de un hombre invisible", tras la muerte de su padre, el autor nos dice: "Ayer, una niña de la vecindad vino a jugar con Daniel. Es una pequeña de unos tres años y medio que acaba de comprender que los adultos también han sido niños y que incluso su madre y su padre tienen padres. De repente, la niña levantó el teléfono e inició una conversación simulada, luego se volvió hacia mí y dijo:
-Paul, es tu padre. Quiere hablar contigo.
Fue horrible. Por un instante pensé que había un fantasma al otro extremo de la línea y que realmente quería hablar conmigo.
-No-dije por fin de forma abrupta-, no puede ser mi padre. Hoy no puede llamar porque está en otro sitio.
Esperé a que colgara el teléfono y salí de la habitación.
-Paul, es tu padre. Quiere hablar contigo.
Fue horrible. Por un instante pensé que había un fantasma al otro extremo de la línea y que realmente quería hablar conmigo.
-No-dije por fin de forma abrupta-, no puede ser mi padre. Hoy no puede llamar porque está en otro sitio.
Esperé a que colgara el teléfono y salí de la habitación.
martes, 14 de agosto de 2012
Futuro
Cómo pasa el tiempo. Hoy regreso a mi pasado
mientras se desangra este futuro
de crisis y de ajustes.
Confieso que sigo siendo el muchacho
que le sonreía al destino.
Rompo el espejo de las horas
entre el delirio y la cordura.
No me rindo,
te busco en cualquier mesa sin horas
en que depositar utopías y conversaciones.
No sé qué decirte. Mi entorno mantiene la costumbre
de no tener autenticidad. Quizá nos quiten las verdades.
Pero no las ganas de verte.
Quiero decir mis sueños -quizá ya lo haya dicho-,
entre nervios e impaciencia,
vivir y desvivirme para representar
nuevas formas de resistencia.
Sé que el futuro es quedar para mañana,
quizás una sonrisa, una última copa,
tus barcos y tus olas. En fin. Me pongo cursi.
Pero estamos a tiempo de cambiar las cosas.
Creo en nosotros.
mientras se desangra este futuro
de crisis y de ajustes.
Confieso que sigo siendo el muchacho
que le sonreía al destino.
Rompo el espejo de las horas
entre el delirio y la cordura.
No me rindo,
te busco en cualquier mesa sin horas
en que depositar utopías y conversaciones.
No sé qué decirte. Mi entorno mantiene la costumbre
de no tener autenticidad. Quizá nos quiten las verdades.
Pero no las ganas de verte.
Quiero decir mis sueños -quizá ya lo haya dicho-,
entre nervios e impaciencia,
vivir y desvivirme para representar
nuevas formas de resistencia.
Sé que el futuro es quedar para mañana,
quizás una sonrisa, una última copa,
tus barcos y tus olas. En fin. Me pongo cursi.
Pero estamos a tiempo de cambiar las cosas.
Creo en nosotros.
lunes, 13 de agosto de 2012
Mudanza y movimiento
domingo, 12 de agosto de 2012
La mirada del viajero
"El viajero mira alrededor intentando adivinar en las miradas de los otros la razón de su silencio" (Julio Llamazares).
jueves, 9 de agosto de 2012
Café de los recuerdos
es distinto del que te cuentan.
Y yo, ya sabes,
no creo en el destino.
Imagino que naufrago
en tus labios
en el túnel de la noche.
Es verdad: tu rostro está por las nubes,
y quién lo ata. Miro el reloj.
Reviso tus huellas de red social
mientras hago balance indispensable.
Joder, hermosa palabra Balance,
allá en el olvido de un hotel
o de un secreto.
Es verdad, somos gente solitaria,
a menudo, rehén del miedo y de la crisis
en estos tiempos de melancolía.
Reparo en los detalles
en los que se resuelve el mundo,
robo como Prometeo una llama
a mi esperanza de verte en Avilés o Ponferrada.
Es verdad que tu imagen
sigue viva
incluso después del sueño
en que detengo lo fugaz, lo instantáneo,
y fijo la vista en tu sonrisa.
En el Café de los recuerdos
nunca es tarde para desearte
a pesar de los años. O quizá por eso.
domingo, 5 de agosto de 2012
Tranquilidad perfecta
"He soñado con un escritor que tenía ciento ocho años. Había conocido el éxito a la edad de ciento uno. Lo contaba muy animado" (Adam Zagajewski).
viernes, 3 de agosto de 2012
Mireia Belmonte
Con el
temporal
que entra
por la crisis,
a pesar
del momento español
cataclismal,
tenemos a Mireia Belmonte.
Actual y apasionante,
es el nombre español
más hermoso que se me ocurre,
en este caso.
Su última y penúltima actuación
viene con himno y con medallas
en mitad de un río revuelto,
y nos hace pensar
que no todo está perdido.
Lo que pasa ahora, en España y en el mundo,
es que necesitamos a Mireia.
Nada, y entonces visto y no visto.
Es una nadadora que es todo.
Mireia Belmonte ha sonreído esta semana
con una sonrisa eterna y tímida.
Mireia adolescente,
manos de vista popular,
brazos de princesa,
amor inesperado.
temporal
que entra
por la crisis,
a pesar
del momento español
cataclismal,
tenemos a Mireia Belmonte.
Actual y apasionante,
es el nombre español
más hermoso que se me ocurre,
en este caso.
Su última y penúltima actuación
viene con himno y con medallas
en mitad de un río revuelto,
y nos hace pensar
que no todo está perdido.
Lo que pasa ahora, en España y en el mundo,
es que necesitamos a Mireia.
Nada, y entonces visto y no visto.
Es una nadadora que es todo.
Mireia Belmonte ha sonreído esta semana
con una sonrisa eterna y tímida.
Mireia adolescente,
manos de vista popular,
brazos de princesa,
amor inesperado.
martes, 24 de julio de 2012
Sobre un tema de Joseph Joubert
Los poetas tienen cien veces
más sentido común que los filósofos
y al buscar la belleza
encuentran más verdades
que los filósofos
buscando la verdad.
más sentido común que los filósofos
y al buscar la belleza
encuentran más verdades
que los filósofos
buscando la verdad.
sábado, 21 de julio de 2012
Privilegiado
viernes, 20 de julio de 2012
Malos sueños
La escena me araña los pulmones.
El tren se extravía
sin llegar a nuestra cita, en el Llano.
Pero no se lleva las ganas de buscarte
como luciérnaga inquieta.
De pronto, saludo al nuevo día.
Perezoso bostezo
y soy la estela del primer rayo.
He despertado y me esfumo de los malos sueños
mientras el mundo tiembla.
Hoy es siempre todavía,
y lo sé bien.
Desaparezco como el explorador
que avanza y llega al fin, hasta ti,
como Ulises tan al borde de tus ojos,
con su archivo de mejores gestos y palabras.
Y entonces uno se siente menos solo.
Ya estás aquí y el dinosaurio se marcha.
Seguimos soñando.
El tren se extravía
sin llegar a nuestra cita, en el Llano.
Pero no se lleva las ganas de buscarte
como luciérnaga inquieta.
De pronto, saludo al nuevo día.
Perezoso bostezo
y soy la estela del primer rayo.
He despertado y me esfumo de los malos sueños
mientras el mundo tiembla.
Hoy es siempre todavía,
y lo sé bien.
Desaparezco como el explorador
que avanza y llega al fin, hasta ti,
como Ulises tan al borde de tus ojos,
con su archivo de mejores gestos y palabras.
Y entonces uno se siente menos solo.
Ya estás aquí y el dinosaurio se marcha.
Seguimos soñando.
jueves, 19 de julio de 2012
Sombras iguales
Museo
Motivos: la tinta, el papel, el café y las hermosas mujeres. Una postal de París con Leonardo Da Vinci y la calle Château du Clos Lucé. El retrato de Dorian Gray. El cartel de El club de los poetas muertos. Cualquier poema de Claude Roy. La vieja "Carta abierta a una chica progre" que encontré en el Cajón desastre, de Ponferrada. Tu manera de ocupar un lugar en la tierra. Los ejemplos del ejemplar pasado. Los freudianos. Las tardes en el Fontán, entre libros y enigmas. La tendencia de dejarse llevar. El tránsito de la vida. Por qué no, tus ojos deseados. Tres versos de Joan Margarit: "Miro sonriendo la fotografía. / Amamos mucho tiempo. / Tarda en marcharse el sol de los retratos". Las ciudades que son como las personas. La flor de cada instante. Marcel Proust. Llamazares. Lorca. Benedetti. Borges. El Hotel San Jorge de mi adolescencia. Las noches de insomnio minuciosas. El rumor del río Asón. La luna en el British Bar, misteriosa pero suave, como linterna vieja. Una llave entre las manos. La sonrisa de Ángela en la mirada del viajero, que se repite y se repite. El Café La Corte de entre todos los cafés del mundo. Los trayectos de tren. Los poemas escritos a medias con algún escritor universal. Uno y el universo. La mano invisible del tiempo. Tu provincia de tedio y plateresco. Lo fugaz. Lo instantáneo. La encrucijada de estrellas. Los aforismos que alguien tira por el camino. La gente que una vez encontramos, y que somos nosotros. Las estaciones del mundo. La lluvia, aunque a veces no sea la de París, Barcelona o Astillero. La vaga sospecha de unas vidas. Lo perdido. La jodida e inesperada llegada de la muerte.
miércoles, 18 de julio de 2012
Mi verdadero amor
martes, 17 de julio de 2012
Tú y yo en Ponferrada
lunes, 16 de julio de 2012
Mañana,... mañana no sé
No quiero olvidarme del futuro.
Si se observa bien, siempre hay un olvido
cantando en medio del pasado.
Siempre hay un transeúnte que es
solamente un recuerdo, una huella.
Las brasas nos iluminan. Me da miedo pensarlo.
Y mañana,... mañana no sé.
Encontraré la cordura enloqueciendo un poco más,
yo que soy lunático y marciano,
espontaneidad artificiosa,
ideas que van y vienen. Mañana no sé.
Serás más bella porque te desearé más.
Todos huirán a la playa
o a otros brazos.
Sobreviviré a los atascos imposibles
buscando seres terriblemente poéticos.
Cuántas vidas como la mía,
que no quieren olvidarse de su futuro,
como yo, que te quise con la confianza de un niño.
Pero a lo que íbamos.
Mañana no sé, encontraré la cordura
jodidamente enloquecido,
gritaré tu nombre al otro lado de la calle.
El de toda la vida.
Y no será lo que Dios quiera.
Si se observa bien, siempre hay un olvido
cantando en medio del pasado.
Siempre hay un transeúnte que es
solamente un recuerdo, una huella.
Las brasas nos iluminan. Me da miedo pensarlo.
Y mañana,... mañana no sé.
Encontraré la cordura enloqueciendo un poco más,
yo que soy lunático y marciano,
espontaneidad artificiosa,
ideas que van y vienen. Mañana no sé.
Serás más bella porque te desearé más.
Todos huirán a la playa
o a otros brazos.
Sobreviviré a los atascos imposibles
buscando seres terriblemente poéticos.
Cuántas vidas como la mía,
que no quieren olvidarse de su futuro,
como yo, que te quise con la confianza de un niño.
Pero a lo que íbamos.
Mañana no sé, encontraré la cordura
jodidamente enloquecido,
gritaré tu nombre al otro lado de la calle.
El de toda la vida.
Y no será lo que Dios quiera.
domingo, 15 de julio de 2012
La mentira del poeta
Es Andrés Trapiello, discípulo de Pessoa, el que habla con nobleza y finura: "Todo lo que un escritor escribe sabiéndolo antes de ponerse a ello, no sirve para nada. Imaginemos una conversación que fuese así:
-Ahora te voy a decir que estoy contigo. Estamos los dos solos. Tú vistes una chaqueta azul. Yo voy con pantalones grises. Hace un buen día y ahora pasa un coche, modelo...
Para eso es preferible mentir:
-Ahora que estamos los dos solos, te voy a decir que éste que tu crees que ves, no soy yo. En cuanto a tu chaqueta azul, permíteme dos palabras. No vayas a comprarla con mis pantalones grises. ¿Qué tienen mis pantalones grises? En cuanto al día, es bueno, de acuerdo, pero no es más que una basura de día y en ese coche, pasa justamente la persona que lo echará a perder definitivamente...
A partir de ahí naturalmente hay que mentir mucho más, hay que hablar de la persona que viene en ese coche a desbaratarnos el día, y todo lo demás" (Ver Las nubes por dentro).
-Ahora te voy a decir que estoy contigo. Estamos los dos solos. Tú vistes una chaqueta azul. Yo voy con pantalones grises. Hace un buen día y ahora pasa un coche, modelo...
Para eso es preferible mentir:
-Ahora que estamos los dos solos, te voy a decir que éste que tu crees que ves, no soy yo. En cuanto a tu chaqueta azul, permíteme dos palabras. No vayas a comprarla con mis pantalones grises. ¿Qué tienen mis pantalones grises? En cuanto al día, es bueno, de acuerdo, pero no es más que una basura de día y en ese coche, pasa justamente la persona que lo echará a perder definitivamente...
A partir de ahí naturalmente hay que mentir mucho más, hay que hablar de la persona que viene en ese coche a desbaratarnos el día, y todo lo demás" (Ver Las nubes por dentro).
viernes, 13 de julio de 2012
El enigma de la isla del tesoro
A partir de Rafael Guillén
Mis manos cruzan horas, me deslío
con tus dones. Mi sitio y mi fuego
evocan el ayer, mañana, luego.
Te pensé mar de invierno, y eras río.
Encontrada tu forma, ya vacío,
naufragué en ti. Mis versos son un juego.
Voy llegando a la isla: nuestro apego
en abrupto oleaje, malva y frío.
Arquitecto, consigo repegarte
viva, impecable luz, al recordarte.
Ahí estás tú, me arrullas, eres mía.
Y si una vez te alejas de uno mismo,
déjame refugiarme en mi egoísmo.
Seré un barco, encallado, cualquier día.
Mis manos cruzan horas, me deslío
con tus dones. Mi sitio y mi fuego
evocan el ayer, mañana, luego.
Te pensé mar de invierno, y eras río.
Encontrada tu forma, ya vacío,
naufragué en ti. Mis versos son un juego.
Voy llegando a la isla: nuestro apego
en abrupto oleaje, malva y frío.
Arquitecto, consigo repegarte
viva, impecable luz, al recordarte.
Ahí estás tú, me arrullas, eres mía.
Y si una vez te alejas de uno mismo,
déjame refugiarme en mi egoísmo.
Seré un barco, encallado, cualquier día.
martes, 10 de julio de 2012
Capricho
Cada atardecer
recojo entre los vecinos
todas las sillas disponibles
y leo versos para ellas.
Las sillas son extremadamente receptivas
a la poesía
si uno sabe ordenarlas.
Todo esto
me emociona
y durante varias horas
les cuento
qué bellamente murió mi alma
durante el día.
Nuestros encuentros
son generalmente sobrios,
sin entusiasmos
inútiles.
De cualquier modo
significa que cada uno
ha cumplido con su deber
y podemos seguir
adelante.
recojo entre los vecinos
todas las sillas disponibles
y leo versos para ellas.
Las sillas son extremadamente receptivas
a la poesía
si uno sabe ordenarlas.
Todo esto
me emociona
y durante varias horas
les cuento
qué bellamente murió mi alma
durante el día.
Nuestros encuentros
son generalmente sobrios,
sin entusiasmos
inútiles.
De cualquier modo
significa que cada uno
ha cumplido con su deber
y podemos seguir
adelante.
sábado, 7 de julio de 2012
En la silla vacía se sienta tu recuerdo
viernes, 6 de julio de 2012
Sobre presencias
jueves, 5 de julio de 2012
Aún no es tarde
Comienza un nuevo día.
No llueve. La ciudad bosteza.
Voces en fuga
en el café que siempre habito.
Me miro en el espejo, ése
en el que la infancia, que era la patria,
se aleja lentamente.
Pienso en ti llenándolo todo,
en un abrazo nuevo, en nuestro café pendiente.
Escribo: somos los rostros que dejamos atrás,
el viejo Instituto, la carretera de Galicia
que nos acerca a casa,
vistiendo otros cuerpos.
Tropiezo con tu luz de supernova,
con tus ojos insomnes.
No sé qué decirte,
entre tanto estrépito de olvido.
Hay mucho ruido en el exterior.
Soy un hombre que anhela tu sonrisa,
febril y deseada, como anhelo el futuro
que me llama con tu voz.
Me visto con ropa de calle,
a veces la distancia puede ser hermosa
pues encierra un aprendizaje
con pisadas alejándose en la plaza.
Los días pasan como trenes descarrilándose,
que sueñan con el viaje, con nuestro encuentro
encerrado en tus pupilas.
Como soy dado a la sentimentalidad
diré que, cuando regreses,
comenzará otro nuevo día,
el tráfico detendrá su marcha implacable
igual que el mundo.
Te contaré entonces que fue de mí
y de los recuerdos que duermen en mi vientre,
mientras cae la tarde cálida,
las ganas de verte.
No llueve. La ciudad bosteza.
Voces en fuga
en el café que siempre habito.
Me miro en el espejo, ése
en el que la infancia, que era la patria,
se aleja lentamente.
Pienso en ti llenándolo todo,
en un abrazo nuevo, en nuestro café pendiente.
Escribo: somos los rostros que dejamos atrás,
el viejo Instituto, la carretera de Galicia
que nos acerca a casa,
vistiendo otros cuerpos.
Tropiezo con tu luz de supernova,
con tus ojos insomnes.
No sé qué decirte,
entre tanto estrépito de olvido.
Hay mucho ruido en el exterior.
Soy un hombre que anhela tu sonrisa,
febril y deseada, como anhelo el futuro
que me llama con tu voz.
Me visto con ropa de calle,
a veces la distancia puede ser hermosa
pues encierra un aprendizaje
con pisadas alejándose en la plaza.
Los días pasan como trenes descarrilándose,
que sueñan con el viaje, con nuestro encuentro
encerrado en tus pupilas.
Como soy dado a la sentimentalidad
diré que, cuando regreses,
comenzará otro nuevo día,
el tráfico detendrá su marcha implacable
igual que el mundo.
Te contaré entonces que fue de mí
y de los recuerdos que duermen en mi vientre,
mientras cae la tarde cálida,
las ganas de verte.
miércoles, 4 de julio de 2012
Tentativa de agotar El Astillero
En Astillero las características de sus calles y paseos son familiares. Quien ha tenido la suerte de vivir en Astillero en la adolescencia, tendrá el privilegio de que le siga, vaya a donde vaya, el resto de su vida.
martes, 3 de julio de 2012
Memoria involuntaria
Dice Proust que en el aroma
reside la memoria involuntaria,
que es la mejor de las memorias.
Me desperezo con urgencia
a eso de las 11
recordando qué es vivir.
Estoy en silencio
que es la única manera
de que me oigan
desde la certeza de otro mundo mejor.
O yo qué sé.
Uno está hecho un lío. Veremos.
Llevo en el alma, llevo por alma
un fondo de aula con atardeceres prohibidos,
con ausencias prohibidas,
con pisadas prohibidas. Echo de menos
todo lo que llenas, como Robinson huérfano de vida.
Empieza el verano y, como siempre,
uno hace propósito de progresar en la escritura.
Vendrán tiempos mejores, me digo,
con un suspiro
que atraviesa el horizonte de la ciudad
hasta quedar congelado
entre los transeúntes que cruzan por Uría.
Somos de donde nos hacen felices,
de donde nos echan en falta las ausencias,
de donde acaba el espejismo.
reside la memoria involuntaria,
que es la mejor de las memorias.
Me desperezo con urgencia
a eso de las 11
recordando qué es vivir.
Estoy en silencio
que es la única manera
de que me oigan
desde la certeza de otro mundo mejor.
O yo qué sé.
Uno está hecho un lío. Veremos.
Llevo en el alma, llevo por alma
un fondo de aula con atardeceres prohibidos,
con ausencias prohibidas,
con pisadas prohibidas. Echo de menos
todo lo que llenas, como Robinson huérfano de vida.
Empieza el verano y, como siempre,
uno hace propósito de progresar en la escritura.
Vendrán tiempos mejores, me digo,
con un suspiro
que atraviesa el horizonte de la ciudad
hasta quedar congelado
entre los transeúntes que cruzan por Uría.
Somos de donde nos hacen felices,
de donde nos echan en falta las ausencias,
de donde acaba el espejismo.
lunes, 2 de julio de 2012
Curso de soledad
sábado, 30 de junio de 2012
Misteriosamente feliz
"Cuando miro tus ojos todo empieza otra vez.
La oscuridad al fondo: como si fuese el mar" (Joan Margarit).
La oscuridad al fondo: como si fuese el mar" (Joan Margarit).
jueves, 28 de junio de 2012
Lo de la selección española
Lo de la selección no me parece a mí que sea cosa de delantero centro o no delantero centro, ni siquiera de tácticas o de entrenador, ni siquiera cosa de suerte, con serlo tanto en una fase final de un europeo, sino asunto meramente de pasión. Han sido días muy emocionantes. La selección repesenta a todo y a todos, se ha metido en sentimientos, que es como cuando Juan Ramón Jiménez se metía a rimar. La selección española sigue aún en la lucha. El fútbol es algo más que patadas y euros. La selección, entonces, es la metáfora de nuestras preocupaciones en crisis, mitiga nuestro vértigo. La selección era Butragueño, Luis Enrique, Arconada, Raúl González. La selección de hoy, la selección de Del Bosque, la de Cesc, la de Ramos o Pedrito, representa la emoción, la fragilidad. ¿Dónde estábais? ¿Qué hacíais mientras el mundo se derrumbaba? No hay nada en el aire, ilusión, penalti o prórroga que no pueda cumplirse en Kiev. Nuestras voces, como tantas otras, no son desoídas. Yo soy español como soy libre. Y sumidos en esta incertidumbre del espejismo de la crisis tras los cristales, entre el delirio y la cordura, soñamos sin dormir, seguimos habitando pequeños días intactos, que diría Manolo García. Tan nosotros y tan luz de julio. Estamos a tiempo, no estamos condenados a ser Sísifo alzando una piedra a lo alto de la montaña. Sé desobediente, nada está escrito. Recuperamos la bandera, la afición, los rostros que un día fuimos. Quizá lo he dicho ya muchas veces, espero que me perdones, pero seguimos cambiando el mundo. Ahora más que nunca.
miércoles, 27 de junio de 2012
Soledad terminal
"La soledad enseña a vivir mucho más que la compañía. El problema es que las enseñanzas de la soledad sirven únicamente para la convivencia" (Luis García Montero).
martes, 26 de junio de 2012
Lugares por dentro
El vagabundo desea mucho, espera poco y no pide nada. Se encuentra con Zapatería Cid, llaves en el acto, y piensa que, si se observa bien, todo cuanto le rodea es literario. Él es así. Se topa luego, discípulo de Antonio Muñoz Molina, con la calle Ginés de los Ríos que parece sacada de Nueva York. Uno nunca se cansa de viajar, plural e imaginativo. El sol aprieta, tedioso, y, al de poco, hace frío. El vagabundo va lo suficientemente abrigado por lo que pueda pasar. Hombre precabido vale por dos si el mundo está bien hecho. El vagabundo, tras haber comido y bebido, observa un letrero en el que viene impreso: Centro ciudad, Mercado de ganados, Camping municipal, Polígono industrial, Puerto de Leitariegos. El viajero, vagabundo de sí mismo, se detiene sediento en el Asador Marga donde algunos paisanos están jugando al mus. Entre voces y entre el gentío, se oye El que juega bien es éste, No seas supersticioso. El vagabundo intenta concentrarse y releer Cuaderno del Guadarrama, de Camilo José Cela. Ante su café espumoso servido en la mesa, intenta recordar los paisajes que ha atravesado mientras iba en coche. Truébano de Babia, Villasecino, Robledo de Babia, Huergas de Babia, La Riera torre de Babia, La vega de los viejos. El vagabundo ya está en tierra leonesa (y ya echa en falta su Asturias). Sigamos. El vagabundo se siente a gusto y confiado. ¡Tiene dos seises, anda! ¡Anda!, se escucha entre paisanos. Es un placer familiar estar en un café confortable. Una mujer, anonadante, invariable, barre el recinto y observa, extrañada, al vagabundo. Se imagina, con su mejor ademán, que es un escritor prestigioso. Y ya quisiera. El vagabundo se siente escritor. La gran conquista y transformación del mundo empieza por las habitaciones de uno mismo. No tiene nada, se oye entre el estruendo de paisanos y cartas de urgencia, mirando cada uno las suyas y discutiendo animadamente. ¡Si falto yo, que pasa ahí!, se oye a un paisano de aspecto robinsoniano y de camisa blanca, de camisa de paisano. El vagabundo abandona el bar, y anda medio feliz, ya sabes, por los desmontes, las ruinas, los escombros, los humos y las saudades.
lunes, 25 de junio de 2012
Secuencia verbal
El rumor y el abrazo son palabras como quien dice. Sumido en la indecisión, mientras el mundo tiembla, te miro en el semáforo (tan luz de junio), y tienes ojos dialécticos.
domingo, 24 de junio de 2012
Cuaderno de Ponferrada
nuevas huidas
buscando tu mirada incandescente.
O regresar
allá donde fuimos felices
con el el rostro de quienes somos.
Como en el café Siddharta,
en la calle el reloj, de Ponferrada,
donde las horas
continúan pasando.
Volveremos.
Nunca es tarde.
martes, 19 de junio de 2012
Un abrigo de varios fríos
-Cuidado con este Umbral, que tiene mucho peligro. Acaba de conocerte y ya te llama cielo". Cierro el libro al llegar (que no defrauda), y quedo con JLS. Le comento entonces un posible título de poemas que ha surgido: Un abrigo de varios fríos. No le veo yo muy convencido. Luego, ya con la soledad a cuestas, me topo tras una década, menuda y afable, a G., paseando un enorme perro (que tiene cara de bueno). Me recuerda a la tristeza de uno de mis poemas:" La tristeza es un perro enorme / rendido de impaciencia / que a mí me parecía / feroz, y que se convirtió / en mi enemigo. / Y lo asumí. Las pocas veces que lo veía / el pobre animal me gruñía / casi por compromiso, / pero en cuanto advertí / que estaba atado a una cadena, / entonces yo también / -en un signo de cobardía / de que tengo memoria- /me decidí a gruñirle, frente a frente". Para finalizar el día, lastrado y vencido, quedo con mi amiga A., para comprar libros de viejo y de nuevo (lo viejo es nuevo todavía, no me cansaré de decirlo). Me quiere invitar a Cuaderno del Guadarrama, de Camilo José Cela (que podría haber firmado Julio Llamazares), pero no me dejo. Ya te invita con tu presencia, dice la librera. Y no le falta razón. Charlamos luego de esto y de aquello y la luz que alumbra su sonrisa me reconcilia con el mundo. Esa misma que yo pensaba apagada para siempre. Traigo en el corazón todos los lugares donde estuve, me digo con Álvaro de Campos. Me abrigará para siempre este día que nunca acabará, ni siquiera cuando todo acabe.
lunes, 18 de junio de 2012
Rumbo a ti
quedó congelado.
Dirijo mis pasos
rumbo hacia tu rostro,
a la última isla
luminosa
como el viejo Crusoe,
allá donde
nos encontramos
heridos de vida y de nostalgia
portando tu sonrisa clara.
Al lugar donde Ulises soñó
con su Ítaca lejana
mecido por el rumor
del canto de las sirenas.
Donde nos llenamos de interrogantes
encallados en la arena
lejos del mundo y sus fusiles.
Cruzo por el horizonte
perseguido por la utopía convencida
y quemado por tu silueta
me digo que estoy vivo.
He recorrido cientos de kilómetros
en medio de tanta tormenta,
contando los relámpagos.
Sigo la estrella de los vencidos
abriendo los ojos de par en par.
Todo acaba en ti, y las palabras
dibujan mundos mejores
sinceramente nuestros.
Perdona el retraso, dices.
Respiro, recuerdo qué es vivir,
que aún no ha anochecido. Y aún no es tarde.
Llegamos a la tierra de Ulises.
El viaje continúa.
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