lunes, 31 de diciembre de 2012

Próxima estación

Siempre pesan las entradas a los próximos trenes, para bien o para mal. Se va el 2012 sin sentir vergüenza. Da igual. Hay que tener el arte de saber a qué te subes y cómo te pueden cambiar las cosas, pero sin miedos que nos paralicen o atemoricen, sin asustarnos como se asustan las palomas en el parque. "¿Va usted a coger el tren?", me dice esta mañana una señora, errante de sabiduría,disimulada, voluntariosa, perdurable. "No, señora. Este tren se va a Ningún Sitio". Yo espero a Alicia, le cedo mi sitio a otro, tarareo una canción. Ella hace la vida eterna en cinco minutos. Quiere decirse que hay que saber parar y bajarse a tiempo, sentarte en el andén y esperar otro tren. Elegir tu asiento y a tu acompañante de viajes. Y es que hay trenes que vienen de ninguna parte y descarrilan en ningún sitio. Yo tengo tiempo de esperar el mío con premura, tesón... mientras pasan trenes como relámpagos, otros de puntillitas, pero mis horarios, te lo juro, los tengo controlados. No sé si me explico. Abandónense a su instinto, conozcan lugares desconocidos. Yo aún no me subo, he de comprar unas flores y echar en falta el color de tu jazmín. Tengo que escribir la novela tras este año de rumores y de titulares. Pero si me lo permiten, me lo voy a permitir, rechacen lo irrechazable, propónganse exclusivamente, exhaustivamente no dejarse llevar por la facilidad y la inercia, esperar su tren oportuno, apresurándose despacio. "¿No va a coger usted este tren?"... "¿Otra vez?... señora, de verdad, no insista, yo voy a esperar". Sí, esperaré a Alicia, en el silencio de mis silencios. El tren de Alicia. Alicia al fin.

domingo, 30 de diciembre de 2012

La mirada del viajero

Cuando se deja avasallar por lo que guarda y conserva -por lo que es suyo-, mi memoria, inequívoca, se descubre la cara y regresa al Paseo de los Ferrocarriles, en El Astillero, quiere ir un poco más allá, más hondo, allá donde los árboles siguen creciendo. Los árboles, que todo lo ven y todo lo saben, suelen ser irreflexivos. O, como dice Umbral en uno de sus libros, los árboles son unos hombres que he descubierto tarde, unos amigos fijos y fieles, grandiosos. Es extraño cómo la nostalgia se ilumina y manifiesta durante mucho tiempo. No sé si somos conscientes de que escribir es reescribir, volver a vivir lo vivido por otros cuerpos que nos llevaban en tránsito, o sea, verse a sí mismo desde la distancia y desde la estatura de adulto presentándolo bajo un oro nuevo, añadiendo tal vez un rincón raro, un acento que ya es nieve, un tono de voz a media voz, que en muchos casos merece la pena ser leído. Escribir, digamos, tiene una cuarta dimensión y requiere buenas manos, como tocar el volín. Estaba, por un lado, la Ría de Solía, que era para mí, en mi vacación, en mi retiro desocupado, uno de mis sitios preferidos, una confusión de barro y atardecer rojizo, de prestado, de lo que me prestaba la vista. Mirándola de forma plácida (puede que sea una hipérboles visual), difícilmente podía uno sustraerse a tal fascinación. Desde cada recuerdo, como en éste, nos miran siempre los ojos de un fantasma por nosotros muy conocido, esos mismos ojos que nos reconocen desde las esquirlas de un espejo roto. Pero, a pesar de ello, nos encontremos donde nos encontremos, tengamos lo que tengamos, la buena memoria nunca nos llevará la contraria. Hace frío (tampoco demasiado frío), y la noche ha caído sobre el municipio, llenándolo de voces perdidas que retumban sin chocar con nadie, casi sin saberlo, pero el viajero, tal vez de mis veinticuatro o veinticinco años de edad, con mi mismo nombre y mis mismas inquietudes, sigue vagando aún por la Travesía de Orense, como navegante rendido, atraviesa las avenidas del pasado con gesto serio y las manos en los bolsillos, rumbo hacia el Mercado. La plaza del Mercado está llena de bonitos símiles. Hay algunos rincones secretos de ciudades apenas entrevistas en los que todo nos es ajeno, lugares que nos reconcilian con nosotros y permanecen en las telarañas del corazón, aunque estemos de paso. Son calles, olores, recuerdos, anécdotas, escenas sin importancia, etcétera., que uno ha amado y ama de manera invariable pues, esté donde esté, estará en esos lugares, y encontrará todas las cosas que necesita para ser feliz. Es decir, se acabarán enseguida sin agotarse nunca: Calle Rualasal de Santander, llena de fulgor, para caminar presurosos y camuflados, con sentimiento de duración; Calle Gil de Jaz, a media tarde, recuerdo que con las preocupaciones agotadas, donde dejé a uno de mis yo que más me gustaba y mis ojos se clavaban en una sonrisa (con un color fugitivo que solo existe en la memoria), que, cuando me quise dar cuenta, se perdía en el Hotel de La Reconquista, pero me quedó muy dentro; la Plaza Cataluña, junto a las palomas, desde la que se puede contemplar una Barcelona hermosa y fría, que invita a guarecerse bajo su abrigo. "Cada vez más honda conmigo vas, / como un amor hundido, irreparable. / A veces ola y otra vez silencio", para decirlo con el poeta catalán; y, sobre todo y especialmente, Calle Paseo de los Ferrocarriles, con sus abetos rojos, su cúpula al fondo y sus bancos a la espera de algún transeúnte. A veces parece que todo transcurre en esa calle donde nunca dejé de encontrar lo que buscaba. Yo escribí un día un poema titulado curiosamente "Calle Paseo de los Ferrocarriles":

Que estás en medio de la niebla y la nada,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.
Que una sombra sigilosa te indica el camino
y no sientes más voz que la tuya,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.
Que nada va durar y todo queda atrás,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.
Que quieres ver pasar, ante tus ojos,
al gran teatro del mundo,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.
Que todos los que fuiste se esfuman de repente,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.
Que quieres volver a ese extraño lugar
en el que tal vez has sido feliz,
ve a la Calle Paseo de los Ferrocarriles.

Calle Paseo de los Ferrocarriles. El recuerdo es fiel aliado del viajero. De los cientos de paseos que le habitan, ése -ya digo- es el que prefiere. Paseo: eso que tan pocos saben hacer como Dios manda: sin rumbo, sin impaciencia y sin pensar en nada. No pretendo -o al menos así lo veo yo- hacer un retrato fiel de El Astillero. Pero el tiempo que pasé allí, según parece, reúne las mejores vivencias. Vivir en un café lleno de música y literatura. La mirada del viajero, con toda modestia, se acomoda en un rincón iluminado, repentina e inexplicable, y el adolescente que fue (y vuelve a ser a veces) se sienta junto a Julio Verne y Gustavo Adolfo Bécquer que caen de nuevo por azar entre sus manos, y los lee y los relee con una pasión inextinguible. Desde hace rato mi memoria -vuelve otra vez la frase-, se deja avasallar por lo que guarda y conserva, con la inocencia de un recién llegado. Es por eso que mi pensamiento, como un explorador entre la niebla, recorre El Astillero igual que lo hace ahora, como si en el poco ajetreo de sus calles encontrara satisfacción aunque, en realidad, permanezca suspendido como una temerosa luz. Villaespesa, Piélagos, Peña Cabarga, Guarnizo, Bahía de Santander, San Salvador. Acá y allá, cafés, dos paseos, dos estaciones, banco y caja de ahorros, Iglesia, ocho o diez taxis. Así es, por suerte, El Astillero -iluminado por la luna como linterna vieja-, marisma en la memoria que se rehace a la deriva, un mapa y una puerta al paraíso, una llave irrepetible y una débil esperanza abierta, de plumas reverberantes de realidad. O eso creo.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Diarios

En este invierno de mirada cansada en que quedo inmovilizado si te ausentas, me da por rescatar La tentación del fracaso, de Julio Ramón Ribeyro. Aquí dejo algunos de los fragmentos que más me entusiasman. Tos de diciembre. Todo te nombra:

"Todo diario íntimo es también un prodigio de hipocresía. Había que aprender a leer entre líneas, descubrir qué hecho concreto ha dictado tal apunte o tal reflexión. Por lo general se analiza el sentimiento pero se silencia la causa".

"La felicidad consiste en la pérdida de la consciencia".

"Vivir es resolver, es actuar, es apoderarse constantemente de una fracción de realidad".

"Los verdaderos diarios íntimos son el testimonio que penetra, se ordena y transfigura en ese ámbito profundo y muchas veces inescrutable que se denomina intimidad".

"¡Volver a París, volver a París, qué obsesión!".

"Mi situación es angustiosa. Hoy, por desesperación, vendí un pantalón y comencé a escribir un artículo sobre Wolfang Kayser".

"Durante catorce horas he escrito sin interrupción. El lapicero se me cae de las manos. La historia es trivial pero sincera, y creo haber logrado algunos aciertos de expresión".

"Yo rara vez digo la misma cosa del mismo asunto, pues para mí todos los temas son una sorpresa y me obligan a improvisar".

"Si mañana no ocurre algún milagro, me veré obligado a vender mis libros, es decir, el centenar de volúmenes que desde hace algunos años me acompañan, a través de mil peripecias, y por los que siento un amor que no me atrevo ni siquiera a describir".

"¡Se salvaron mis libros! ¿Hasta cuándo?".



Julio Ramón Ribeyro, La tentación del fracaso, Seix Barral, 2002.

lunes, 24 de diciembre de 2012

A la Nochebuena que acecha

Hago repaso de los últimos días. Mensaje del rey. Me deshago en esta Nochebuena en que todo te nombra recordando el destello de tu risa, en este frío invierno, como un náufrago que busca su faro, ese en el que brilla la esencia. La Noche Buena es hierro y charla lejana, es cuaderno secreto y corazón de lluvia. "Donde feliz debieras volver" me digo ahora con insistencia, y perdón por contradecir a menudo la paráfrasis del maestro Sabina. Seremos otros en otros cuerpos habitando bares-lugares desconocidos con motivo y motivación, dejando a un lado el miedo patológico de la soledad, y conspirando para hacer nuevas huidas. Aquí estamos. Nunca será tarde.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

La realidad o el deseo

Ser libre empieza por uno mismo. No se puede renunciar a la propia identidad de uno. Confieso que soy yo el que tiene que decidir hasta dónde llega o no una página, el que tiene que descubrirse a sí mismo, ponerse en la piel pacífica del otro. Sería difícil que yo fuese yo, por entonces, como por ahora, la misma persona que se pierde en bares-lugares desconocidos, que se bebe sus Heineken más tuyas, o se ríe contigo, si faltara a mi autenticidad como ser humano. Conviene tener en cuenta que los amores pasados se van olvidando, es bueno hablar de ellos, como vivir sin ellos. Hemos de buscarles silla en la memoria para intentar dar paso a nuevas ilusiones o a otros amores. El deseo ha de transformar y afectar a la realidad. Se nos olvida con frecuencia la sinceridad de un sentimiento, la patria de una incertidumbre o la alegría de una seducción. Parecemos confusos, desmemoriados, etcétera. La metáfora amiga / enemiga es una maldición que resta sentido al interrogatorio de la realidad. Y he aquí que hay que buscar el equilibrio entre lo que uno es, como un ser independiente. No es raro que a veces sea mejor saber ver las cosas antes de que sea tarde e intentar bombardear hasta límites muy dañinos la felicidad de dos almas. Creo en el deseo pero a veces se estrella, con un pudor discreto, en la realidad de los juegos de palabras. Las palabras se llenan de un calor de invierno. Las miradas están en su sitio como las calles que van a dar a la playa de San Lorenzo, o a tu pelo de arena, pero hasta las malas apuestas personales se convierten en tristeza con el paso de los años. Lo perdido o lo que no fue está a veces más presente que lo que fue. Quisiera ser hablador y anunciante, exiliado en trance de desierto. Las palabras persiguen a la veracidad que soy. Estoy machacando al cerebro para buscar mi barrio / dormitorio, la pócima que me salve de las redes sociales y del sistema falsificador. Este intenta aterrorizarnos mediante el miedo. Si estoy aislado, solitario, uno de mis trayectos preferidos es el idioma. El caso es que es diciembre y el futuro es quedar para mañana o anclarse a todos los efectos en el pasado más remoto. Las fotos y los semáforos que palpitan ayudarán a entender mi despedida, en mi afán de fidelidad. Abro de nuevo mi cuaderno. No hay historias imposibles. Te invito a un café. Gijón se deshace en la lluvia y la plaza te espera. Tal vez nos marchamos del Ébano o del Tenampa pero, como dijo el poeta, quién sabe, "queda una luz, un grifo abierto, la sombra de una puerta mal cerrada".

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Atrio

Escribo este atrio después de haber tenido un sueño intenso, como es costumbre, como creo haber recordado alguna vez. Mareado de ideas y palabras para mi novela, me encontraba, impávido, en Isla-Máster, una isla encantada con un encanto inigualable que, dicho sea de pasada, parecía sacada de alguna obra de Vila-Matas o de Paul Auster (tipo Puerto Metafísico o Tierra del Sueño). La prisa. Me perdía entonces la prisa. La imaginación es un hecho del alma y quería volver a revisar todos los rincones, encontrarme con la gente abandonando la virtud de la calma. Nada es real excepto el azar. Me topé a Ramón, ennoblecido y balzacquiano. Me dijo con clara irritación: "A mí me pareces un Luis García Montero que se ha vuelto loco". De pronto, lentamente, estudié su cara y empecé a advertir que su rostro se cambiaba por el de Francisco Umbral, y me parecían iguales su tono de voz, iguales sus sílabas, todo: "Esta asociación, Gómez, de dos adjetivos contrapuestos siempre me ha parecido muy eficaz, de mucho efecto y precisión, si los adjetivos se eligen bien, claro, y de hecho la ha practicado usted bastante". Luego, añadió para mi sorpresa: "Es indescriptiblemente bueno". Hay quienes gritan en público o en silencio, quienes murmullan, quienes maldicen, quienes se cuentan historias a sí mismos como si lo hiciera a otra persona. Lo que pasa con Ramón / Umbral es que habla él solo y todo el rato. Es el hombre / conferencia, aunque lo que dice es interesante. Así las cosas, empezó de pronto a llover en aquel recinto de ensueño y la lluvia, finalmente, nos dispersó. Se despidió de mí, menudo y afable. Isla-Máster era un espacio inagotable, un laberinto de interminables pasillos, y por muy lejos que fuera, por muy bien que llegase a conocer sus aulas, me dejaba la sensación de estar perdido. Me tropecé a Eduardo pero pasamos mucho uno del otro. Hablé con Sawyer. Sentía la necesidad de apuntar ciertos hechos y quería escribirlos en mi cuaderno rojo y de humo. ¿Qué sucedería cuando ya no tuviera sueños así? Los caminos de la vida, ya se ve, no son muy distintos de los caminos de la isla, con su olor a aula y a melancolía. Como yo soy intemporal y sueño mucho, choqué al doblar una esquina con una mano de sombra que resultó ser Ángela, acompañada de Elena, siempre dispuestas a entablar una conversación para aliviar el frío. Entonces oímos una voz que decía: "Sabes que puedes regresar. Aquellos que tú admiras aún existen". Me dirigí a la A-26, con ellas, charlando de esto y de lo otro. Había un cartel que traía: "Cerrado para muchos, abierto para muy pocos". Al entrar pude ver, eso sí al detalle, que había montones de libros. Libros encima de las mesas, libros encima de las sillas, libros en el suelo. Aquella isla era un mundo aparte, la tierra que soñó Yeats o la Illinois de Ray Bradbury, que también era Bizancio. Justo cuando iba a hablae con mis compañeras puras, intelectuales, me desperté confuso, febril y fabril, entre ruinas dialécticas. Lo raro es que tenía un libro brillantísimo de Octavio Paz entre las manos, lo cual le alegró a uno. Encontré estos versos: "El descenso / hecho de desesperanzas y sin consumación / nos revela un nuevo despertar: / que es el otro lado de la desesperación. / Por lo que no pudimos llegar a consumar, / por aquello / negado al amor, / por lo que perdimos en la expectativa / el descenso continúa / sin fin e indestructible". El descenso continúa. Todavía hoy, con distancias inmensas y secretas, me doy cuenta de que no puedo dejar de mirar el horizonte e imaginar que vuelvo a la isla. Y cada vez que eso ocurre, ya no estoy aquí, sino recorriendo los pasillos  de Isla -Máster, con Alba o Anabel, Marina o Patri, etcétera, y nada me importa más en el mundo que el ruido y la charla lejana de aquella estancia. Y es que  como decía Baudelaire (me parece que era Baudelaire) siempre seré feliz allí donde no estoy.

martes, 4 de diciembre de 2012

Canción para diciembre

Hoy regresé a ti,

me tropecé

con tu rostro

de esencia,

que no tiene precio.

Él nada y pasa

y me quedo mirándolo.

Ya ves qué tontería.

Me desprendí de cosas,

entre tanto atasco,

y recogí las píldoras de aire

con la promesa de quien se sabe a salvo.

Tú traes soluciones a problemas

sin sumergirte en otros nuevos. Pero a lo que íbamos.



Eres fleco del viento en días de siempre.

Me compras el alma y yo te la vendo

en este otoño, tuyo y mío,

en que la derrota puede ser hermosa.

Ama de mar, de tienda y de belleza. Somos quienes somos.

Cuando embalamos los ratos,

los abrimos en el breve hueco de la distancia.



Tienes emociones, miradas que envuelven páginas.

Tienes mis silencios favoritos. Simplemente eso.

Yo siempre digo que tu belleza es humana

y tu ausencia es un desmayo, porque todo lo llenas,

porque haces el mundo eterno en cinco minutos

sembrando jazmines en los días largos.



Hoy regresé a ti, aunque quizá nunca me fui,

la vida es tan verdad como tus manos

conduciendo en el asfalto, que cura mi ruta,

la luna radiante de mi sueño, tanto naufragio.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Diario secreto

En la pasión me cargo mucho las pilas. Dentro de mi paciencia, siempre tengo la impaciencia de no perder el tren. Y sé qué trenes son valiosos.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Se va noviembre

Suerte de anhelo nuestros pasos, mi mirada

descalza, sobrevive por encima

del embate de kilómetros y de truenos

que nos separan a menudo. No he de quejarme.

Se va noviembre y te escribo, tan otoño,

de un lado para otro, porque Gijón

retrata en las olas de la playa de San Lorenzo

tu pelo de arena

donde la vida se resuelve, ése

en el que navego sin nada qué hacer o decir.



Las aguas fluyen en el Ébano, como los acertijos,

fluye la sangre de los corazones

partidos por esta crisis cruel

que trata de corromper nuestro carácter,

y recuerdo tu voz, que ahuyenta todos los miedos.

Todas las mañanas son las primeras

cuando persiguen tu perfume amable

que dibuja el lugar del espejismo

donde me siento a salvo.



El té está listo, y aquí estamos. Se va noviembre,

con su terca verdad,

soñando caballos azules como Lorca

o madrugadas eternas. Seguimos en el viaje

que es dulce y luminoso en tu sonrisa que centellea,

como un pequeño milagro de poder hipnótico.



Aún es noviembre, aunque ya termina,

y yo medito estas líneas que aún no te he escrito

tras esta tempestad, que me trae tu calma,

donde tú y yo nos encontramos.

martes, 27 de noviembre de 2012

Mi sí a las puertas

Las puertas, por un conjunto de azares, me han enseñado muchas cosas de mí mismo. La primera que atravesé me sentó regular pero me he dado cuenta de que cada minuto es valiosísimo. Me dejo llevar por mis instintos. Defino sensaciones y sentimientos. Los silencios pesan más que cualquier ruido. Nunca vas a saber qué hay más allá si no atraviesas esa puerta.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Un poema breve

De todas las mujeres, impaciente por verte todo yo, 

te escojo a ti, en medio de ellas, 

que recorres los versos y papeles que te debo. 

A ti que te recuerdo de madrugada 

y de día te recuerdo.

La memoria es una hoguera 

que nunca deja de arder, 

aguantando el embate del olvido, 

y vivimos respirando sus cenizas,

lo dijo el poeta. De todas las mujeres, en semáforos rojos 

y en llamadas de teléfono, 

te elijo a ti, fragilidad de mis días,

que me haces ser ese hombre perdido 

que se salva en lo que escribió, sintió 

o imaginó a la luz de nuestros lugares-tardes.

El caso es que es otoño y yo te escojo a ti.



A ti, tu luminosidad adolescente,

paraíso prohibido, país aún imaginado.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Más allá de los sueños



(Por la mañana). A veces me da por leer algunos libros de Paul Auster. En cuanto abro uno nuevo guardo sus frases interesantes en un pañuelo. "Para escribir sobre mí mismo tenía que tratarme como si fuera otro". "La realidad es mucho más misteriosa de lo que estamos dispuestos a creer". "He vivido años con la idea de un libro antes de escribirlo". "El azar es parte de la realidad". Cierro el libro que dejo en la mesita. Me sorprende ver en Paul Auster alguna de mis preocupaciones de posteridad. Ya las tiene en sus novelas. Hay obras que nos dan la espalda, miran a otro lado. No quieren encontrarse con nuestra mirada. No ocurre así con las novelas de Paul Auster. Pienso entonces en mi novela en marcha. Aquella que según Max, su protagonista, me hará pasarme ocho horas al día buscando palabras a ciencia cierta; mejor aún, palabras permanentes en el suelo, alicaídas, para supongo no apartarme de mi propósito. Recuerdo así las palabras de Ainara, no hace tanto: -¿Tu novela se parecerá a la peli de ese actor bajito? -¿Más allá de los sueños? -Sí, esa. -Puede que sí, le digo yo. Uno siempre tuvo algo de Chris Nielson, a uno le dio a veces por navegar los cuadros pintados y volar por los aires como el eterno Peter Pan. Uno también sería capaz de abandonar el cielo por el infierno con tal de estar al lado de Annie. Así están las cosas. Las cosas que se condensan y adensan. Los espejos aún me reflejan y el hotel de mi novela abre sus puertas. Mi novela tiene mucho que pintar. Quiero pintar mucho mi novela.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Todo nos irá bien

Tiempos difíciles, sin duda, pero todo nos irá bien 

en nuestra ciudad de torreones altos. 

A ti, con tu autenticidad de mármol, 

resistiendo el embate de las heladas. 

A mí, que persigo tu dulce sombra,

el fiero susurro de tu presencia.

Se trata de rescatar la cercanía 

atravesando nieblas y tempestades con su barro, 

lanzar una bengala si hay naufragio 

porque allí estaré para nadar en tus certezas. 

Yo solo sé hablarte, insomne,

prometerte lugares innombrados, 

a menudo. 

Sabes que estás a tiempo, aún con frío, 

de buscar salidas de emergencia 

o paraísos nuevos, de incendiar la mañana 

con el perfume que tienes en el pecho.



Cuando viene la tristeza a buscarte

me visto de urgencia y de versos,

del modo que tienes de llamarme

y de la ciudad que siempre habitamos. 

Te voy a echar de menos.

Esta semana volveremos a lo de antes. 

No vivamos con miedo ni aterrados.



Todo nos irá bien, somos quienes somos, 

simplemente eso, y no sé qué decirte,

solo que estoy aquí,

para darte el calor de mis días, 

versos y pétalos de risa,

abrazos del recuerdo

y toda la luz renovada 

de este mundo disparatado 

que mece nuestras dudas. Qué ganas de verte.

martes, 13 de noviembre de 2012

Para Ander

A ti, Ander, que recién llegas / y la eternidad son cinco minutos, / los mismos que te miro. / A ti que eres explorador, / madeja de nube, / sonrisa radiante / cargada de paz y de verdades. / Cuando subes a la luna / tienes la llama del candil / debajo de tu piel / que todo lo ilumina / en este mundo que a veces naufraga. / A ti que eres jazmín / que trepa por la vida / como la sonrisa ante un recuerdo. / A ti que eres, ilusionadamente, / sobrino de espíritu y de razón y de locura. / Mientras duermes, nunca sueñas con fantasmas equívocos. / A ti, pequeño y frágil Ander, / como te digo. / La ciudad nos mira con tus ojos. / Somos lo que somos porque tú has llegado.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Para Ager

Te escribo, ya ves, para que te acuerdes de mi voz a ti debida. Te diré que tienes Sopelana en tus bolsillos, el ruido de las gaviotas que persiguen la playa de Ereaga, las olas de un mar que no te deja y suena en el hueco de tu abrazo, el café Iruña, San Mamés que calma la tristeza o los dolores. Te diré eso y te diré la verdad. Eres del camino. La vida es tan verdad como tu cuna. Te escribo, Ager, porque quisiera convencerte de que estar vivo no es un fracaso. Tendrás planes pendientes, tendrás un relato al que dar argumento, tendrás un viaje sin brújula y el calor de tu gente, un lugar en el mundo desde el que poder gritar al otro lado de la ventana. Hoy es siempre todavía. Eres la aurora esperando tu mirada, rugiente e invencible, como luciérnaga inquieta. Que no me entere yo que no te valoran, que alguien te desprecia, o simplemente quiere pasarte por encima. La tierra vasca es la tierra prometida. Hay mucho de poética en ella. Y el futuro nos llama con tu voz, tiene tu aliento.

martes, 6 de noviembre de 2012

Si estuvieras aquí

 
 
 Me levanto cambiando la escena. Ando, asustadizo y sentimental, de un lado para el otro. Atravieso prematuramente (apenas son las 8 y no hay casi transeúntes) la calle de la Paloma desde la Plaza de la Catedral, contemplo entonces en mi marcha el café Central y el España como un enjambre de luciérnagas. Burgos, aquí estamos y te miro, miro tus autobuses tan rojos como tus labios cargados de utopías. Sonreír, lo sabes bien, no es una excusa cuando la vida es tu perfume, gente hermosa caminando por las plazas. Amanece. Recorro toda la Avenida del Cid para familiarizarme con la ciudad que aún bosteza en este otoño difícil y febril. Hoy he sido un viajero sin tristeza, aunque pienso que todo te nombra, huérfano y borroso, tan sin ti. En tu ausencia te diré que si estuvieras aquí brindaríamos por las briznas de futuro, por la vida tan verdad que se encierra en tus ojos. Somos de la incertidumbre finalmente. Burgos, luminoso y escondido, es una estatua con espada y con pasado. Repaso viejas postales en mi mente. Si supieras lo que haríamos si estuvieras aquí. Te lo digo con rotundidad, nunca es tarde. Será un viaje fugaz pero me dará tiempo a escribir borradores, preparar alguna cita, leer nuestros nombres escritos en todos los árboles que tiemblan en el parque, comer como en casa sin estar en ella. Con la que está cayendo y yo me acuerdo de ti y de tu lápiz de labios. Reivindico el recuerdo de nuestros ratos y palabras. Somos lo que somos. Y arrastramos besos y mensajes mientras el mundo parece derrumbarse. Pero no es tarde. Aún otro mundo es posible, ése que soñaré a tu lado.

miércoles, 31 de octubre de 2012

El bipartidismo y el deseo

Nos estamos portando mal con España. Qué futuro y qué Europa queremos. No sabemos, somos las "islas a la deriva" de Hemingway. El caso es que la crisis cierra negocios y esperanzas, genera paro y desconcierto, con un estruendo feroz por una mala gestión que abarca décadas. Es desolador oír hablar a los políticos, cualquier político, "A España no la entienden en el mundo", se decía Umbral, "porque se escribe con eñe, letra que no consta en los ordenadores de la Comunidad Económica". A España no la entiende nadie, ni los españoles, añado yo ahora. Estamos traicionando a España, a la España del Partido Socialista Obrero Español y del talante, a la del PP y las medidas económicas, a la de la izquierda, a la España con escaso fondo de armario. Hay debate de ideas e incluso de ideales, pero seguimos sin soluciones , entre González y Aznar, entre Zapatero y Rajoy, entre el bipartidismo y el deseo, entre tormentas mediáticas y la avaricia del capitalismo. Las verdades en este país, siempre acaban por esconderse. Lo llevamos crudo. ¿Y qué diablos hicieron los Gobiernos-partidos con el dinero, nuestro dinero? Impuestos a cambio de nada, Darwinismo económico, promesas baldías, pensiones que fueron a dar al dique del rencor y el miedo. "Cuesta trabajo creer al señor Rubalcaba", leo en un artículo, "cuando critica a Rajoy por hacer lo mismo que él hizo hasta que perdió las elecciones. Cuesta trabajo creer a Rajoy cuando habla de la herencia recibida". Los ciudadanos, así las cosas, asistimos, impasibles e iracundos, al procedimiento del miedo contagioso, incesante y decidido, inteligente y audaz. Mañana no será lo que queramos nosotros y el futuro fue vivir por encima de unas posibilidades que nunca fueron nuestras. Pagamos los errores ajenos. Pasa el tiempo y la historia. Lo cierto es que, no en vano, no todo está perdido. Hay que rescatar a los seres humanos y su precariedad, al camarero de la hamburguesería, a la dependienta, huérfana y perdida, de la tienda de ropa, al docente que sueña con formar a futuros ciudadanos, al subcontratado por una ETT en esta crisis negra; y no a los bancos. Rescatémoslos solo a ellos y que los políticos se muerdan la lengua. Extraigamos una brizna de aprendizaje de la derrota, del naufragio de la política, del mástil al que rehusamos atarnos, de los botes salvavidas. Relativicemos el éxito y el fracaso. Somos el camino. Que el hacer unas declaraciones no se convierta en una falta de respeto. Que subirse a un estrado no suponga no preservar viejos sueños, aquellos que perseguimos en la infancia. Que la mentira no valga la pena.

martes, 30 de octubre de 2012

Invitación al rescate

Me parece urgente mirar cada atardecer, con nervios e ilusión. Observar curioso barcos absorvidos por la línea del horizonte, cada puesta que cambia de luz notablemente, igual que cada rostro. Y es emocionante. No sé qué decirte, el alma está por los aires, y nosotros nos miramos a los ojos. Me sumerjo en mi estrépito de novela como un náufrago extraviado, hago nuevas amistades de red social y oídos luminosos, con quienes charlo a menudo, siendo martes y casi noviembre. El caso es que, secretamente, te busco en el leve surco de la vida, que tiene aroma a comienzo. Este otoño tan agosto que nos quema y tú, incólume, vestida de amanecer, buscando luciérnagas inquietas que se esconden en lo oscuro, mientras Gijón bosteza. Estos son días cortos, me recupero de las fiebres, recito a Kavafis sabiéndome Ulises, preparándome nuevas huidas en este país maltratado. Que no se me olvide regresar. Fuimos felices y lo seguimos siendo sin volvernos de espaldas. Tú, con la incertidumbre de si realmente te escribo, de si soy hombre de una sola mujer o de muchas llenas de irrealidades. Abre una puerta, y allí me encontrarás mal disimulado. Sabes que cada mensaje cercano me deja una sonrisa colgada en la cara. Sabes que soy de quien me busca, que voy, aunque casi siempre vengo. La crisis estalla con torpe paciencia. Nueva York es un búnker del que escapan viejos fugitivos, y yo, mientras, levanto la mirada. Hago planes, vivo, siento, en estos tiempos de crisis financiera. Y estoy deseando ya verte, que me rescates.

jueves, 25 de octubre de 2012

Por fin

Casi noviembre y aquí seguimos, el alma empapada por las olas de una tempestad que se retira. No es culpa nuestra. Qué sè yo. Gijón, visto tras la terraza de un café que no desoye tu voz, que busca un sitio que sueña con ser otro, eterno y luminoso, mientras el mundo naufraga. Somos del paseo, de La Buena Vida que lleva hasta tus ojos, de la mañana tratando de salvar mi jersey de invierno y mi rutina. Sobrevivimos. Resistimos a atarnos al mástil. Es a veces el otoño un buen verano en donde tu piel brilla. Todas las mañanas son las primeras cuando la derrota aún es hermosa, cuando miras las calles de una ciudad que es nuestra, sin relojes ni urgencias. Andamos de un lado para otro sin que la crisis nos doblegue. Y aquí seguimos, ya ves, sin la tristeza del viajero que regresa, contigo por fin. Somos quienes somos. Aún vivimos.

viernes, 19 de octubre de 2012

Paraísos inventados

Uno se mira hacia adentro a deshora, huérfano y perdido, y con la intención de encontrar el alma o algo que lo valga. Hay que cazar los rayos de tu mirada, lejana, como Navokov cazaba mariposas. Te llamas Alicia o Almudena. Apenas te conozco pero sigo tus pasos de gacela y de tango en el teatro de mis sueños. Ya sé de dónde vienes, aunque no se sabe nada. Días de Gijón en la cabeza, de Gardel y literatura, ya está dicho, para conseguir un puñado de dichas. Aún me falta algún ensayo para oscar a mejor actor, pero espero verte de regreso, acto 2, escena primera, la tarde de un café que aún nos aguarda. Días de sueño, a estas alturas, me paso el día paseando mis deseos horas y horas, la vida es tan verdad como tus pasos. Gijón sin ti Alicia / Almudena es un puerto sin barcos ni futuro. No te falta la calma de los paisajes amables. No te conozco pero somos el destino, que no existe, somos tú y yo. Estar vivo no es un fracaso. Me miro hacia adentro, lo sé, y la mujer habita al marinero con todo su lirismo y el estrépito de su alegría. El mundo no es distancia en la textura secreta de la memoria. Creo en mí.

jueves, 18 de octubre de 2012

Futuros interiores

Regreso a tu futuro introspectivo, secreto, prohibido, maldito. Ocurre que uno tiene en su cabeza un torbellino de sentimientos y nostalgias que le mantienen insome en una siesta de libro. Fuera la vida gira como un torbellino, en esas está. Somos el acantilado que observa todos los atardeceres bellos, y le habla a las olas. Vuelvo a tu futuro preparando una huida. A veces me preguntan quién diablos me gusta y yo respondo que me encantan los soldados que se alojan en tu vientre. Vuelvo, aunque quizá nunca me fui, con mi jersey de mar y la calle que es nuestra. Paro un taxi silencioso, amor, y vuelvo a por ti, a quien adoro y perdono por estar del otro lado. Es nuestro futuro hablador y anunciante al que regreso esta tarde / noche, a tus llamadas perdidas a punta de recuerdo. Lo que todavía no entiendes es que no hay lumbre más ardiente que tus ojos. Lo que todavía no entiendes es que tu piel crea la tormenta perfecta. Salgo entonces de casa sabiendo que estás viva, aunque te hiera este otoño que encharca los pulmones, complicado como Cellini, como la aurora aquella que habitamos, tuya y mía.

jueves, 11 de octubre de 2012

Volvimos al café

Volvimos al paisaje que habitamos, que necesita un café para cruzar un océano de palabras y de futuro, el leve surco que lleva hasta tus ojos y a las ganas de verte. Aquí seguimos. Recordando las promesas que nos hicimos antes de que la crisis golpeara todo lo que parece derrumbarse. Esto es la vida. Volvimos al café y al viaje sin brújula, a la vida de las dos de la tarde. A este otoño que es el primero cuando los interrogantes nos visitan, a menudo, como quien busca escaleras de emergencia y mares primigenios. Y aquí estamos, como digo / decía, en la vida, ahora que la lluvia nos da una tregua, y paseamos el idioma de brujas sin escobas ni dudas, como el joven Potter en Hogwarts, colándose por ventanas y cielos deshabitados. En este otoño tan invierno, como el espejo del pasado, tuyo y mío. No somos peores.

lunes, 8 de octubre de 2012

El derecho a mi delirio

Regreso a mis atardeceres-lugares, que habito sin ortigas ni olvidos. En tu ausencia sé que las cosas irán bien. Trabajo la novela a ras de sueño recordando las promesas que me hice siendo un crío. Aún soy, de alguna forma, un Peter Pan pendiente de tus gestos. El mar no se retira y su mirada no se toca. Leo en André Maurois: "¿Qué va a sobrevenir? ¿El fin del mundo o al menos de nuestro mundo? ¿La destrucción de la humanidad, anunciada por Wells?". Son demasiadas cosas: la esperanza, los poemas, las oposiciones vestidas de Celestina. No todas las derrotas son feas. Velamos a septiembre. Bienvenido, otoño. Arde la vida como arden mis ganas de verte, que se cuelan por las ventanas. Te esperaré, nombrándote en la tarde que se apaga, con el derecho a mi delirio. Seguimos soñando.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Pasión para fotófobos

Caigo en el vicio de tus ojos, disparo de la luz. Lo había dejado de tanto cambiar de lugar y casa, de casa y lugar. No me entero. Lo intenté. Lo intenté. Puede que sea la pasión, como dicen por ahí, que balancea mi corazón dormido. La pasión es un estado de ánimo aunque me lleve la contraria a mí mismo. La pasión para cualquiera que junte besos, líneas o recuerdos. Porque existe para todo el mundo que analice e interiorice, no importa dónde te encuentres ni quién seas; si eres renovado o renovable, pensante o pensado. La pasión alabeada cae sobre ti en un espacio casi imposible, y te apasiona, te ralentiza y te engulle, te salpica de luciérnagas, si hay suerte... Bendita pasión que no es baldía, de mares y de huracanes de interior, que no me entere yo que te maltratan, que alguien te ignora en el bolsillo del alma, te provoca y te estrella, que alguien te ortiga, te acorrala, te convierte en olvido o simplemente te saca del paraíso. Con tanto ruido, ya digo, no había podido escuchar el disparo de tu luz que me abre sus páginas. Y ahora concilio así un sueño que habita en mí, en el eco de mi frontera, y crece, como la cola de los parados.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Maquillaje exprés

Es septiembre, que a uno siempre puede resultarle fascinante. Despedimos el verano. A pesar de su marcha, o quizá por ello, el olvido golpea todo y uno, todavía escritor joven, sigue con la novela a cuestas y con las oposiciones de futuro. Somos otros, austerianos y distantes. Pero aún así no nos rendimos, aquí estamos, y, entre tanto, recordamos las promesas que nos hicimos. Es hora de cumplirlas. Empiezo para variar un nuevo poemario de desahogo, Maquillaje exprés, título por cortesía de mi querida amiga Patri, genial como siempre (uno, como snob, intenta estar a la última). Llevará poemas sin conexión aparente, sin maquillar más que lo justo (porque uno está como quien busca espejismos o salidas de emergencia). Continuamos pidiendo la paz y la palabra, siendo fieles a nosotros mismos. Qué bueno empezar nuevos libros, nuevos poemas. Ojalá que os gusten.



BILLETE PARA UN VIAJE AIR XANAX

Nunca he oído hablar de Xanax, dije.
Es una droga distinta a cuanto ha visto.
Siga las instrucciones -querrá tomarla-,
y dirá adiós a todo
y se convertirá e un vulgar zombi,
en un ser de párpados cerrados
que no llamará la atención.

Podrá, si no se resigna,
volar a través de las ciudades
y las corrientes bifurcadas
espantando a la anestesia
de días pasados.

Le garantizo que, cumplido el tiempo,
no se enterará
de que ya no sigue con los pies en la tierra.



LOS OJOS ABIERTOS

(Marguerite Yourcenar)

Tengo varias religiones, como patrias.
No pertenezco quizás
a ninguna de ellas.



CAUTELOSA MÁQUINA

La máquina,
vieja máquina de escribir,
que es nueva de alguna forma,
cicatriz siquiera,
murmullo.
Le quita el rencor a lo que pienso,
porque, contra lo que creen
los transcendentalistas del oficio
-que no expresan nada-
escribir en una máquina
es menos comprometido
que escribir la tinta.

La pronuncio.
La devoro en mi sombra.
La someto al alcance
de lo visible.
La rescato
hasta los escombros de la luz.

Estaba escrito,
sigo fiel a mi máquina,
delira,
teclea alegremente
el silencio de última hora
que está en nosotros como a nuestro alrededor.
Por tanto, la máquina,
respiración nocturna,
colchón vacío,
dice las verdades de plomo.
Es cuanto necesito saber.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Isla-Máster

La isla. Una isla en el corazón. No es que la isla se vuelva silencio y peso con el tiempo. No, tampoco es eso. Anoche, sin nervios ni disimulo, soñé que salía de clase, de aquel viejo máster de profesorado en el que las luciérnagas se escondían en los pupitres, de aquel edificio mítico y mágico donde nos buscábamos y nos desencontrábamos vagando absortos, donde alguien me decía "Ésta es tu isla, macho, aquí te quedas". La isla ligera en el aire que respiro hondamente e ilumina mi mediodía, en secreto, para no dar sospechas a los morlocks fotófobos. La isla, estamos presos en la isla y con la literatura en crisis. Parece que no tiene historia pero la tiene. Vivimos en la isla mucho más de lo queremos admitir. Quien más y quien menos guarda lugares en los que fue mejor. Vuelve la luz de una isla que yo creía apagada para siempre, regresa así, sin que necesitemos muchas más razones. En sueños mis pasos se dirigen a ella: dan un paseo por la sala de ordenadores, se pierden en la cafetería pidiendo una lenta cerveza con sabor a otras tardes y se paran ante la puerta S-26. Pero la puerta está cerrada y han cambiado la clase al edificio Norte, plagado de identidades que dicen los psicosomáticos. El tiempo es un barco que solo naufraga cuando ya no tenemos ganas de navegar en él. Lo que pasó ayer pasó hace una eternidad. A veces parece que todo transcurre allí, arrastro pedazos de madera que son recuerdo. Qué pena. Qué desaliento. Es la isla de las cosas que ya no existen pero no me importa: allí está mucha de la gente que más aprecio. Navego a mi vieja isla al otro lado de La Gesta, a mi aula que ya no es mi aula, con finos showmans y libros dialécticos, y me hundo en el mar del olvido y sé que allí está todo. Tediosa, edificante, robinsónica, imaginativa, con ojos colegiales, disparatada, dictatorial, latente (diría Freud). ¿Encalla un barco cada día? ¿Encalla un barco cada año? Miro y callo. El barco encalla de vez en cuando, de tarde en tarde y me digo: felices meses. Felices hasta que se me ahogue el barco del corazón sin llegar a ella. Por fin la isla. Sí, la isla. Una isla que amo mientras el mar me mata.

martes, 18 de septiembre de 2012

Vámonos

La casa en el campo, silenciosa en la noche, perdida y acompañada, me trae tu nombre. Ya está, pronto nos veremos, y trato de aplacar los nervios. Quiero dormir hasta estar a tu lado. Tengo ganas de verte, qué sé yo. Sé que tu presencia trae lo que un sol luminoso al verano que ahora marcha. Comienza en ti este otoño, en ti árbol abierto, que me ofrece sus ramas. Hay mujeres que dan para un libro y mujeres que son un relato breve. Tú mujer con hojas, eres Eva expulsada del Paraíso. Yo, Ulises, triste viajero que regresa. La ciudad está cerca y lejos. Aunque sepa los caminos yo nunca llegaré a Ítaca. Hay que pensar en tantas cosas: la novela, nuestra próxima huida, los sueños por habitar, buscando luciérnagas que se esconden. Vámonos, pequeña, al frío. Cada comienzo es un horizonte. Todo es un relámpago en tu risa.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Cita

Fui feliz y sigo siéndolo aunque el frío glacial se congele en mi camisa e Ítaca se vaya deshabitando.
Estos días son largos. Hago repaso de lo vivido y los recuerdos son aleteos de mariposas fugaces haciendo vuelo rasante. Todo un reto poner nombre a las puestas-atardeceres, empezar mi novela que encuentra todas las ilusiones que uno quiere. Aquí Ulises. Aquí un náufrago en busca de un hotel disparatado en que sentirse niño. Son tiempos difíciles. Mañana no estaré en el País Incertidumbre. Mañana no será lo que Dios quiera, y nos cubriremos de certezas. Me quedan demasiadas cosas por vivir y aprender. Momentos frágiles. Somos los que fuimos. O los que seremos. Qué sé yo. Cómo pasa el tiempo. Nace un amor más justo, mejor. Ése que soñaron esos otros que conformaron al yo que soy ahora. Ése que se sube predido a los trenes del futuro, a los cafés de Heineken y de risas disparatadas. Con la llama de Prometeo alumbro la vieja casa, ahuyento a los morlocks que se tercian, con libros de Paul Auster o palabras incesantes. También con veracidad y autenticidad. Te diría que sigo soñando y trabajando mis escritos y te diría bien. En esas estamos. Y ando inquieto. Con todo por hacer. Con nuestro encuentro por llegar. Estoy llegando a la cita. No queda nada.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

La vieja casa


Terminó la mudanza,


y yo vuelvo.

Fuimos felices en el máster

con un sol cegador.



Vuelvo como un animal cansado

entre el delirio y la cordura

como James Mathew Barrie

con los hermanos Llewelyn Davies,

aunque quizá nunca me fui.



Vuelvo a Ballota, a la vieja casa,

pequeño universo desierto

perezoso, que bosteza,

regreso al roce de los acantilados

y a las nubes primigenias,

al viejo lugar

donde siempre somos jóvenes.



Trae el horizonte, vestido de septiembre,

un nuevo comienzo,

ladridos de perro al amanecer.

Palpo la escalera desconcertada,

tallo nuestros nombres en los árboles,

esos mismos que escribía en los pupitres,

mientras termino etapas y versos

preparando futuras citas.



Pero a lo que íbamos. Seguimos el viaje.

Vuelvo y huele a recuerdo la vieja casa.

Abriremos todas las ventanas.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Luz radiante y luego oscuridad

"Estoy solo en la oscuridad, dándole vueltas al mundo en la cabeza mientras paso otra noche de insomnio, otra noche en blanco en la gran desolación americana".




sábado, 1 de septiembre de 2012

Lo que fue nuestro



A pesar de los años, o quizá por ellos, apreciamos desde la distancia la esencia de los días felices.

viernes, 31 de agosto de 2012

Un río, más o menos, es la patria del poeta

Citar a Manrique parece cosa un tanto tópica, pero el autor medieval convive con nosotros, está en las conversaciones más tardías: "Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir". O más bien podemos decir: nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar que es el olvido. Algunas veces en el trancurso de un viaje, no de trabajo o de estudio sino de descanso, he encontrado por azar hermosos lugares inexactos como ríos que uno nunca llega a entender -reflejos de sí mismo-, ciertos ríos que han seguido luego acompañándome animosamente, de ciudad en ciudad, de olvido en olvido, y en los que he disfrutado a la vez de sus aguas que traían las huellas de mi pasado -¿de qué son símbolo?- y de aquellas otras en las que, obviamente, nunca podré bañarme dos veces salvo iluminado por la luna del recuerdo. Normalmente, uno va haciéndose preguntas sobre sí mismo. Seguramente hay ríos que se parecen al alma de uno. Seguramente hay ríos que abren sus puertas, que han de gustar mucho a quien lleve dentro de sí, fiel, una madurez declinante, como el río Asón, vivo y poderoso, preparado presumiblemente para darse un paseo hasta el camping de Ramales de la Victoria mientras la luz pinta de colores la mañana, con sus grandes vistas y su naturaleza deslumbrante. Uno disfrutaba de verdad viendo sus aguas.
Miro pasar la gente que va y viene a mi alrededor, le presto atención a cosas a las que antes no atendía. Y entonces llega la única respuesta. Que uno ha llegado a amar el Asón más que a nada en el mundo, al igual que Alberto Caeiro amaba, de entre todos los ríos, el de su pueblo, porque era el suyo. Pues bien. En los lugares hermosos que visitamos hay, ciertamente, recovecos a los que, más allá de sus límites, después de tiempo, terminamos por dejar de volver. Son páginas que uno reescribe, piedras que tira a la lisura de un río que era la misma vida. Hay que decir -aunque yo no sea Manrique- que hay ríos que tienen vida, que son apropiados para la nostalgia, que despiertan y nos dicen algo ciertas noches, como el río del viejo Siddharta. O no tan apropiados: algunos son solo olvido y penumbra pero, así y todo, son ríos al fin y al cabo.
De vuelta a El Astillero, sí. El hombre, compruebo ahora, , es el ser de lejanías de Heidegger, pero algunas mañanas de voz, mi río se convierte en el grato río de la memoria. Así, el Asón, que es nombre hospitalario, su reloj parado -ya digo- en estos días. Sus aguas, familiares y rápidas, van y vienen. Me inundan. Me mareo un poco con tanta velocidad. Cómo se agradece un río intemporal en que conservarse joven. Me resisto a la cuenta atrás o adelante de las aguas del tiempo. Hay bloques de pasado a la deriva y me habitan unos días. Porque cualquier río semejante a mi río es la eterna mirada del pasado, la eterna mirada de uno mismo. ¿Qué mundo era ése? La mañana es, sin duda, como una espada vieja. El viajero que fui, queriendo huir de todo (incluso de estas líneas), sabe que le entusiasman las aguas de paso sosegado. No es que entienda gran cosa, piensa ya sin paréntesis, pero sí piensa que siempre le han interesado las aguas. Hay algunas aguas perdidas que uno guarda, sin saber cómo ni por qué.
Vuelta al Asón, el río de un poeta que no duerme y sueña con la tinta que le dio, con un libro que debió haber escrito hace ya tiempo, y su honda nostalgia se le resuelve en palabras todo el tiempo. Viajero por El Astillero, registro en un cuaderno secreto, en los días de siempre. Con la ilusión mojada, mi verso tiene el curso de sus aguas, todo lo que yo era. Algunas veces, todavía hoy, no puedo dejar de mirar un río, cualquier río, e imaginarme las aguas del Asón. La mano del tiempo, que todo lo borra, no me las ha arrebatado, hacen horas extra. Y, cada vez que lo miro, ya no me encuentro aquí sino en un paseo camino del camping de Ramales de la Victoria, y nada importa en el mundo más que observar cómo se desliza su cauce de una forma radiante. Eso hago, inventar -¿recordar?- una adolescencia que fue así (o lo soñé, que es lo mismo).

miércoles, 29 de agosto de 2012

¿Qué leía?

¿Qué leía aquella muchacha del libro en el tranvía?
Por estar fuera del tiempo y la imagen y el nombre,
solo le quedaba el sentido y ése temblaba tan ardorosamente
que si hubiera tenido que hablar, hubiera injuriado,
y si hubiera tenido que levantar los ojos, hubiera visto
solamente la rebelión y la caída de los ángeles...

Quien se ha sumido en la poesía,
ya no puede salir...

martes, 28 de agosto de 2012

Negociaciones de última hora

Como le ocurre a Vila-Matas no consigo dormirme porque algunas palabras insisten desesperadamente en mostrarme como el comienzo de una futura novela: "Aquí estoy en mi cuarto habitual. No pienso, y por lo tanto no existo. Me he olvidado de quién soy". Lo leo seis o siete veces. Me siento lleno de dudas. Un momento después lo leo otras seis o siete veces y empiezo a dudar de aquellas dudas. Aunque no sé si éste, tan pessoano, es un buen comienzo para un libro mío. Pero las palabras, impertinentes -ahora lo comprendo-, me insisten y me impiden dormir. A fin de cuentas, nunca es tarde si el insomnio es bueno. Pensar en algo supone siempre pensar en lo contrario.

domingo, 26 de agosto de 2012

Cierta identidad auténtica

Como diría Andrés Trapiello: Los escritores somos como los delincuentes, todo lo que escribamos puede utilizarse en nuestra contra.

jueves, 23 de agosto de 2012

Despierta

Ahora más que nunca,

despierta,

no des mil vueltas

en la cama.

Enamórate asumiendo

los retos que suponen

estar vivo.

Sé permeable

a la batalla cotidiana

del amor a corazón abierto,

y no pidas disculpas ni permiso,

qué diablos,

no te quedes inmóvil, no sumas

con la que está cayendo

ante esta crisis que se viste de realidad.



Te diría que despiertes,

que te emociones sin perder el vínculo

de unos vinos o de unas palabras

en un celular.

Disfruta del instante,

ése que brindaré a tu lado.



Ahora despierta, más que nunca.

Qué sé yo. Mira el reloj

y no te retrases, que no es tarde,

prepara nuevas huidas

donde siempre somos jóvenes.

Así los dos. Tú, de agosto

y este verano, tuyo y mío.

martes, 21 de agosto de 2012

El autor de estas líneas

Perdido objeto / tan dulce y bellamente / así el amor.

Literatura: / garito de hospicianos, / también de héroes.

Ser hospiciano: / oficio que no cabe / más que a un hombre.

Buena experiencia / visitar un museo. / Sombras atroces.

Toda ciudad / que se estime tendrá / su fiel museo.

Nada conforta / la vida que hacer / algo que llene.

Ya es optimismo: / Madrid es presumida, / coqueta a veces.

A actitudes / claras siguen razones / más que confusas.

Solemnemente / la tormenta perfecta / es escribir.

Compra o alquila / el autor de estas líneas / la incierta luz.

viernes, 17 de agosto de 2012

No sé qué decirte

No sé qué decirte. Podría decir que estoy cansado.

Preparo la mudanza, hago las maletas

tomado por los fantasmas

impecables

que habitan la casa y cada vacío.



No sé qué decirte. No es el mejor momento.

Hago planes y escribo poemas,

soñando con las manos de Kip Winger o Susanna Hoffs,

en este estrépito de crisis financiera

y maldiciones, en que aún nos atrevemos a soñar.

El caso es que me siento a salvo

cuando el mundo se detiene

en el leve surco de tu mirada.



No sé qué decirte.

Emprenderé nuevas huidas. Seguiré vivo

haciendo propósito de mejorar

mientras el mundo se derrumba.

Tras esta tempestad, vendrá la calma.



Pero lo cierto es que

no sé qué decirte mientras te escribo

-ya son casi las doce de la noche-

siendo viernes y casi invierno,

brindando por el instante

en que recuerdo qué es vivir.

Y no sé qué decirte.




jueves, 16 de agosto de 2012

Amistades pendientes

A menudo se da el caso de que converso con alguno de mis "novelistas-líricos" (entre comillas pues el término ya en sí es una duda sin duda): Sabato, Auster, Zagajewski, Montero, Miller. No siempre estoy de acuerdo con ellos, pero me entusiasman, los necesito. Sabato: "Habrá siempre un hombre tal que, aunque su casa se derrumbe, estará preocupado por el Universo". Auster: "Solitario, pero no en el sentido de estar solo. No solitario como Thoureau, por ejemplo, que se exiliaba en sí mismo para descubrir quién era". Zagajewski: "Cuidar del mundo: leer un poco, escuchar algo de música". Montero: "A veces una piel pudiera ser la única razón del optimismo". Y Miller: "La envidia es la única cosa de la que nunca he sido víctima". Bien, amigos. Bien. Somos lo que somos, escritores a los que nos gusta sentirnos acompañados. No estamos solos. Soñamos mundos mejores, y quizá más justos. Aún no es tarde.

miércoles, 15 de agosto de 2012

En otro sitio

Más Paul Auster. Leído La invención de la soledad. En la parte titulada "Retrato de un hombre invisible", tras la muerte de su padre, el autor nos dice: "Ayer, una niña de la vecindad vino a jugar con Daniel. Es una pequeña de unos tres años y medio que acaba de comprender que los adultos también han sido niños y que incluso su madre y su padre tienen padres. De repente, la niña levantó el teléfono e inició una conversación simulada, luego se volvió hacia mí y dijo:
-Paul, es tu padre. Quiere hablar contigo.
Fue horrible. Por un instante pensé que había un fantasma al otro extremo de la línea y que realmente quería hablar conmigo.
-No-dije por fin de forma abrupta-, no puede ser mi padre. Hoy no puede llamar porque está en otro sitio.
Esperé a que colgara el teléfono y salí de la habitación.


martes, 14 de agosto de 2012

Futuro

Cómo pasa el tiempo. Hoy regreso a mi pasado

mientras se desangra este futuro

de crisis y de ajustes.

Confieso que sigo siendo el muchacho

que le sonreía al destino.

Rompo el espejo de las horas

entre el delirio y la cordura.



No me rindo,

te busco en cualquier mesa sin horas

en que depositar utopías y conversaciones.

No sé qué decirte. Mi entorno mantiene la costumbre

de no tener autenticidad. Quizá nos quiten las verdades.

Pero no las ganas de verte.



Quiero decir mis sueños -quizá ya lo haya dicho-,

entre nervios e impaciencia,

vivir y desvivirme para representar

nuevas formas de resistencia.



Sé que el futuro es quedar para mañana,

quizás una sonrisa, una última copa,

tus barcos y tus olas. En fin. Me pongo cursi.

Pero estamos a tiempo de cambiar las cosas.

Creo en nosotros.

lunes, 13 de agosto de 2012

Mudanza y movimiento

Día pasado leyendo los poemas y apuntes de diario de Adam Zagajewski -tras algunos ratos he vuelto a este escritor. "Alguna vez pensé en no abandonar la biblioteca, en quedarme allí para siempre", dice, "en la segura compañía de los sabios y los poetas,  y apasionarme con una sola controversia, el conflicto entre el pensamiento y la poesía". Saco en préstamo La invención de la soledad, de otro autor interesante: Paul Auster. Me impresiona toda su fuerza y la inventiva de este escritor de Nueva Jersey. Pienso en la mudanza y el movimiento, en los lugares en los que uno es mejor. Pongo manos arriba la nostalgia y me acuerdo entonces de ti, de nuestra calle anterior / interior, que huele a madreselva y universo.

domingo, 12 de agosto de 2012

La mirada del viajero

"El viajero mira alrededor intentando adivinar en las miradas de los otros la razón de su silencio" (Julio Llamazares).

jueves, 9 de agosto de 2012

Café de los recuerdos

Es verdad que mi Creador

es distinto del que te cuentan.

Y yo, ya sabes,

no creo en el destino.

Imagino que naufrago

en tus labios

en el túnel de la noche.



Es verdad: tu rostro está por las nubes,

y quién lo ata. Miro el reloj.

Reviso tus huellas de red social

mientras hago balance indispensable.

Joder, hermosa palabra Balance,

allá en el olvido de un hotel

o de un secreto.



Es verdad, somos gente solitaria,

a menudo, rehén del miedo y de la crisis

en estos tiempos de melancolía.

Reparo en los detalles

en los que se resuelve el mundo,

robo como Prometeo una llama

a mi esperanza de verte en Avilés o Ponferrada.



Es verdad que tu imagen

sigue viva

incluso después del sueño

en que detengo lo fugaz, lo instantáneo,

y fijo la vista en tu sonrisa.



En el Café de los recuerdos

nunca es tarde para desearte

a pesar de los años. O quizá por eso.

domingo, 5 de agosto de 2012

Tranquilidad perfecta

"He soñado con un escritor que tenía ciento ocho años. Había conocido el éxito a la edad de ciento uno. Lo contaba muy animado" (Adam Zagajewski).

viernes, 3 de agosto de 2012

Mireia Belmonte

Con el

temporal

que entra

por la crisis,

a pesar

del momento español

cataclismal,

tenemos a Mireia Belmonte.

Actual y apasionante,

es el nombre español

más hermoso que se me ocurre,

en este caso.



Su última y penúltima actuación

viene con himno y con medallas

en mitad de un río revuelto,

y nos hace pensar

que no todo está perdido.

Lo que pasa ahora, en España y en el mundo,

es que necesitamos a Mireia.

Nada, y entonces visto y no visto.

Es una nadadora que es todo.



Mireia Belmonte ha sonreído esta semana

con una sonrisa eterna y tímida.

Mireia adolescente,

manos de vista popular,

brazos de princesa,

amor inesperado.

martes, 24 de julio de 2012

Sobre un tema de Joseph Joubert

Los poetas tienen cien veces
más sentido común que los filósofos
y al buscar la belleza
encuentran más verdades
que los filósofos
buscando la verdad.

sábado, 21 de julio de 2012

Privilegiado

Gijón es una ciudad muy presumida. Llega uno y le enseña su mar y sus callejas, y un sol como el de los mejores días. Se encamina uno sin cansancio, con zapatos nuevos y relucientes, hacia Jovellanos y saca en préstamo Hijos sin hijos, de Vila Matas e Inquietudes bárbaras, de Luis García Montero. Lee en ellos: 1. "Después de todo qué somos, qué es cada uno de nosotros sino una combinatoria, distinta y única, de experiencias, de lecturas, de imaginaciones". Y 2: "La ciudad, por su parte, sigue hablando de pasos de cebra, de leyes, de razones universales, del cumplimiento de las normas, de los derechos inalienables, de los valores de la cultura occidental". Deleitosa madreselva uno va, se dirige, a Personajes y compra repentinamente y para siempre Beatus Ille, de Antonio Muñoz Molina. Le asalta a uno entonces tu recuerdo, vivito y coleando. Es una verdadera lástima que no estés aquí, lectora amiga, para regalártelo y charlar de esto y de lo otro. Tus palabras se han ido fuera de Asturias pero siguen estando aquí, y no han caído en saco roto. No todo el mundo está en condiciones de escuchar. Me sé, por ello, privilegiado.


viernes, 20 de julio de 2012

Malos sueños

La escena me araña los pulmones.

El tren se extravía

sin llegar a nuestra cita, en el Llano.

Pero no se lleva las ganas de buscarte

como luciérnaga inquieta.

De pronto, saludo al nuevo día.

Perezoso bostezo

y soy la estela del primer rayo.



He despertado y me esfumo de los malos sueños

mientras el mundo tiembla.

Hoy es siempre todavía,

y lo sé bien.

Desaparezco como el explorador

que avanza y llega al fin, hasta ti,

como Ulises tan al borde de tus ojos,

con su archivo de mejores gestos y palabras.




Y entonces uno se siente menos solo.

Ya estás aquí y el dinosaurio se marcha.

Seguimos soñando.


jueves, 19 de julio de 2012

Sombras iguales

Con Hermann Hesse en el café La Corte: "-Es para mí una alegría, querido Harry, poderle hacer a usted hoy un poco los honores. Muchas veces ha estado muy cansado de la vida; se afanaba por salir de aquí, ¿no es verdad? Anhelaba abandonar este tiempo, este mundo, esta realidad, y entrar en otra realidad más adecuada, en un mundo sin tiempo. Hágalo usted, querido amigo, yo le invito a ello. Sabe muy bien donde se oculta ese otro mundo, y que lo que usted busca es el mundo de su propia alma. Solo dentro de su mismo interior vive aquella otra realidad por la que usted suspira. Yo no puedo darle nada que no exista ya en su interior. Yo no puedo presentarle ninguna otra galería de cuadros que la de su alma. No puedo darle nada: solo la ocasión, el impulso, la clave. Yo he de ayudar a hacer visible su propio mundo; eso es todo".

Museo

Motivos: la tinta, el papel, el café y las hermosas mujeres. Una postal de París con Leonardo Da Vinci y la calle Château du Clos Lucé. El retrato de Dorian Gray. El cartel de El club de los poetas muertos. Cualquier poema de Claude Roy. La vieja "Carta abierta a una chica progre" que encontré en el Cajón desastre, de Ponferrada. Tu manera de ocupar un lugar en la tierra. Los ejemplos del ejemplar pasado. Los freudianos. Las tardes en el Fontán, entre libros y enigmas. La tendencia de dejarse llevar. El tránsito de la vida. Por qué no, tus ojos deseados. Tres versos de Joan Margarit: "Miro sonriendo la fotografía. / Amamos mucho tiempo. / Tarda en marcharse el sol de los retratos". Las ciudades que son como las personas. La flor de cada instante. Marcel Proust. Llamazares. Lorca. Benedetti. Borges. El Hotel San Jorge de mi adolescencia. Las noches de insomnio minuciosas. El rumor del río Asón. La luna en el British Bar, misteriosa pero suave, como linterna vieja. Una llave entre las manos. La sonrisa de Ángela en la mirada del viajero, que se repite y se repite. El Café La Corte de entre todos los cafés del mundo. Los trayectos de tren. Los poemas escritos a medias con algún escritor universal. Uno y el universo. La mano invisible del tiempo. Tu provincia de tedio y plateresco. Lo fugaz. Lo instantáneo. La encrucijada de estrellas. Los aforismos que alguien tira por el camino. La gente que una vez encontramos, y que somos nosotros. Las estaciones del mundo. La lluvia, aunque a veces no sea la de París, Barcelona o Astillero. La vaga sospecha de unas vidas. Lo perdido. La jodida e inesperada llegada de la muerte.

miércoles, 18 de julio de 2012

Mi verdadero amor

De entre los libros que me encuentro con la mudanza, antes de desalojar mis recuerdos, las Canciones de Bob Dylan, que he leído con placer. Dice así una de ellas al abrirlo: "Si vas a la feria del País del Norte, / donde los vientos agitan con fuerza la línea fronteriza, / dale recuerdos a una chica que vive allí. / Ella fue, una vez, mi verdadero amor. / Si vas cuando las tormentas de nieve, / cuando los ríos se hielan y el verano termina, por favor, fíjate si lleva un cálido abrigo / que la proteja de los fuertes vientos". Cierro el libro. A veces parece que no te veo pero sí. Te diría que tengos sueños valientes, que nunca es tarde mientras nosotros nos enamoramos y el mundo se derrumba. Te diría que sigo pensando en ti, y estaría en lo cierto. A veces, ya sabes, la gente piensa que tienes una belleza arrebatadora. Qué sé yo. Me nacen alas solo con tus palabras. Te busco en cada poema y en cada fracaso. Y allí estás tú, vestida de cálido abrigo, como en la canción, salvándome de todos los naufragios, de todos los incendios. El caso es que en un ejercicio de sinceridad maravillosa siempre vuelvo a ti. Así están las cosas. Y ando inquieto. Con mis ganas de verte. Ya queda menos.

martes, 17 de julio de 2012

Tú y yo en Ponferrada

Sensación extraña de deambular / caminar por las calles como en un cuento en el que inventamos cosas, y en ese plan. Pero la vida no es como en un cuento ni tampoco un poema aunque soñemos muchas cosas. Es un movimiento perpetuo, se decía Monterroso, hablador y anunciante. Hoy me siento bien, un Julio Llamazares que mira y admira la Catedral por sobre el fondo del agua de un charco, que no sorteo. Releo estas líneas: "Era como si la Catedral se hubiera dado la vuelta, como si, de repente, se hubiese inundado de agua y las vidrieras se reflejaran en ella como los árboles en el río cuando en verano nos íbamos a bañar". Me hago mucho Llamazares, mucho. Sus aguas del olvido están hechas a mi medida. La memoria se baña entonces en las aguas que hemos vivido hace ya quince años. Mi patria es mi infancia. Y tu ausencia hiela mientras todo te nombra, y aspiro a ser Hamlet, o el joven Werther, o Don Quijote, o David Coperfield, a ser otro en otros paisajes y horizontes más amables, a estar contigo en Ponferrada, solos tú y yo, atreviéndonos a alzar la voz y a compartir los sueños. Promesas de un mundo mejor.

lunes, 16 de julio de 2012

Mañana,... mañana no sé

No quiero olvidarme del futuro.

Si se observa bien, siempre hay un olvido

cantando en medio del pasado.

Siempre hay un transeúnte que es

solamente un recuerdo, una huella.

Las brasas nos iluminan. Me da miedo pensarlo.



Y mañana,... mañana no sé.

Encontraré la cordura enloqueciendo un poco más,

yo que soy lunático y marciano,

espontaneidad artificiosa,

ideas que van y vienen. Mañana no sé.

Serás más bella porque te desearé más.

Todos huirán a la playa

o a otros brazos.

Sobreviviré a los atascos imposibles

buscando seres terriblemente poéticos.



Cuántas vidas como la mía,

que no quieren olvidarse de su futuro,

como yo, que te quise con la confianza de un niño.

Pero a lo que íbamos.

Mañana no sé, encontraré la cordura

jodidamente enloquecido,

gritaré tu nombre al otro lado de la calle.

El de toda la vida.


Y no será lo que Dios quiera.

domingo, 15 de julio de 2012

La mentira del poeta

Es Andrés Trapiello, discípulo de Pessoa, el que habla con nobleza y finura: "Todo lo que un escritor escribe sabiéndolo antes de ponerse a ello, no sirve para nada. Imaginemos una conversación que fuese así:
-Ahora te voy a decir que estoy contigo. Estamos los dos solos. Tú vistes una chaqueta azul. Yo voy con pantalones grises. Hace un buen día y ahora pasa un coche, modelo...
Para eso es preferible mentir:
-Ahora que estamos los dos solos, te voy a decir que éste que tu crees que ves, no soy yo. En cuanto a tu chaqueta azul, permíteme dos palabras. No vayas a comprarla con mis pantalones grises. ¿Qué tienen mis pantalones grises? En cuanto al día, es bueno, de acuerdo, pero no es más que una basura de día y en ese coche, pasa justamente la persona que lo echará a perder definitivamente...
A partir de ahí naturalmente hay que mentir mucho más, hay que hablar de la persona que viene en ese coche a desbaratarnos el día, y todo lo demás" (Ver Las nubes por dentro).

viernes, 13 de julio de 2012

El enigma de la isla del tesoro

A partir de Rafael Guillén

Mis manos cruzan horas, me deslío
con tus dones. Mi sitio y mi fuego
evocan el ayer, mañana, luego.
Te pensé mar de invierno, y eras río.

Encontrada tu forma, ya vacío,
naufragué en ti. Mis versos son un juego.
Voy llegando a la isla: nuestro apego
en abrupto oleaje, malva y frío.

Arquitecto, consigo repegarte
viva, impecable luz, al recordarte.
Ahí estás tú, me arrullas, eres mía.

Y si una vez te alejas de uno mismo,
déjame refugiarme en mi egoísmo.
Seré un barco, encallado, cualquier día.

martes, 10 de julio de 2012

Capricho

Cada atardecer
recojo entre los vecinos
todas las sillas disponibles
y leo versos para ellas.

Las sillas son extremadamente receptivas
a la poesía
si uno sabe ordenarlas.

Todo esto
me emociona
y durante varias horas
les cuento
qué bellamente murió mi alma
durante el día.

Nuestros encuentros
son generalmente sobrios,
sin entusiasmos
inútiles.

De cualquier modo
significa que cada uno
ha cumplido con su deber
y podemos seguir
adelante.

sábado, 7 de julio de 2012

En la silla vacía se sienta tu recuerdo

Días intensos estos que sobrellevamos como podemos, con tus mensajes que me llenan de luciérnagas. Quedan por vestir nuevos poemas. Te echo de menos, maldita sea. La ciudad es nuestra vestida con otros cuerpos, pero no peores. Establezco un diálogo con los lectores. Caigo en la cuenta de la heroicidad que supone vivir. La vida es esperar nuestro encuentro, que araña mi pecho, lleno de incertidumbre. No quiero conjugar los sueños en futuro. No es tarde aunque te retrases. Decía Cela, ya sabes, que cuando empezamos a no entender hasta qué punto merece la pena andar por la calle, subir al autobús, frecuentar la cervecería, estamos empezando a bordear el límite de saturación. Si nos percatamos a tiempo, podemos huir de la muerte, de la locura, de la inmensa soledad. Guardo en un pañuelo tu sonrisa tan de Hotel, escapando de la muerte, de la locura, de la inmensa soledad, que es un río que redondea las piedras que arrastra hacia el olvido. Perdona que hoy, definitivamente, aprenda a sintetizar, ahora que me abrigan mundos mejores, los planes por cumplir.

viernes, 6 de julio de 2012

Sobre presencias

Esta mañana alguien me confiesa que me acerco a las palabras de Trapiello y eso me proporciona alegría. Quién sabe. Quizá sea como ella dice. De lo que sí estoy seguro es de que, desde hace tiempo, algunos días, como hoy, uno se sabe privilegiado en estos tiempos de hecatombe financiera. Hay amistades que hacen el mundo mucho más grande, que no se desgastan con el tiempo. Se va haciendo uno a la idea de que un escritor siempre quiere pertenecer a sus lectores, en su lucha interna. Siempre somos temerosos a los cambios. Y aunque parezca paradójico a uno le interesa lo que pueda suceder internamente. Llego a Oviedo. Vuelvo, como Ulises. Y me encuentro, rehén de mi torpeza y de mis prisas, a mi amiga Alba, voz de mediatarde hecha horizonte, bengala iluminando el océano incierto. Y siempre es viernes. Le comento entonces algo de que debiera raptarla del Doctorado y en su sonrisa sonríen todas las mujeres del mundo. Pero a lo que íbamos. Lo decía Trapiello en El tejado de vidrio, la belleza ha de ser una fortaleza, llena de puertas y secretos pasadizos. Hago repaso de lo vivido. Te has ido un instante, es cierto, y uno, que no es más que lo que ves y no es dado a los cambios, te debe ya mil canciones difíciles de tejer, que ronronean en mis sienes. Con mi voz, o no, estoy en ello.

jueves, 5 de julio de 2012

Aún no es tarde

Comienza un nuevo día.

No llueve. La ciudad bosteza.

Voces en fuga

en el café que siempre habito.

Me miro en el espejo, ése

en el que la infancia, que era la patria,

se aleja lentamente.



Pienso en ti llenándolo todo,

en un abrazo nuevo, en nuestro café pendiente.

Escribo: somos los rostros que dejamos atrás,

el viejo Instituto, la carretera de Galicia

que nos acerca a casa,

vistiendo otros cuerpos.

Tropiezo con tu luz de supernova,

con tus ojos insomnes.



No sé qué decirte,

entre tanto estrépito de olvido.

Hay mucho ruido en el exterior.

Soy un hombre que anhela tu sonrisa,

febril y deseada, como anhelo el futuro

que me llama con tu voz.



Me visto con ropa de calle,

a veces la distancia puede ser hermosa

pues encierra un aprendizaje

con pisadas alejándose en la plaza.

Los días pasan como trenes descarrilándose,

que sueñan con el viaje, con nuestro encuentro

encerrado en tus pupilas.



Como soy dado a la sentimentalidad

diré que, cuando regreses,

comenzará otro nuevo día,

el tráfico detendrá su marcha implacable

igual que el mundo.

Te contaré entonces que fue de mí

y de los recuerdos que duermen en mi vientre,

mientras cae la tarde cálida,

las ganas de verte.

miércoles, 4 de julio de 2012

Tentativa de agotar El Astillero

En Astillero las características de sus calles y paseos son familiares. Quien ha tenido la suerte de vivir en Astillero en la adolescencia, tendrá el privilegio de que le siga, vaya a donde vaya, el resto de su vida.

martes, 3 de julio de 2012

Memoria involuntaria

Dice Proust que en el aroma

reside la memoria involuntaria,

que es la mejor de las memorias.

Me desperezo con urgencia

a eso de las 11

recordando qué es vivir.

Estoy en silencio

que es la única manera

de que me oigan

desde la certeza de otro mundo mejor.

O yo qué sé.

Uno está hecho un lío. Veremos.



Llevo en el alma, llevo por alma

un fondo de aula con atardeceres prohibidos,

con ausencias prohibidas,

con pisadas prohibidas. Echo de menos

todo lo que llenas, como Robinson huérfano de vida.

Empieza el verano y, como siempre,

uno hace propósito de progresar en la escritura.

Vendrán tiempos mejores, me digo,

con un suspiro

que atraviesa el horizonte de la ciudad

hasta quedar congelado

entre los transeúntes que cruzan por Uría.



Somos de donde nos hacen felices,

de donde nos echan en falta las ausencias,

de donde acaba el espejismo.

lunes, 2 de julio de 2012

Curso de soledad

Empiezo el día con Mario Benedetti, quien dijo esto que aquí ofrezco: "Cuando sentimos nostalgia del presente, sabemos que ahí no tienen cabida quienes lo falsean". Pero sí quienes lo hacen veraz, anunciante, claro, pienso para mí. Así las cosas me pierdo entre las calles tratando de buscar un banco en que pagar mis deudas, mi título horizontal y espléndido. Me rescato después, medianamente lúcido, e imagino que me las arreglo con muy poco (o más bien mucho): ver a Patricia Costales a quien adoro y admiro, antes de que me adore y admire ella a mí, porque es entrañable y real. Salir a pasear muy temprano, con la ciudad aún por despertar, con pasos sinceros y abandonados, rey y mendigo de mis propios sentimientos. Charlar de esto y de lo otro con otra Patricia (esta vez GR), de huidas y futuros perfectos, pues mañana no será lo que Dios quiera. Ser fiel a uno mismo y a su propio traje.  "Somos nuestro nombre", que dijera Umbral. Yo soy Miguel Ángel Gómez pero voy de look garciamonteriano. Resucito todos los días escribiendo un aforismo de casa de barrer, un poema-canción, una entrada de diario, un libro, cosas que me dan cicatrices y conversación, proximidad y enseñanza,  nostalgia y memoria, aunque todos me ganen el cuponazo del Asturias Joven porque son candidatos a tertulia (que al personal le gustan los tertulianos). Soy como el poeta / submarinista del que hablaba Ángel González, buceo debajo de las cosas, emerjo desde el fondo de las mesas, y cuando llegue al mes de enero tendrán que hacerme la respiración boca a boca. Me arreglo con algunas cosas: soñar paraísos intactos. Un mensaje desde Cantabria que a mí me transporta a cualquier lugar. Me resulta imposible terminar el día sin admitir que uno aspiraba a diplomarse en un curso / máster de soledad pero resulta que, finalmente, se ha diplomado en miradas colectivas en tiempos difíciles para la lírica del café. Y eso ya es suficiente.


sábado, 30 de junio de 2012

Misteriosamente feliz

"Cuando miro tus ojos todo empieza otra vez.
La oscuridad al fondo: como si fuese el mar" (Joan Margarit).

jueves, 28 de junio de 2012

Lo de la selección española

Lo de la selección no me parece a mí que sea cosa de delantero centro o no delantero centro, ni siquiera de tácticas o de entrenador, ni siquiera cosa de suerte, con serlo tanto en una fase final de un europeo, sino asunto meramente de pasión. Han sido días muy emocionantes. La selección repesenta a todo y a todos, se ha metido en sentimientos, que es como cuando Juan Ramón Jiménez se metía a rimar. La selección española sigue aún en la lucha. El fútbol es algo más que patadas y euros. La selección, entonces, es la metáfora de nuestras preocupaciones en crisis, mitiga nuestro vértigo. La selección era Butragueño, Luis Enrique, Arconada, Raúl González. La selección de hoy, la selección de Del Bosque, la de Cesc, la de Ramos o Pedrito, representa la emoción, la fragilidad. ¿Dónde estábais? ¿Qué hacíais mientras el mundo se derrumbaba? No hay nada en el aire, ilusión, penalti o prórroga que no pueda cumplirse en Kiev. Nuestras voces, como tantas otras, no son desoídas. Yo soy español como soy libre. Y sumidos en esta incertidumbre del espejismo de la crisis tras los cristales, entre el delirio y la cordura, soñamos sin dormir, seguimos habitando pequeños días intactos, que diría Manolo García. Tan nosotros y tan luz de julio. Estamos a tiempo, no estamos condenados a ser Sísifo alzando una piedra a lo alto de la montaña. Sé desobediente, nada está escrito. Recuperamos la bandera, la afición, los rostros que un día fuimos. Quizá lo he dicho ya muchas veces, espero que me perdones, pero seguimos cambiando el mundo. Ahora más que nunca.

miércoles, 27 de junio de 2012

Soledad terminal

"La soledad enseña a vivir mucho más que la compañía. El problema es que las enseñanzas de la soledad sirven únicamente para la convivencia" (Luis García Montero).

martes, 26 de junio de 2012

Lugares por dentro

El vagabundo desea mucho, espera poco y no pide nada. Se encuentra con Zapatería Cid, llaves en el acto, y piensa que, si se observa bien, todo cuanto le rodea es literario. Él es así. Se topa luego, discípulo de Antonio Muñoz Molina, con la calle Ginés de los Ríos que parece sacada de Nueva York. Uno nunca se cansa de viajar, plural e imaginativo. El sol aprieta, tedioso, y, al de poco, hace frío. El vagabundo va lo suficientemente abrigado por lo que pueda pasar. Hombre precabido vale por dos si el mundo está bien hecho. El vagabundo, tras haber comido y bebido, observa un letrero en el que viene impreso: Centro ciudad, Mercado de ganados, Camping municipal, Polígono industrial, Puerto de Leitariegos. El viajero, vagabundo de sí mismo, se detiene sediento en el Asador Marga donde algunos paisanos están jugando al mus. Entre voces y entre el gentío, se oye El que juega bien es éste, No seas supersticioso. El vagabundo intenta concentrarse y releer Cuaderno del Guadarrama, de Camilo José Cela. Ante su café espumoso servido en la mesa, intenta recordar los paisajes que ha atravesado mientras iba en coche. Truébano de Babia, Villasecino, Robledo de Babia, Huergas de Babia, La Riera torre de Babia, La vega de los viejos. El vagabundo ya está en tierra leonesa (y ya echa en falta su Asturias). Sigamos. El vagabundo se siente a gusto y confiado. ¡Tiene dos seises, anda! ¡Anda!, se escucha entre paisanos. Es un placer familiar estar en un café confortable. Una mujer, anonadante, invariable, barre el recinto y observa, extrañada, al vagabundo. Se imagina, con su mejor ademán, que es un escritor prestigioso. Y ya quisiera. El vagabundo se siente escritor. La gran conquista y transformación del mundo empieza por las habitaciones de uno mismo. No tiene nada, se oye entre el estruendo de paisanos y cartas de urgencia, mirando cada uno las suyas y discutiendo animadamente. ¡Si falto yo, que pasa ahí!, se oye a un paisano de aspecto robinsoniano y de camisa blanca, de camisa de paisano. El vagabundo abandona el bar, y anda medio feliz, ya sabes, por los desmontes, las ruinas, los escombros, los humos y las saudades.

lunes, 25 de junio de 2012

Secuencia verbal

El rumor y el abrazo son palabras como quien dice. Sumido en la indecisión, mientras el mundo tiembla, te miro en el semáforo (tan luz de junio), y tienes ojos dialécticos.

domingo, 24 de junio de 2012

Cuaderno de Ponferrada

Habrá que inventar
nuevas huidas
buscando tu mirada incandescente.
O regresar
allá donde fuimos felices
con el el rostro de quienes somos.
Como en el café Siddharta,
en la calle el reloj, de Ponferrada,
donde las horas
continúan pasando.
Volveremos.
Nunca es tarde.

martes, 19 de junio de 2012

Un abrigo de varios fríos

Un día lluvioso, febril y fabril. Comienzo en el tren, medio adormilado, Crónica de esa guapa gente. "El rey don Juan Carlos, con los demás, no sé cómo es, pero conmigo es cambiante", dice Umbral nada más empezarlo. "El Borbón borbonea, que es lo suyo. Nos vemos varias veces al año, en sitios tan restringidos como Alcalá de Henares (con Chillida) o en La Zarzuela o el palacio de Oriente, entre republicanos, exiliados y toda la gallofa política y literaria, y un día que le dije Cielo a una infanta se la llevó enseguida:
-Cuidado con este Umbral, que tiene mucho peligro. Acaba de conocerte y ya te llama cielo". Cierro el libro al llegar (que no defrauda), y quedo con JLS. Le comento entonces un posible título de poemas que ha surgido: Un abrigo de varios fríos. No le veo yo muy convencido. Luego, ya con la soledad a cuestas, me topo tras una década, menuda y afable, a G., paseando un enorme perro (que tiene cara de bueno). Me recuerda a la tristeza de uno de mis poemas:" La tristeza es un perro enorme / rendido de impaciencia / que a mí me parecía / feroz, y que se convirtió / en mi enemigo. / Y lo asumí. Las pocas veces que lo veía / el pobre animal me gruñía / casi por compromiso, / pero en cuanto advertí / que estaba atado a una cadena, / entonces yo también / -en un signo de cobardía / de que tengo memoria- /me decidí a gruñirle, frente a frente". Para finalizar el día, lastrado y vencido, quedo con mi amiga A., para comprar libros de viejo y de nuevo (lo viejo es nuevo todavía, no me cansaré de decirlo). Me quiere invitar a Cuaderno del Guadarrama, de Camilo José Cela (que podría haber firmado Julio Llamazares), pero no me dejo. Ya te invita con tu presencia, dice la librera. Y no le falta razón. Charlamos luego de esto y de aquello y la luz que alumbra su sonrisa me reconcilia con el mundo. Esa misma que yo pensaba apagada para siempre. Traigo en el corazón todos los lugares donde estuve, me digo con Álvaro de Campos. Me abrigará para siempre este día que nunca acabará, ni siquiera cuando todo acabe.

lunes, 18 de junio de 2012

Rumbo a ti

Atrás el invierno

quedó congelado.

Dirijo mis pasos

rumbo hacia tu rostro,

a la última isla

luminosa

como el viejo Crusoe,

allá donde

nos encontramos

heridos de vida y de nostalgia

portando tu sonrisa clara.

Al lugar donde Ulises soñó

con su Ítaca lejana

mecido por el rumor

del canto de las sirenas.

Donde nos llenamos de interrogantes

encallados en la arena

lejos del mundo y sus fusiles.



Cruzo por el horizonte

perseguido por la utopía convencida

y quemado por tu silueta

me digo que estoy vivo.



He recorrido cientos de kilómetros

en medio de tanta tormenta,

contando los relámpagos.

Sigo la estrella de los vencidos

abriendo los ojos de par en par.

Todo acaba en ti, y las palabras

dibujan mundos mejores

sinceramente nuestros.



Perdona el retraso, dices.

Respiro, recuerdo qué es vivir,

que aún no ha anochecido. Y aún no es tarde.

Llegamos a la tierra de Ulises.

El viaje continúa.