martes, 3 de julio de 2012

Memoria involuntaria

Dice Proust que en el aroma

reside la memoria involuntaria,

que es la mejor de las memorias.

Me desperezo con urgencia

a eso de las 11

recordando qué es vivir.

Estoy en silencio

que es la única manera

de que me oigan

desde la certeza de otro mundo mejor.

O yo qué sé.

Uno está hecho un lío. Veremos.



Llevo en el alma, llevo por alma

un fondo de aula con atardeceres prohibidos,

con ausencias prohibidas,

con pisadas prohibidas. Echo de menos

todo lo que llenas, como Robinson huérfano de vida.

Empieza el verano y, como siempre,

uno hace propósito de progresar en la escritura.

Vendrán tiempos mejores, me digo,

con un suspiro

que atraviesa el horizonte de la ciudad

hasta quedar congelado

entre los transeúntes que cruzan por Uría.



Somos de donde nos hacen felices,

de donde nos echan en falta las ausencias,

de donde acaba el espejismo.

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