martes, 26 de junio de 2012

Lugares por dentro

El vagabundo desea mucho, espera poco y no pide nada. Se encuentra con Zapatería Cid, llaves en el acto, y piensa que, si se observa bien, todo cuanto le rodea es literario. Él es así. Se topa luego, discípulo de Antonio Muñoz Molina, con la calle Ginés de los Ríos que parece sacada de Nueva York. Uno nunca se cansa de viajar, plural e imaginativo. El sol aprieta, tedioso, y, al de poco, hace frío. El vagabundo va lo suficientemente abrigado por lo que pueda pasar. Hombre precabido vale por dos si el mundo está bien hecho. El vagabundo, tras haber comido y bebido, observa un letrero en el que viene impreso: Centro ciudad, Mercado de ganados, Camping municipal, Polígono industrial, Puerto de Leitariegos. El viajero, vagabundo de sí mismo, se detiene sediento en el Asador Marga donde algunos paisanos están jugando al mus. Entre voces y entre el gentío, se oye El que juega bien es éste, No seas supersticioso. El vagabundo intenta concentrarse y releer Cuaderno del Guadarrama, de Camilo José Cela. Ante su café espumoso servido en la mesa, intenta recordar los paisajes que ha atravesado mientras iba en coche. Truébano de Babia, Villasecino, Robledo de Babia, Huergas de Babia, La Riera torre de Babia, La vega de los viejos. El vagabundo ya está en tierra leonesa (y ya echa en falta su Asturias). Sigamos. El vagabundo se siente a gusto y confiado. ¡Tiene dos seises, anda! ¡Anda!, se escucha entre paisanos. Es un placer familiar estar en un café confortable. Una mujer, anonadante, invariable, barre el recinto y observa, extrañada, al vagabundo. Se imagina, con su mejor ademán, que es un escritor prestigioso. Y ya quisiera. El vagabundo se siente escritor. La gran conquista y transformación del mundo empieza por las habitaciones de uno mismo. No tiene nada, se oye entre el estruendo de paisanos y cartas de urgencia, mirando cada uno las suyas y discutiendo animadamente. ¡Si falto yo, que pasa ahí!, se oye a un paisano de aspecto robinsoniano y de camisa blanca, de camisa de paisano. El vagabundo abandona el bar, y anda medio feliz, ya sabes, por los desmontes, las ruinas, los escombros, los humos y las saudades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario