miércoles, 2 de septiembre de 2015

BOXEO

Corren y saltan los chicos del boxeo en veladas
nada superficiales y sinceras,
los que quieren abrirse paso a bofetadas
bajo las luces cansadas.
Luego se van al trabajo y, por la tarde,
al gimnasio.
Elegimos los equipos. Billy Bragg y yo
nos ponemos juntos. Siempre ocurre lo mismo.
A mí me eligen el penúltimo
y a Billy el último, así que siempre jugábamos
en diferentes equipos.
Billy Brag y yo tenemos tenacidad y calma interior.
Bowie aguanta sopapos pero tiene heterocromía
y ni siquiera puede ver los golpes
pero le pega fuerte.
El que se abre paso como Dylan, se coloca de "sparring".
Hay gimnasios de diez dólares la entrada
y gimnasios gratuitos.
El birmano Nick Drake es un pluma con músculo redondo.
Johnny Cash baila sobre las punteras
con ansias de triunfo.
Llega la hora de concertar combates, a gritos,
como en la bolsa o en la subasta del mercado:
"Tengo un ligero de dos combates"
"Tengo un pluma que aguanta las tortas".
Siempre quise ser una estrella del boxeo.
Si me hubieras preguntado a los diez años,
si lo hubieras hecho,
¿Sabes que habría respondido?
Coño, tío, lo único que de verdad quiero
es ser una estrella del boxeo.
Cada vez que miraba mi cara en el espejo,
me parecía estar viendo a otra persona.
Les daré fuerte. Les daré más fuerte que nadie.
Con mi izquierda no podrán ni siquiera verme.
Sé que no me aceptan. Ni a mí ni a Billy Bragg.
Pero vamos a partir caras a lo loco, delgados y febles,
seremos los únicos rockeros con el perfil ileso.



martes, 1 de septiembre de 2015

El gato

Mi gato Bowie mira el dolor de mi libro
y lo que ve es un costumbrismo local.
Y lo que ve es una herramienta quietista
lo cual no le parece ni bien ni mal.
Y lo que ve
es el Blood on the Traks de Dylan,
las delicadas heridas de una buena canción.

Bowie es la monda, me trae una manta,
miaga cuando digo que las cicatrices
sirven para decir "hueco negro",
que las cicatrices sirven
para usarlas como un arma,
que las cicatrices sirven para saber
que la sangre sana,
que las cicatrices sirven para sentarse
en un cómodo sillón de cuero,
tan socorrido.
Mi gato Bowie salta, sin estar borracho, y sueña
con ser astronauta, pero el espacio
no cuenta con él.
Pesa demasiado entre mis brazos.
No hay nada más que decir. No hay más.



Las 7 autopistas

Nacho vegas y yo conducíamos un camión 
lleno de dinamita 
al norte del norte mientras pensamos: 
"Aquí yacemos media España". 
 Y perdón
por la paráfrasis de Larra, 
en la que le incluyo, claro, 
nos incluimos 
porque todos somos premuertos. 

El cantante, el encuentro con el cantante. 
Había pedido excedencia para todo el semestre. 
No sabíamos 
adónde nos llevaría, 
porque no sabíamos nada. 
Podríamos considerar 
el camión 
una prisión, porque estábamos compelidos 
a aguardar en él; 
podríamos considerarlo 
un lugar de sociabilidad, 
porque allí 
nos encontrábamos con otros. 

Llegó el alma de Baudelaire 
con su genio y 
su palabra formidable y espantosa. 
Llegó el alma 
de Leopoldo María Panero 
que es un alma buena, 
pero tiene la manía provinciana 
de leer 
sus versos 
en cuanto te pilla desprevenido: 

"oh mano mía, mano de mi fantasma
mano de Scardanelli que tercamente escribe
la historia al revés". 

Llegó el alma de Gloria Fuertes 
que parecía 
la voz de la conciencia, con su gato. 
El gato con vocación de filo. 
El gato que desciende, como descendemos a veces. 
Gato que creía / quería. 

Como somos intemporales, o sea eternos, 
nos codeamos con lo mejor. 
Nacho Vegas y yo, perdidos en su camión, 
con nuestros pecados. 
Distanciados y saciados. 
Intento escribir por huir de él, 
me quiero escapar por la escritura, 
como si la palabra fuese un avión o una bicicleta, 
como si la vida 
se hubiera quedado hueca de tiempo.


Días de dinamita en la cabeza. 
Los recuerdo como suelen recordarse las cosas imaginadas. 
El mundo en el que vivo 
no dejará nunca de escapárseme, 
pero uno se va acostumbrando a viajar con Nacho Vegas. 




domingo, 30 de agosto de 2015

Hola, Jim Morrison

Cuánta emoción ser joven y leer un poema tuyo, Jim Morrison.
Hace tanto que no leo un poema tuyo, Rey Lagarto.
Hace tanto que no leo un poema sobre los escondites del amor.
Qué te trae por aquí, denso en la noche. Te leí un montón de veces,
me acompañaste en otras noches solas.
¡Qué maravillosas piedras directas al corazón!.
Tú sí que hiciste de la música otra cosa.
Sombra corpulenta susurras:
El amor se esconde en los lugares más extraños.
El amor se esconde en medio de vuestras caras
( y yo pienso entonces en el aroma de su pelo,
en ella que es la parte de mí que me falta, ya sabes...)

Ah genio de la palabra hablada,
profesor universalizado, ah barítono genial,
profesor triunfal, improvisado y entrañable.
Venga, ¿cómo es posible que todas estas frases
que no saben de ella
hoy nada más que me hablan de ella?
Pongo la radio y tomo válium. Es muy curioso.
Goethe diría que no somos
más que tu gran herencia. Cómo crece el silencio
cuando la muerte
es ya definitiva.



miércoles, 18 de febrero de 2015

A debida distancia

Ante el amor, y ante el mar descabellado,
ha de mantenerse uno a debida distancia.
Como en otras navegaciones, si te encuentro
dejo pasar la espuma, me pongo de pie
y me tiras,
duele la sal.

Pero creo que cuando estás lejos
echo en falta a los peces voladores,
me inunda tu recuerdo mansamente,
tu cabello mojado
y balbuceo tu nombre en este poema.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Los pájaros

Esta mañana dibujé pájaros hondos
                                como quien dibuja
                                        flores consoladoras y aliviantes.

Me lo dijo José Watanabe,
que Hokusai -a veces- compraba pájaros
para liberarlos.

Hitchcock, en cambio, los amaestraba
para que Tippi Hedren corriera, con sobresalto,
con las manos ensangrentadas.


Mis pájaros son otra cosa. Me siento cálido.
La libertad es encontrarse la vida
en la transparencia del aire,
sin intermediarios.
Al mirarlos
ya jamás volverá a ser el mundo como era.


miércoles, 21 de enero de 2015

Bosque

No se siente más voz que la tuya.
Me llamas al bosque y te repites
guía de un mundo que no es este.
Cae la noche
y un olor extraño cae
y un reflejo cae.
Tus pasos cierran puertas-trama.
Todo lo que conocemos
es una puerta en lo oscuro.
Podemos internarnos en el bosque, podemos
rumiar los instantes color lavanda.
No tardamos mucho en sentir cada fleco de nieve
en las yemas de los dedos,
igual que un poema de Denise Levertov.
Yo imagino que soy un pintor, me digo.
El barco zarpa sin ti y sin mí
pero lo que fuimos nunca se marcha.
A menudo respiramos el aire
de la flor invisible de la dicha
enterrada en las matas de muérdago.
Una sombra indica el camino. Eres tú.
Llena de nuevo mi vaso
y hablemos del presente, de noches solas.
El licor de tus ojos es mi antídoto
contra las lágrimas.
En tus cabellos encuentro
el hechizo del universo. Es así de sencillo.
Me has hecho olvidar sin dolor.
Adoro los arroyos y la música que creas.


miércoles, 7 de enero de 2015

Canción Ophelia

Es fácil de entender que tus tristezas
hacen girar la rueda,
Ophelia. Todos los barcos zarpan sin tus ojos
que duermen en el bosque,
Ophelia. Puedo olvidar la rama que has roto
pero jamás tus labios,
Ophelia. Olas de oscuridad, tibias, nos cubren.
Hay noches de gigante,
Ophelia. A menudo las cosas solo son
si las inventas. No huye quien no sabe huir muy lejos.  
 El vértigo amansa a las fieras.  
Jamás recuerdes nada que no quieres.  
Difícil, cicatriz tras cicatriz,
saber callar a tiempo,
Ophelia. Y tus llaves no abren un abismo
ni buscan medias curvas,
Ophelia.
A ti que ordenas humo
yo te lo ofrezco todo,
Ophelia. Algunos días duran muchos días.
Lo imposible sucede,
Ophelia.

viernes, 2 de enero de 2015

Marisol ve pasar los lienzos

Marisol ve pasar los lienzos impenetrables,
arden como el petróleo algunas veces
con más profundidad que las palabras.
Ella está claqueando intimidades,
escucha cuando el frío le resbala
musicales de Broadway con rumores sin nadie
mientras se dice:
Si quieres descubrir bosques no sigas
el temor de alejarte.
Y ve pasar los lienzos sorprendidos y dulces.

Lienzos que cruzan verjas y pasillos.
Lienzos que nos liberan al atarnos.
Lienzos que no vendrán cuando los llames.
Lienzos sin equipaje. Lienzos guía.

Marisol ve pasar los lienzos que tachan sombras.
Duerme pensando en ellos. Deja ánades lentos
en las manos de un lago.
Marisol ve pasar lienzos de luz camuflada.
Cierra los ojos sin dudar que existen.
Y ve pasar los lienzos. Cada noche pasan lienzos.