De todas las mujeres, impaciente por verte todo yo,
te escojo a ti, en medio de ellas,
que recorres los versos y papeles que te debo.
A ti que te recuerdo de madrugada
y de día te recuerdo.
La memoria es una hoguera
que nunca deja de arder,
aguantando el embate del olvido,
y vivimos respirando sus cenizas,
lo dijo el poeta. De todas las mujeres, en semáforos rojos
y en llamadas de teléfono,
te elijo a ti, fragilidad de mis días,
que me haces ser ese hombre perdido
que se salva en lo que escribió, sintió
o imaginó a la luz de nuestros lugares-tardes.
El caso es que es otoño y yo te escojo a ti.
A ti, tu luminosidad adolescente,
paraíso prohibido, país aún imaginado.
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