Cómo pasa el tiempo. Hoy regreso a mi pasado
mientras se desangra este futuro
de crisis y de ajustes.
Confieso que sigo siendo el muchacho
que le sonreía al destino.
Rompo el espejo de las horas
entre el delirio y la cordura.
No me rindo,
te busco en cualquier mesa sin horas
en que depositar utopías y conversaciones.
No sé qué decirte. Mi entorno mantiene la costumbre
de no tener autenticidad. Quizá nos quiten las verdades.
Pero no las ganas de verte.
Quiero decir mis sueños -quizá ya lo haya dicho-,
entre nervios e impaciencia,
vivir y desvivirme para representar
nuevas formas de resistencia.
Sé que el futuro es quedar para mañana,
quizás una sonrisa, una última copa,
tus barcos y tus olas. En fin. Me pongo cursi.
Pero estamos a tiempo de cambiar las cosas.
Creo en nosotros.
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