miércoles, 31 de octubre de 2012
El bipartidismo y el deseo
Nos estamos portando mal con España.
Qué futuro y qué Europa queremos.
No sabemos, somos las "islas
a la deriva" de Hemingway.
El caso es que la crisis cierra
negocios y esperanzas, genera paro
y desconcierto, con un estruendo feroz
por una mala gestión que abarca
décadas. Es desolador oír hablar
a los políticos, cualquier político,
"A España no la entienden en el
mundo", se decía Umbral, "porque se
escribe con eñe, letra que no consta
en los ordenadores de la Comunidad
Económica". A España no la entiende
nadie, ni los españoles, añado yo
ahora. Estamos traicionando a España,
a la España del Partido Socialista
Obrero Español y del talante, a la
del PP y las medidas económicas, a la
de la izquierda, a la España
con escaso fondo de armario. Hay
debate de ideas e incluso de
ideales, pero seguimos sin soluciones ,
entre González y Aznar, entre
Zapatero y Rajoy, entre el
bipartidismo y el deseo, entre
tormentas mediáticas y la avaricia
del capitalismo. Las verdades en
este país, siempre acaban por
esconderse. Lo llevamos crudo.
¿Y qué diablos hicieron los
Gobiernos-partidos con el dinero,
nuestro dinero? Impuestos a cambio
de nada, Darwinismo económico,
promesas baldías, pensiones que
fueron a dar al dique del rencor y
el miedo. "Cuesta trabajo creer al
señor Rubalcaba", leo en un
artículo, "cuando critica a Rajoy
por hacer lo mismo que él hizo
hasta que perdió las elecciones.
Cuesta trabajo creer a Rajoy cuando
habla de la herencia recibida". Los
ciudadanos, así las cosas, asistimos,
impasibles e iracundos, al
procedimiento del miedo contagioso,
incesante y decidido, inteligente
y audaz. Mañana no será lo que
queramos nosotros y el futuro fue
vivir por encima de unas
posibilidades que nunca fueron
nuestras. Pagamos los errores
ajenos. Pasa el tiempo y la historia.
Lo cierto es que, no en vano, no
todo está perdido. Hay que rescatar
a los seres humanos y su
precariedad, al camarero de la
hamburguesería, a la dependienta,
huérfana y perdida, de la tienda
de ropa, al docente que sueña con
formar a futuros ciudadanos, al
subcontratado por una ETT en esta
crisis negra; y no a los bancos.
Rescatémoslos solo a ellos y que
los políticos se muerdan la lengua.
Extraigamos una brizna de aprendizaje
de la derrota, del naufragio de
la política, del mástil al que
rehusamos atarnos, de los botes
salvavidas. Relativicemos el
éxito y el fracaso. Somos el camino.
Que el hacer unas declaraciones
no se convierta en una falta de
respeto. Que subirse a un estrado
no suponga no preservar viejos
sueños, aquellos que perseguimos
en la infancia. Que la mentira no
valga la pena.
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