Habla uno con su buena amiga M, que vive en Galicia, desde hace unos años. Al rato me dice que S., ese ser frágil (de tan solo 9 años) ha tenido que hacer una poesía para el colegio, y se ha inspirado en alguna mía. Durante un segundo, con rara impresión, uno se siente recompensado. Estas cosas te enseñan a vivir, me digo. Y es que cualquier edad es buena para escribir poemas. A uno le habría gustado estar en el momento de la lectura (o de entrega a la profesora). Pero no va a ser posible. Luego, se asoma uno con calma, en un silencio absoluto, a los Ochenta y seis cuentos de Quim Monzó. Apenas va uno por la página sesenta, y no le ha defraudado. Es un buen libro. Lo cierro, y rescato un poema de Pessoa: “Siento que nadie soy, salvo una sombra / de un rostro que no veo y que me asombra, / y en nada existo cual tiniebla fría”. Hay quien dice "me ha gustado lo que escribes" o "anda, explícame el poema" "me ha encantado". La vida está constituida de pequeñas cosas que nos hacen ricos. Salgo entonces, sin prisas, a asaltar las calles en esta mañana preciosa, qué importa si son de La ciudad de las flores o de Astillero, el caso es dar vueltas y buscar nuevas historias como el caballero de La Mancha. Aún soñamos. Aún seguimos vivos.
Me ha gustado tu opinión,creo que la recompensa le tenemos nosotr@s por tener el privilegio de tener ese libro ,porque esos poemas existan y para poder contarlo con orgullo.
ResponderEliminarMuchas gracias, el orgullo es mío. Soy un privilegiado. Besos mil.
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