miércoles, 20 de abril de 2011
Sobrinos
Felicidad hace rima con cualquier cosa. A media mañana N. y yo nos mensajeamos. Me dice que está disfrutando de sus sobrinos. Apenas ha concluido su trabajo y, sin tomarse un respiro, ya busca refugio como niñera-compañera (acaso mejor esto último) en el universo de Cástor y Pólux. Admirable. Después de El porqué de las cosas, ahora me hago con Ochenta y seis cuentos (Premio Nacional de Literatura catalán y el Premio Lletra d'Or), en Ojanguren. Quim Monzó es uno de los mejores escritores catalanes, traducido a más de doce lenguas y relacionado con Kafka, Borges o Rabelais. Tendrá uno para entretener su interés por la lectura largo tiempo. Tras echarle un vistazo me dirijo al Fontán y saco en préstamo los Poemas dispersos de Jack Kerouac. Me detengo justo en un poema dedicado a Edward Dahlberg, donde dice: "No utilices el teléfono. / La gente jamás está dispuesta a responder. / Utiliza la poesía". Y no es un mal consejo. A las siete y media regreso a casa para ver la dichosa final de Copa. El resto del día se ha ido mudo con la rutina cotidiana. Hoy, sin que sirva de precedente, seré merengue.
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