lunes, 11 de abril de 2011

Frío

Ha vuelto, pasados unos cuantos días, el frío, y en cierta manera es lo que andaba uno buscando (aunque dure poco). Allá donde se posan mis ojos, se detienen. Y es como si uno no acabase de creérselo. Salgo a la calle y la lluvia y yo nos abrazamos (es otra forma de decirlo) y nos sonreimos luego mirando a nuestros semblantes como dos viejos conocidos. Quedo para desayunar con J., para ponerme al día, en la calle del Rosal. Llego con las prisas de siempre y hablamos de esto y de lo otro. Me trae un libro, Memoria del paraíso, de la joven poeta ecuatoriana Corina Dávalos. No sé si me gustará pero me convence la cita de JRJ del principio "¡Qué sin ti estás, qué solo, / qué lejos, siempre, de ti mismo!". Este libro, y la cita, a mí me sirven precisamente de excusa para invitarle al desayuno. Al llegar a la librería de viejo nos despedimos. Allí compro un libro que ya quería desde hace algún tiempo: Lorca poeta maldito, de Francisco Umbral. Siempre tuve ganas de leerlo. De vuelta a casa, empiezo a leer El hombre que inventó Manhattan, un libro que merece la pena ser abierto. Al mismo tiempo trabajo en el relato sobre "la ventana" que finalmente quedará más o menos bien. Me llega un sms de mi amigo X. Según parece Mengano ya tiene configurada la lista de los poetas para el recital de abril. Llamará a un par de yogurines -entre ellos uno que le chulea poniendo reparos y condiciones- y repetirá alguno del año pasado. He de confesar que no soy escurridizo. Uno no sabría cómo decirle que no, pero no hará falta. Qué suerte tengo.

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