miércoles, 6 de abril de 2011

Inventario

El día es magnífico y se agradece. Lo tiene todo. A uno le colma todas la expectativas. Acaso hoy no me iré de vacío. El sol está desnudo en lo alto, se resiste a abandonarnos y no lo hará, dicen, hasta el domingo. Pero en veinticuatro horas todo puede cambiar, o incluso menos, es cosa sabida. Lo decía JRJ y el cambio de temperatura me lo recuerda: lo ideal es trabajar sin descanso alguno. En qué, es lo de menos. Se me ocurre una idea: escribir un poemario futuro bajo el título Acaso invierno. El invierno siempre ha sido un tema recurrente en literatura: Jardín de invierno, Las flores del frío, Misteriosamente invierno, Un invierno propio, dicen algunos títulos, no sé si reales o inventados. El día continúa completo, luminoso, azul. Ningún rastro del invierno. Más vale pensando que estamos en primavera. O más bien verano, ustedes me comprenden . En el café hago inventario de las cosas vistas y sucedidas:

1. La muchacha del tren que me miraba.
2. Llegada a Gijón y paseo para masticar los buenos propósitos del día.
3. Unos niños jugando, a media mañana, a fútbol, cerca de la Avenida de la Constitución. Le arrancan a uno un par de acordes de la infancia.
4.  N. me dice que Madrid está vivo, y qué bien que ya pronto brindaremos. Le doy mi enhorabuena por su libro.
5. Sin rumbo me tropiezo con la calle vacía, inédita, sin transeúntes sospechosos.
6. Escribo anotaciones de café, en mi pequeño cuaderno, que me dejan contento.
7. Un sms de X diciendo que el calor es asfixiante, que también me anima.
8. Cojo de nuevo mi tren, y voy por mi carril. Siempre el espectáculo es nuevo. Otro día igual pero distinto.

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