El día me recibe con amabilidad y calor. Es una mañana radiante, como aquella nuestra. Recuerdo unos viejos versos: "Ahora, / gobierno aquellas tardes conmovidas / en que te estaba esperando / con paciencia de niebla, / y ya no estoy sin saldo / y entonces cruza un sol tranquilo / en medio del invierno áspero". Luego, el mundo rompe con su discipina y detiene su giro implacable mientras pienso en tu sonrisa. Las cosas van a ir bien.
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