Sobre todo, esperar; someterse al frío necesario, a los pasos íntimos. Seguir siendo un hombre tras los ventanales de un café, entre tanto bullicio que cruza como una ráfaga; escuchar y ver a la fugitiva tristeza, con los cuellos alzados, solitaria, entre tanto murmullo; serle fiel a lo ausente, evocarle una o dos miradas largas, un futuro poema.
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