viernes, 31 de diciembre de 2010

Tu encuentro

Llega la noche interminable repleta de serpentinas y promesas, y el futuro se deslizará por las calles naranjas y nuestras sienes. Por la misma vereda alquilada por donde yo cruce, una hermosa muchacha vendrá hacia mí, lejana como el frío. La vereda será ancha como ancha puede ser tu sonrisa, por lo que habrá sitio de sobra para que los dos pasemos sin tocarnos. Pero a medida que la mujer se aproxime, la especie de radar que todos llevamos dentro temblará de frío mientras alzo mi cuello, tanto ella como yo vacilaremos, zigzaguearemos, trataremos de perdernos como en un laberinto, pero con tal gesto indeciso que no haremos sino precipitarnos hacia una inminente colisión, frágiles y vulnerables. Ésta finalmente no se producirá, pues faltando unos centímetros acaso nos frenaremos confusos, labio contra labio. Y aunque solo sea por un momento, antes de proseguir nuestra marcha implacable, me aferraré a su mirada cómplice con fuerza, con un suspiro que cruzará el horizonte. Seremos otros distintos y encendidos desde entonces. Pensaré en ti y en tu encuentro y el mundo dolerá menos.

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