"Contigo me siento a salvo",
me susurra mi amor
y el inmenso mundo,
en primera línea de fuego,
parece detener su giro,
eterno e inviolable.
Asumo el reto de vivir,
tercamente, y el nuevo año
recién llega te nombra,
rumia su hastío
y yo, tan Ulises en Ogigia,
hago propósito de mejorar
en días venideros
porque nunca es tarde
y te extraño si me faltas.
Vivimos con miedo, aterrados,
con tu misiva a mi cita
tan diciembre,
y lanzo al aire mil preguntas
trastabillándome,
por estas calles que me recuerdan
a las que suelo habitar
últimamente.
"Me siento a salvo", dices
pasajera y urgente,
mientras pido que se aplaque la crisis,
que nos incendien los días
como naves ardiendo, renovadas y azules,
más allá de Orión.
Atónitamente abiertos
procuramos sonreir
a la ciudad que no quiere sonreirnos.
Y entonces, me apresuro despacio,
contigo, luciérnaga inquieta. Nunca es tarde.
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