lunes, 19 de diciembre de 2011

Tu ausencia

Las doce y media. El día empieza bien, persiguiendo la cruz del sur. Le mando un sms a X: "Voy camino del Milán, ¿qué tal la musa más hermosa del planeta?" A lo que ésta (porque es mujer, con su olor de jazmín y de diciembre) me responde: "¿Vas al Milán?". Entre las rendijas de su sms interpreto que este mundo es un disparate total de totalidad. Digo "total de totalidad" porque los piropos ya no son lo que antes eran. Ya no ennoblecen a uno. Yo sé que viniendo de un poeta / poetastro es bastante pobre decir "la más hermosa del planeta". Pero en fin, uno tiene que alimentar sus defectos. No querría llegar a ser perfecto. No puedo por menos que empobrecer mis piropos para tener opciones subliminalmente. O quizá no. Lo dijo un positivista inglés, en el XIX: "Ser sentimental es asegurarse el éxito". Aunque no estoy muy seguro. Pero está bien, pudiera haber dicho: "Tu piel, luna creciente, brilla como lengua de glaciares, alumbrando la tarde de borrascas". O qué sé yo. Luego empiezo a divagar lo que soy. Yo soy el que se abre cada mañana, en un café estrecho, a parir una vida. No una vida cada día, sino siempre la misma. Yo soy el que hace balance de lo pendiente. Yo, con jazmín de olvido, ausencia que hiela, salgo al fin del café, ya muy tarde, habiendo vivido mucho, todos los días lo mismo, esa senda tuya que sabe a futuro. Yo, lleno de palpitaciones y de sueños. Literatura o vida. Es lo mismo. Vivo el día que pasa, el día que me pasa, vivo lo que me pasa, como un Baudelaire en pijama. Para terminar la jornada, mientras pienso con terquedad en los besos que aún debo, improviso, surgido quién sabe de dónde, un futuro sms para X: "Voy camino del Milán, ninfa de no sé qué mitología. No es que el mundo no tenga sentido con el desmayo de tu ausencia, sino que el sentido no tiene mundo".

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