jueves, 8 de diciembre de 2011

Tu regreso

En este invierno tan primavera te dejo como herencia mis versos, tu sonrisa que atraviesa nieblas y distancias y llega hasta mis sienes para amarme despacio. Por una vez recordemos las luciérnagas de mi frente y vistámonos de copas en la madrugada. El rostro de un hombre solitario contempla la promesa de tu encuentro, muchacha difícil. Vente, nunca es tarde aunque pesen los fracasos. Leo esto en La utopía skinneriana, de José Luis Prieto, y las palabras me traen tu nombre indefinido: "Cuando a un elemento concreto de conducta le sigue determinada consecuencia, es más probable que ocurra de nuevo, y una consecuencia que tiene el efecto de renovar esa conducta de que hablamos se denomina un reforzador". Vámonos, pequeña criatura, aún no es tarde. Cacemos nuestras almas como Nabokov cazaba mariposas. Nada está escrito, no hay por qué cometer los mismos errores. Obviamente estamos vivos, y seguimos sin brújula. Tú, reforzador en mi conducta. Yo, tan Ulises esperando oír tu canto, y este invierno tan primavera con la luz quemando las calles, como digo, que me llena de sueños y tareas. Yo la quise, y a veces ella también me quiso, se decía Neruda. Y todo empieza en ti. En tu regreso.

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