miércoles, 21 de diciembre de 2011

Café

El Universo, sin duda, es hembra, se decía el viejo Umbral, y pienso yo ahora. Me espera Carmen, una chica entre las chicas, cuyo idioma es la dicha y la razón. Primores de lo cotidiano. Charlamos de esto y de lo otro, de gravedades emocionantes y alabeadas mientras me invita a un café, y me acerco a la Ítaca ansiada, buscando bombillas que nos alumbren. Queda todo por hacer aunque el tiempo es una joya excesivamente escasa. Pero hay quien dice que no todo está perdido. Aquí todo tiene remedio, "al otro lado de las cosas", que diría Rilke. Menos mi originalidad -imagino a veces-. Y está bien que así sea. Comienza un invierno que ya no hiere si la ciudad bosteza escuchando nuestra charla, que está entre dos paciencias. Mil gracias, amiga. Hay una edad en que el Universo es hembra y uno quiere poseerlo antes de morirse. Nos vemos pronto para pagarte esa que aún te debo, mientras el mundo juega a olvidar y la paz nos espera, desnuda y desarmada.

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