jueves, 22 de diciembre de 2011

Esperando tu llegada

Son días intensos en los que, a pesar del desánimo y al borde de la vida, me atrevo a soñar con el color de tu sonrisa que es herramienta de futuro. Lo cierto es que sin ti, ya ves qué disparatado, todo transcurre con prisas, invadido por un rayo de nostalgia. Contigo, el estrépito de la ciudad es mágico y desmadejado. Te despediste pidiendo disculpas por la partida. Estos días son largos y tu ausencia grazna como un glaciar partido, llenándolo todo. Te has ido un instante y, a veces, me siento como un Peter Pan que grita tu nombre al otro lado de la calle. Escribo un poema mientras te espero (ése que no incluiré en el poemario). Tarareo alguna vieja canción. Tus susurros han de regresar, se decía el cantautor. Solo es que me muero por verte en exceso y se va resquebrajando mi tristeza con los nervios previos a nuestro encuentro tan otro año. La vida consiste en eso. Porque sé que volverás de tu viaje para ahuyentar a los miedos y reproches, para decirme que te gusta mi optimismo y recojer el libro que aún te debo, tú, que me recuerdas quién he sido, a dónde quiero llegar. Tú, que me das tu ánimo, esencia indispensable. Porque todo va a ir bien. Qué diablos. No puede ser de otra forma. Seremos otros y más alegres, con tu llegada terapéutica. El invierno sigue suspendido en el aire, oculto en su espejismo mientras, con un verso anclado en mi sien, me acuerdo de ti, febril y deseada. En esas estamos.

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