lunes, 7 de noviembre de 2011

No me resigno

Después de la tormenta, no viene la calma, se decía Loriga (aunque uno le sostenga seriamente la mirada al sol y él le siga habitando). Regreso a las calles y observo a los transeúntes como luciérnagas errantes o aves migratorias surcando el mundo, hacia viejas tabernas. No sé de ti, que eres tormenta y calma, las dos unidas. Pero sé que me esperas, salvando las distancias, a las puertas de Tanhauser, sé que pronto aparecerás entre la niebla "¿Me echaste de menos?" "¿Buscaste mi rostro en el espejismo?", me dirás sonriente. Ahora toca idear días mejores y estratagemas, viajes nunca hechos, los últimos abrazos, Másteres de Profesorado en Casinos disparatados, amaneceres de futuro, y una y mil cosas. Ahora sé que uno es un poeta de letras difusas. Las palabras se evaden. Como decía Gioconda Belli: me lanzaré desde la cumbre como Ícaro porque quizás, porque tal vez, porque a pesar de esta tormenta, no me resigno.

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