era esto.
Despertarse sin pegar ojo
con un suave sobresalto,
con mis ganas de levantarte el ánimo,
de saltar los charcos
y sortear a la serpiente
que rompe la mañana.
A veces, ya te lo dije,
no dejo de ser el peor hombre.
Todos tenemos algún error maldito,
aquel del que huyen supernovas,
palabras de afecto nunca dichas,
risas congeladas, la charla
que nos salva del naufragio.
Así que el invierno era esto,
la angustia de escarcha
que anida en el pecho,
salir sin abrigo
con todos los errores del mundo
entre mis sienes,
como buscando a lo lejos un consuelo,
la calma para escribirte
el poema que aún no te he escrito,
un taxi vacío quizá.
No sé qué decirte
en este invierno inmisericorde.
Nadie recuerda uno tan frío como éste,
lo decia el poeta.
Así que callo,
insomne y asustado,
con el frío que entumece mis párpados
en este domingo de elecciones y de rumbos.
Y así, pendiente de partes meteorológicos,
busco la estrella de los vencidos
y tu futuro.
Todo empieza y acaba en ti.
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