martes, 8 de noviembre de 2011

Mi futura novela y Loriga

Un trayecto de tren. Puede ser intenso o aburrido, diría. Eso no es ningún descubrimiento. Coincido con ustedes en que puede resultar también desconcertante. Es cuestión de pasajeros optimistas. Me invento una muchacha, una tal Alicia, que me recuerda que la línea es recta. De ojos castaños, voz femenina, cifrada, absorta, cansada, indiferente, débil, que decía cualquier cosa. Viaja a mi lado, me mira, me sonríe, se distrae. Hay trayectos-cueva donde se esconde mi tinta hurgando en el entorno. Escribir es dejar constancia del tiempo giratorio. Escribir es decir que alguien espera. Decir es decir. Para ser poeta hay que, o ser muy joven o muy viejo, opinaba Ángel González. Se me va ocurriendo una posible idea para una novela (por qué no). Quedaría más con Marcelo. Vería más a Marcelo. Marcelo me aconsejaría bien. Me distraigo, sin hacer ruido, leyendo un poco. Loriga hablando de cine: "Yo estaba con mi abuelo la útima vez que fue al cine. Acabábamos de sentarnos cuando una mujer que llegaba tarde se puso a caminar entre las estrechas filas, por encima de nuestros pies, mientras trataba de encontrar a oscuras su butaca. Mi abuelo se levantó y le dijo con mucha educación: Perdone, señora; ¿no andaría usted más cómoda por el suelo?". Recordé entonces -a cierta hora del día, ciertos días, suelo hacerlo- tus pasos que no son más que una investigación pero también un hallazgo. Tan vacíos, tan llenos de ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario