Qué maravillosa ocupación ser abrazo abierto, la memoria más fiel, el lagarto que huye en aparente soledad, el afán de llamar a las cosas por otro nombre, el hombre del metro como el hombre que te busca.
Qué maravillosa ocupación salir a la calle contando los árboles, olvidado y tranquilo, contemplar los días que se marcharon y hacer balance de lo vivido, y nunca estar lejos.
Qué maravillosa ocupación estar muriendo y aprendiendo, deambular y zascandilear, regresar a la ciudad, ese tren ignorado y atroz, ordenar en el café los revueltos papeles y estar desorientado buscando rumbos propicios.
Qué maravillosa ocupación estar vencido o cautivado por tus labios sin propósito de enmienda, que mi pesadilla sea siempre el optimismo, ver el noticiero, irme soñando y venir de soñar, reunir debates, crispaciones, demagogias y hacer con ello fuego.
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