sábado, 7 de enero de 2012

Lo de la crisis

La anotación diaria de aquello que pasa (y de lo que no pasa) es, en limpio, mi obsesión de cada día. He sido y aún soy un gran lector de diaristas íntimos. La lectura de tanto memorial quizá me ha hecho memorialista, que no sé. Pero, ya ven, entre Cela y Umbral está la cosa, últimamente. Con lo que está pasando, con la que está cayendo, y uno escribe algo, cualquier cosa, lo que sea. Como dijera Goethe, solo entre todos los hombres se vive lo humano. Bien, entonces, solo entre todos los humanos se vive la crisis. Comentaba en su día Laín Entralgo que "España es un país de clases medias". Y eso parece quedar demostrado en estos tiempos convulsos que corren. Qué sé yo. Aunque yo -siempre lo he dicho- sigo pensando que no todo está perdido. Me vienen ahora a la mente unas líneas (vuelvo a abrir el libro y las rescato) de André Maurois sobre un libro de Sorokin, profesor de Sociología en Harvard, donde se dice: "La crisis de nuestro tiempo. La tesis de Sorokin es que nuestra civilización no está moribunda, sino en vías de metamorfosis; que crisis similares, en China, en la India, en Egipto, en Judea, en Roma, se produjeron sin catástrofes irremediables, que el mal es un síntoma conocido, clásico, del paso de una a otra civilización". Cierro el libro. Sí, me hago mucho Umbral, mucho Cela, es cierto; pero no puede llover a gusto de todo el mundo. La crisis se descubre en lo humano. Y el odio y el miedo y el cinismo colectivo y la confusión y la represión y la incertidumbre y la ambición también son humanos. Yo no sé si hay España, pero lo que sé es que en la Historia ha habido varias docenas de españoles cojonudos (Francisco Umbral).

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