jueves, 26 de enero de 2012

Y a mi mundo lo llaman burbuja, ¡olé!

Transito por el viejo café. Algunas frases con prisa, que me sé de memoria: "El desayuno es el idioma del poeta". "Quizá las mejores citas suceden cuando estamos más despiertos o puede que no sucedan nunca". "Tu miedo, que ya no me pertenece, vive sin darme conversación". "Los noes de la boca sirven para afirmar lo que se negaba". "Hay mujeres que son una costa fantasma y otras muchas que son palabras decisivas". "Aprende que la soledad también es un desorden".  Continúo con la reescritura de mi viejo libro de poemas. Confieso que, alegría adentro,  tengo ganas de dárselo a mi amiga A. Ya hemos escrito bastante aquí. Paso a otras dudas. Decimos: tiene los ojos despreocupados y camina a zancadas, la llamamos la crisis. Ya muerde los zapatos del banquero. La crisis brilla sobre los escaparates y los mostradores. No sé si se habrán fijado ustedes. Una crisis implacable, una crisis pública, la eterna crisis de nuestra España que se derrumba, de nuestras clases medias y profundas. Con mucho menos Ernesto Sabato hubiera hecho La resistencia. Quién sabe. Vuelve la crisis aunque quizá nunca se fue. Pero, a lo que íbamos. Maldita sea, no sé sintetizar. Sigo con la reescritura de mi viejo libro como te digo / decía, entre las toses e inquietudes, y pensando en ti vestida de verano, con tu mirada navegable y tu piel repentina, tan shakespeariana. A veces uno piensa en lo que debiera contar de sí mismo, y en lo que no. El tiempo pasa, sin duda, callan los soles, y aún somos los de ayer, seguimos soñando aunque lleguemos tarde al fin del mundo, cómplices de un manojo de versos. Sabemos a ciencia cierta que los zarpazos también dejan deseos voladores, incomprensiblemente. Queda la certeza de tu desayuno audaz / fugaz que sí da sentido a la vida y a la Literatura ("Hay desayunos que son un espejo fiel, y otros que son cristales rotos", improviso soltando amarras). Y es maravilloso ser de verdad en esta época / épica. Pues vivimos.

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