martes, 31 de agosto de 2010

Siempre o nunca

El amor y la sombra. Los meses y los días. La nostalgia y el ahora mismo. La tristeza y la alegría. El asombro de un niño pequeño y el futuro imperfecto. Lo dorado de cuando estabas junto a mí y la ceniza que arrastra tu ausencia por las aceras. La realidad y el deseo. El tedio de este día y el júbilo del extranjero. La lluvia que moja tus cabellos y un lugar de niebla. Cuando, desgraciadamente, se deja de querer a alguien -hoy es tan sencillo-, uno se siente escombro. Aunque sigue habiendo esperanza, cierra los ojos y hasta el corazón intranquilo. Algunas veces en un incógnito jardín, los grajos, con discreta presencia, duermen. No sé por qué, por la noche, en plena oscuridad, se despiertan agitados en la arboleda del parque somnoliento, y saltan por las ramas a toda prisa de un lado a otro. Su desasosiego transmite la orden, entre tanto, a otros árboles lejanos y en, corto espacio, rescatan a todos los pájaros, que se despiertan ardientes y elevados, y baten firmes las alas en el aire. Qué gran diferencia, en cierto modo, con los mismos grajos que durante el día cruzan por mi mente.

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