sábado, 7 de agosto de 2010

Un paseo por Astillero

Hoy mi sueño me regaló un paseo por Astillero. Me encontraba en la Calle Paseo de los Ferrocarriles con el azul del cielo inédito. La atravesé con sus abetos rojos, sus bancos a la espera de algún solitario y la vieja cúpula al fondo; llegué a la Travesía de Orense y disfruté entonces del mundo, mientras hacía tiempo, mientras te esperaba. Me senté, riguroso, en el Café Cires, otra vez más, y me entretuve anotando sin prisa divagaciones, y escribiendo poemas de esos que nunca verán la luz. Al atardecer, entre el errar lento y rápido, recorrí la Ría de Solía por su paseo, hasta que tú llegaste al fin, eco y abismo, con tus labios de niebla y me dijiste cenicienta: Fue un sueño, duró toda la vida...

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