viernes, 17 de febrero de 2012

Un hombre feliz

Estoy en el café Ayre Hotel Oviedo, de Calatrava. Leo en Trapiello: "Si yo pudiera anotar mis sueños en alguna parte, en caso de que los recordara, precisaría al menos el doble de cuadernos que los que necesito para llevar este diario". Es agradable trabajar mis escritos siendo un hombre feliz y poder tener la cabeza en otra parte. En mi futuro café con mi amiga A. con rumor de palabras y de vida, o en la clase improvisada que hoy di a 3º A, por ejemplo, con ojos encendidos. Hoy les leí relatos de Slawomir Mrozek, lleno de irrealidad. Me da por hacer balance y, en consecuencia, traigo frases del aula con una naturalidad estudiada. Tales como: El presente es donde me voy a quedar el resto de mi vida. Cuanto más entreno, más suerte tengo. Hay ciertos fracasos que no son ineludibles. Mañana no será lo que Dios quiera. Hay una dignidad que el vencedor no podrá conocer. La escritura es una manera de vivir. Continúo para variar con Narcolepsia, que se va haciendo prácticamente sola, con la prisa de un adolescente. Las ideas me van y me vienen. Y para acabar el día, tomo algo con C. y charlamos de esto y de lo otro, como en las mejores películas del viejo Woody Allen. Y nada es presentido.Y todo se vuelve verdad.

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