El invierno nos araña los pulmones
y desde un sur de cartón
nos llega el rumor de luciérnagas
únicas y amarillas.
Sabemos que el olvido
nada dice de nosotros.
No faltes a la cita, mi amor.
Somos los que éramos
conspirando una nueva huida,
soñando claveles en las espadas
y prendiendo flores en tu pelo.
Yo, Adán expulsado del Paraíso.
Tú, Eva maldiciendo la manzana.
Todo arde
y yo te busco entre la olas,
y nos dejamos guiar
por el canto de las sirenas
que nos rescatan del naufragio.
No faltes a la cita.
Miremos bien el horizonte:
es el edén y nadie lo ve.
Me vestiré de marinero en calle
y pescaremos poemas
y noches que no llegan
encharcando los cafés.
Verás,
todo empieza y todo acaba en ti,
en todo lo que en ti vive.
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