miércoles, 29 de febrero de 2012

En el hueco de tus manos

Sentado en mi cuarto, febril, con una tos voraz que me taladra el pecho, echo un vistazo tras el cristal mientras la tarde cae. Cuánto le queda a uno por hacer: habitar Narcolepsia, trabajar la poesía de García Lorca, concluir Parece que es invierno y rescatar un cúmulo de sentimientos. Es inevitable que los nervios me asalten como me asaltan al verte, perezoso y feliz. Hago repaso de la semana y traigo un recuerdo, ese de más, que encharca mis pulmones. Ayer extendimos la charla tras el exámen. El diálogo contigo es siempre analgésico. Pero lo cierto es que apenas tenemos tiempo para estar en la ciudad, mágica y tranquila. La ciudad es hermosa contigo, es certeza de un tiempo venidero en esta realidad asimétrica y feroz, con tu mirada que me arranca una sonrisa sabiendo que todo es desastre. Sé que hay una dignidad que el vencedor no podrá conocer porque hay ciertos fracasos que nos muestran la medida de la belleza. Hay ausencias que son armas de destrucción masiva que asolan los ánimos y nuestras promesas que intentan no ser vanas. La tarde cae mientras espero sentado en mi cuarto, como te digo. Vuelvo a la patria perdida de la infancia, como diría Rilke, y encuentro tu propia silueta con la incertidumbre de estar vivo. Bebo entonces del hueco de tus manos y no me quedo inmóvil al borde del camino. Queda todo por hacer.

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