jueves, 2 de febrero de 2012

En las butacas del aula

De repente me visita una musa, al pie del frío, como la llama de un candil, e insomne se llena mi cabeza con un torbellino de ideas. Y todo-qué quieren que les diga- se vuelve verdad. Confieso que es una musa / dama que ama la vida, que no tiene miedo a la aventura ni al viaje. Tiene inocencia y fragilidad. Y no necesita que se lo agradezca. El invierno hiela y febrero, poco a poco, te nombra, flor de mi jazmín. La gente sigue, sin piedad, empeñada en parecer feliz, trata de encontrar su paraíso pacífico. Uno tiene el suyo propio: la familia, los amigos, una noche maravillosa de buen amor que te invita a resguardarte, un libro, una canción, los charcos nerviosos que esperan para ser saltados. Escuchamos a los políticos de turno sentados en sus sillas ajenas, como ultracuerpos, y nieva en Asturias y en los corazones donde, de golpe, acaba el espejismo. La crisis es planteamiento, desnudo y desenlace, y uno piensa que la empatía debiera ser obligatoria, y estar en los impuestos. Nada nos impide soñar con un mundo mejor y más justo; no nos rendimos aunque todo se derrumbe y a pesar de los achaques. Bueno, solo quería decirte musa / dama civilizada que las cosas van a ir mejor mientras permanecemos sentados en nuestras butacas del aula, que, tras esta tempestad, vendrá la calma. Mañana será primavera, como aquella nuestra. Y en ella nos encontraremos.

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