jueves, 22 de septiembre de 2011

El rey indiscutible

De mi encuentro con X en el Máster (rubia, jodidamente radiante, aunque nunca lo sepa) quedan unos versos: "Aunque el mundo se agriete / adoro tu rostro tan dulce /, ferozmente /, porque apareces en todos mis sueños / porque tu ausencia es una forma del invierno". Hablo con una de las dos almas que he conocido, mi compañero D, de esto y de lo otro. Por supuesto que es seguidor de House (no podría ser de otra manera) y de Perdidos (no es malo el gusto suyo, no). Luego callejeo por las calles de Oviedo y quedo con mi amigo J para hablar de cine y vida. Una vez en casa retomo mis lecturas, y de todas ellas extraigo alguna frase buena: Mis paraísos artificiales, de Umbral ("Hubo un tiempo en que yo creía que ser escritor, tener un estilo, era decir febricitante en lugar de febril"), la Antología de Alexandr Pushkin ("Si te engañase la vida / no te aflijas, no protestes, / aguanta los días tristes, / llegarán días alegres"), Concierto del desorden, de Leopoldo Alas ("Me gusta tenerte a mi lado / como si pudiera ser normal que estemos juntos") o El hombre que inventó Manhattan, de Ray Loriga ("Molly tenía un don, era capaz de estar en dos sitios al mismo tiempo, siempre que esos dos sitios no estuvieran muy lejos"). Cierro los libros y recuerdo a X, a C, a N, a E, a M, a L, a F, aunque siga pensando, al fin y al cabo, que continúo siendo el rey indiscutible de mi vida, o las dudas de estar vivo si ellas faltan.

1 comentario:

  1. Buena entrada y mejor regla nemotécnica para no olvidar el alfabeto (o los nombres), sí señor...
    A de A..., etc.

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