Me pregunto una y otra vez por Wendy
como un tipo solitario,
en este abril de luz
que me toca vivir.
Se busca, con inquietud y nervios,
una mujer que no crezca
sorteando olvidos como vendavales,
que beba de mis versos
y me haga sentir menos solo,
para dejar de ser un niño asustado.
Me miro en el espejo
como quien mira arrugas que no llegan,
o el ánimo en la solapa
leal de la memoria.
Me pregunto por ti, Wendy,
rehén de mi pasión
mientras el barco de Garfio
se balancea en las aguas metálicas
entre el delirio y la mentira.
No nos olvidemos nunca de quienes fuimos.
El tiempo pasa y pasa, es otro,
y recordaré estos días felices
en que me tomé un descanso
con el relámpago de tu risa
blanca y luminosa.
Fui feliz a ratos. Permíteme ser cursi
en esta aula / descanso en que somos otros,
de paso, no sé si mejores.
Y como una jauría de luciérnagas
miro a mis compañeras,
y me pregunto por ti, Wendy,
una y otra vez,
a sabiendas de que perdonaré tu retraso.
Estás llegando.
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