sábado, 7 de abril de 2012

Abril, ese misterio

Buceemos, a pesar de todos los pesares, en abril, sin guardar la ropa. Nos levanta o nos hunde transparente como un cristal. Es el mes del recuerdo. Abril -ese misterio- nos coge semidormidos, cae sobre la ciudad concienzudo e inflexible, y es tan viejo como el mundo. Llego a Gijón y me sé de memoria todos los tejados de la Av. de la Constitución. El frío me acompaña todo el día. Y también, dulce y luminoso, un sms de A. sobre mi reseña. Y lo agradezco de veras. Lo decía Cela en su Cajón de sastre y quizás el lector lo sepa: "Vivir es recordar. Pensar es recordar. El amor nunca es el hoy, sino el ayer por la mañana. El sueño es recordación. La vela es añoranza. Pero, ¿por qué tanta innecesaria crueldad? Recordar no es volver a vivir". Me dirijo al Llano y saco en préstamo un libro de Umbral, entre el manual y el ensayo, Guía de la posmodernidad ("Lewis Carroll era un posmoderno que se enamoró de una niña, Alicia, y le hizo muchas fotos y un libro inmortal", dice), y Bajo una luz marina, de Raymond Carver con cita de Neruda incluida ("Luz en el alma, luz en la cocina / y de noche luz y de mañana luz / y luz entre las sábanas del sueño"). Vuelvo a Gijón -que es vivir- y hago balance. Porque Abril, quiero decirle al escritor, es la llave que guarda un recuerdo -que sí es volver a vivir, sí-, inexorable y puntual. Como una infancia, como un batir de alas, como un corazón.

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