domingo, 22 de abril de 2012

El jinete polaco

Últimamente suelo juntarme en el Café La Corte de la Calle Uría con Antonio Muñoz Molina, y su obra El jinete polaco. Se me ocurren algunos títulos posibles: "Un invierno extranjero", "Todas las voces imposibles del mundo", "Miedo inmemorial", "Mujeres locuaces", "Linternas de sombras", "Los espejismos del insomnio". Subrayo luego algunas frases que me resultan interesantes:


"Si se paraban a pensarlo era casi imposible que se hubieran encontrado, entre tantos millones de hombres y mujeres, de caras, de nombres, de gritos, de idiomas, de conversaciones telefónicas".


"Qué niebla había en mis ojos que no me dejaba verte cuando te tenía delante, media vida más joven pero no más deseable que ahora".


"Todo pertenecía a una secuencia nunca interrumpida entre el pasado y el presente, entre Mágina y todas las ciudades del mundo donde había estado o soñado que iba, entre él mismo y Nadia y esas caras en blanco y negro de las fotografías en las que era posible distinguir y enlazar no solo los hechos sino también los orígenes más distantes de sus vidas".


"No quiero alejarme tanto, vuelvo porque no me guía la mano caliente de mi madre y tengo miedo de perderme en esas calles desconocidas y abiertas por las que circulan automóviles negros".


"Estos relojes no sirven para medir un tiempo que únicamente ha existido en esa ciudad, no sé cuándo, en todos los pasados y porvenires que fueron necesarios para que ahora yo sea quien soy".

Muñoz Molina, Antonio, El jinete polaco, Editorial Planeta, 1997.

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