martes, 18 de octubre de 2011

A veces un Máster puede ser un Universo

Me levanto pronto y con ganas. Salgo a la calle y compro una antología de André Maurois que recoge Entre la vida y el sueño, Retrato de una actriz y El pensador de almas. Llevo leídas un par de páginas cuando me encuentro con este fragmento: "-El Universo -decía el astrónomo-, está terminado en el Espacio como en el Tiempo. Es curvo, y la luz, pasados unos millones de años, vuelve a sí misma. Está casi vacío. Imaginad que en el Grand-Palais no hubiera más que tres o cuatro motas de polvo, y tendréis así una idea de las distancias que separan, unas de otras, las estrellas en la Vía Láctea. Más allá, habría que recorrer miles de kilómetros para encontrar una sola mota de polvo". Eso me lleva a pensar que no todo está perdido en el Universo, aunque el mundo se agriete. Recuerdo que ayer conocí, en las clases disparatadas del Máster, a 60 seres bastante humanos, en poco más de una hora. No sé de ti y sé que no estás lejos. A veces un Máster puede ser un universo de supernovas luminosas. Nunca es tarde si te echo de menos a ti que no te conozco, y busco tu rostro en todos los pasillos que dan al aula. Hoy es siempre.

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