El frío cubre mi espalda. Días oscuros, ventosos, con el oso polar de la nieve acechando y en los que todo sabe a despedida. Alguien decía que el viento es torpe: el viento no sabe cerrar una puerta. Vuelvo en sueños a la vieja Algorta, y tu risa me acompaña, sigue siendo mía, y todo mi dolor se cura. Soy viento en tu Edén, tampoco sé cerrar las puertas.
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