Luminosa mañana de domingo en la que comienzo la lectura de Tarde o temprano (1958-2oo9), los poemas de José Emilio Pacheco que compré en una librería de Oviedo. Luego paseo matinal con mi hermano hasta El Parador, donde tomo café y hojeo la prensa. Ya de vuelta aún me acompañan los versos de La falsa vida: "Frágil perseguidor que eres tú mismo, / lo has obligado a ser, en guardia siempre, / el minucioso espejo que no olvida".
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