domingo, 17 de junio de 2012

Yo mismo

Me hago, rehén de mi pasión, con un umbral, Crónica de esa guapa gente (Memorias de la jet), y ya son 25 los umbrales que tengo en mi poder. Comienzo, perdido en mi laberinto, un nuevo libro de poemas bajo un título antiguo (lo viejo es nuevo todavía). Continúo también con Maneres de tar solu y Axuste de cuentes (en asturiano), y, quizá con más ilusión, La luna en el British Bar, único y azul, un ejercicio de mi memoria mientras todo te nombra. No tengo que rendir cuentas a nadie. Puedo hacer un ciento de libros al mismo tiempo, o no hacer ninguno. Soy libre de ser feliz y feliz de ser libre escribiendo, aunque a otros les parezca raro o inaceptable. Yo mismo me encontré frente a mí en una encrucijada, decía Ángel González. No somos quién para definir lo que la gente ve en nosotros, lo que les gusta o disgusta. Simplemente nos corresponde ser así e intentar hacer propósitos de mejorar cada día. Recuerdo ahora lo que pensaba Luis García Montero: "Al que es arisco, hay que decirle arisco". Y, al que es mentiroso, mentiroso, añado yo. Las cosas como son, haciendo balance hemos visto concursos miserables y poetas de luz contaminada. Hay personas frías o incandescentes, buenas o sin corazón donde caerse. El destino ya no es una excusa. Y mañana no será lo que un Dios, tomado por los vientos, quiera.

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