A María
Por fin te encontré
como un candil brillando entre la nada,
se decía el poeta.
Por fin te encontré
-me digo ahora-
mientras observo en tu frente el mundo entero.
Perdona si me pierdo algún beso.
Disculpa mi torpeza.
Tal vez necesite
que me prestes tu mirada,
deja el rumor de tus palabras en mi nuca,
déjame ser lo que quiera.
El tiempo de la dicha está en tus brazos,
por fin te encontré.
"No te marches", susurras.
No digas nada.
Me quedaré esperando en nuestra barra,
no tengo más deseo
que tenerte.
Por fin te encontré
vagando por las calles sin mañana
cálida, pequeña y dulce,
siempre con luz,
siempre iluminando sombras.
Esta noche te pienso
y las bocas me preguntan por tu nombre.
Por fin te encontré.
Gran final, gloriosa alusión a esa bandada de bocas preguntonas que a todos nos muerden a veces por dentro.
ResponderEliminarDefinitivamente el alcohol le sienta mejor a tu poesía que a tu estómago...