lunes, 7 de febrero de 2011

Otro día

Otro día claro. Paseo por la Calle Uría con cara de asombro y observo el sueño de la ciudad que necesita moverse. Después café matinal en el Dial (apunto: añadir a mi lista de cafés). El valor de escribir, pienso, como forma de entenderse pero en soledad. Bucear en la memoria. Abrir puertas. Cerrar heridas. Pasar páginas. Comienzo la lectura, lenta, de Mi abuelo, la admirable novela de Valérie Mréjen. Ganas de escribir algo similar sobre las ciudades. A última hora de la tarde, cuando se acerca la noche irreparable, y aunque me deje las manos yertas, la recibo como es costumbre con una de mis frases: "He colocado cristales en la entrada de casa por si viene la luna".

No hay comentarios:

Publicar un comentario