sábado, 17 de julio de 2010

Otra vida


Joven editor, traductor y ensayista pero, sobre todo poeta, Martín López-Vega (Po de Llanes, 1975) es autor de una prolífica y significativa obra que emplea tanto el asturiano como el castellano. Es su poesía suma de ciudad y símbolo, de recuerdo y realidad, de viaje y citas literarias, como nos demuestra en su antología bilingüe de poemas “Otra vida” (Prensas Universitarias de Zaragoza, 2008). En ella -son más de una treintena de poemas de deslumbrante hermosura los que llenan el libro- nos dice: “Pongo aquí los poemas a los que me sentí hoy más cercano”. Con el respaldo de la memoria construye López-Vega su dicha, pero también su verso. Muchos hablan de su infancia en Po o en Manhattan, como ocurre en “Ardillas”: “Vienen de la infancia, / las ardillas-aunque nunca las viera / correr por los prados de Po. / Descubrirlas después: en el parque; / de la mano de mi abuela; /en Manhattan. Guardan en los árboles, / como nueces, los deseos de los que miran / -y ya nunca se cumplen”. Encontramos de este modo al buscador de pérdidas o días (“Mar de Adra No llegué a ti por voluntad propia / Aunque esté solo Aunque ahora te hable / No te conozco Mar de Adra Ni me conozco”) o al minucioso lector que nos transporta a su mapa del mundo, a su mundo de fantasmas (“Viajé en el barco en que viajamos todos, / un navío repleto de fantasmas. / Fui amigo de Su Dongpo y de Wang Wei: / me ofrecieron su vino y continuaron la marcha”, dice en “Mar de Adra” y “Claude Roy”, respectivamente. En ese sentido la antología en cuestión es un colador de pasos y de sueños, de terrazas y de esperas con las menciones y homenajes incluídos a grandes autores de la literatura universal: Claude Roy, Omar Jayyam, Hilaire Belloc, Safo…Por este motivo y por cualquier otro que se les ocurra, “Otra vida” es un buen libro, un libro de libros, que vale más que cualquier biblioteca, porque tiene claridad y vivencias, y revela un rumbo exacto para el que no sirven ni la métrica ni el ornamento. Digamos que late aquí un esfuerzo por entender los difíciles enigmas de la existencia y una necesidad de explicarlos líricamente para aportar soluciones. Asomarse a cualquier poema es confirmar estas afirmaciones, como sucede en “Mañana de domingo en Braga” por nombrar uno: “el café puede tomarse / afuera, bajo los soportales, / mientras leo un periódico extranjero que nieva en la tierra de los míos” (…) “Todo cambia, para eso no hay cura. / Igual que la luz marcha, volverá la luz. / Tan solo que nosotros nunca volveremos”. Pero el que mejor ejemplifica el espíritu del libro es el que lleva por título “Dentro de las ciudades”: “Las ciudades no existen / no con los nombres con los que las conocemos / Helsinki Barcelona New York Oporto / Existe más bien / La ciudad de Arno Hulden / La ciudad de Marta ¿cómo se apellidaba? / La ciudad de Suzanne Vega” (…) “Ciudades en fin distintas Ciudades / apenas en una cosa se parecen / En todas ellas hay dos estaciones / La de los trenes reales / La de los trenes soñados / Las dos son iguales / Solo hay en ellas trenes abarrotados de fantasmas”. Un libro éste cuerdo y apasionado, lecciones sobre otra vida, otra lengua.








Martín López-Vega, Otra vida, Zaragoza, Prensas universitarias de Zaragoza, 2008.

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