viernes, 23 de julio de 2010

ÉL ESTÁ TRANQUILO, YO TAMBIÉN

Hojeo la poesía escogida de Mahmud Darwix (1966-2005) traducida por Luz Gómez García, que me regaló, en su día, García Martín. Casi todos los poemas son vitales o tienen algo pero, de entre todos, hay uno -contrariando a Rodrigo Olay- que yo prefiero, y me dice más que los demás. Se titula "El está tranquilo, yo también":

Él está tranquilo, yo también
sorbe un té con limón,
bebo un café,
es lo único que nos distingue.
Él lleva, como yo, una camisa holgada a rayas,
yo hojeo, como él, los periódicos de la tarde.
Él no me ve cuando miro de reojo,
yo no le veo cuando mira de reojo,
él está tranquilo, yo también.
Pregunta algo al camarero,
pregunto algo al camarero...
una gata negra pasa entre nosotros,
acaricio su noche,
acaricia su noche...
Yo no le digo: Hace bueno,
está despejado.
Él no me dice: Hace bueno.
Él es el observado y el observador
yo soy el observado y el observador.
Muevo la pierna izquierda,
mueve la pierna derecha.
Tarareo una canción,
tararea una canción parecida.
Pienso ¿es el espejo en que me veo?

Entonces le miro a los ojos,
pero no le veo...
Abandono el café aprisa.
Pienso: quizá sea un asesino, o quizá
uno que habrá pensado que soy un asesino.

Él tiene miedo, ¡y yo también!.



Mahmud Darwix, Poesía escogida (1966-2005), Pre-textos, 2oo8.

5 comentarios:

  1. De nada. Además, si él está tranquilo y tú estás tranquilo, yo también me quedo tranquilo.
    Un abrazo.

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  2. ¿Cómo que Rofrigo, Sevi? Tu quoque, fili mihi?
    Anda que...
    Pues eso, que me ha hecho gracia la cita.
    Un abrazo, Miguel Ángel (a ti no hace falta que te diga que ánimo con el blog). Otro para ti, Jose.
    R

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  3. Abrazos para ambos. Nos vemos en el antiguo Yuppi, para ver a la camarera (tan atrayente), y hablar de versos.

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