jueves, 22 de julio de 2010

Hermann Hesse

Como lector, siento una gran predilección por Hermann Hesse (1877-1862). Pero no como poeta, pese a sus esfuerzos -"Seré poeta o nada", decía- sino como novelista. Tanto es así que, en poco más de un mes, he leído la primera de sus obras de talento literario: Bajo las ruedas (hace, en ella, una descripción del sistema educativo), pero también sus archiconocidas Siddharta (sigue la forma de una fabulación hindú), Demian (cuyo éxito fue extraordinario), o, la que me resulta más interesante y contagiosa, El lobo estepario (síntesis de todas sus obsesiones a través de su protagonista, Harry Haller). En sus páginas traza cuadros apasionantes en los que mezcla la inspiración poética con la pictórica y musical, confluyendo la tradición del romantcicismo protestante de la Alemania meridional con su interioridad espiritual y natural de la experiencia vivida como en un sueño.
Varios de sus fragmentos me empujan, poco a poco, hacia la luz por su inesperada transparencia, y me reconcilian con el mundo. Dejo aquí uno de ellos:

"Abrí mi cuarto, mi pequeña apariencia de hogar, donde me esperaban el sillón y la estufa, el tintero y la caja de pinturas, Novalis y Dostoiewski, igual que a los otros, a los hombres verdaderos, cuando regresan a sus casas, los esperan la madre o la mujer, los hijos, las criadas, los perros y los gatos".
Herman Hesse, El lobo estepario, Alianza, 1978.

2 comentarios:

  1. Muy bien tu blog, amigo Miguel. Y muchas gracias por lo que dices de "Mudanza".

    José Luis García Martín

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias, Martín. En cualquiera de los casos, intentaremos mejorarlo.

    ResponderEliminar