sábado, 17 de julio de 2010

ECOS

Cuando ya es de noche caminas con ligereza, abierto a todo,
y la ciudad, que no duerme ni tiene sueño, camina contigo.
En ella se hace notar la secreta música del instante.
En ella moran, temblorosos, los amores
como un designio del viaje.
Hay en ella, de hecho, olores estratégicos en cada rincón,
unos cuantos cafés inagotables
con las puertas abiertas.
Ajenos turistas se acercan entre sí en otra parte
como si fueran piezas de ajedrez.
Un muchacho solitario mira la sigilosa luz de la luna
y los gatos efímeros cargan a su espalda la noche
como una melancolía trágica.
Quisiera de alguna forma oír tus pasos que ya no tengo.
Mas estas horas de la luna son ecos, momentos que ya no están.
Es demasiado tarde para revivir lo que me dijiste.

4 comentarios:

  1. Buen poema.
    Ya veo que has suprimido el aforismo: te vas manejando.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias. Uno se va defendiendo poco a poco...

    ResponderEliminar
  3. Nunca es demasiado tarde.

    Buen poema :)

    Saludos

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias, Saray. Me alegra que nos encontremos o nos perdamos por estos mundos.

    Un abrazo

    ResponderEliminar