Escribo para ti
y mis palabras
siempre temen y esperan.
Intento traer anchas avenidas
en un amanecer de intimidad.
Sí,
para que tú me oigas,
y acabe por nombrarte en un punto,
por dejarte flotando ante mis ojos.
Ya sueno un poco a ti.
Ya vienes un poco de mí.
Es obvio.
Para que tú me oigas mis palabras
se adelgazan devaluadas,
y amanecen contigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario