Nuestra charla, tal y como ha surgido, es como sigue. R.: ¡Eres un maníaco de los haikus! (con ironía). Yo: Me hace ser metódico. R.: Siempre que entro en tu blog veo: escrito hace10 minutos, escrito hace 1 hora... ¡no paras!. Yo: Lo hago por mí, no por el lector, me entusiasma hacer anotaciones (Risas). Puedes hacer un libro de haikus, dice. La mayoría de lo que he escrito lo borraré u olvidaré, añado yo.
A veces, las conversaciones del Lúpulo pueden ser muy productivas. Cuando me marcho del café recuerdo las palabras de Paul Morand: "Lo bueno que tienen los excesos es que se te llevan la memoria y, ante todo, la memoria de los excesos".
A veces, las conversaciones del Lúpulo pueden ser muy productivas. Cuando me marcho del café recuerdo las palabras de Paul Morand: "Lo bueno que tienen los excesos es que se te llevan la memoria y, ante todo, la memoria de los excesos".
Eso es, acabo de entrar en el blog de S. y veo que hace nueve minutos que publciaste esto.
ResponderEliminarYa te vale, piti.
;-)
R.
Muy bueno, Miguel Ángel.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con tu amigo R. Los haikus son la peor trampa de cualquier poeta. Es como una máquina de producir. Cada vez que veo a un poeta prometedor meterse a hacer haikus (y más cuando hay compulsión), me dan ganas de decirle: ¡Prohibidos los haikus! Son los enemigos de la autocrítica, la tentación de la escritura fácil. Es un virus a evitar.
ResponderEliminarLamento la vehemencia y meterme donde no me llaman.
Un abrazo.
Ya. Otro para ti.
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