viernes, 8 de octubre de 2010

Alrededores

Viernes ventoso. Cielo vasto y azul. Me dirijo a Mieres; leo riguroso en el café Carolina. Un hombre puede, si posee verdadera sabiduría, disfrutar del espectáculo completo del mundo en una silla, dice Pessoa. No sé. En los alrededores, con tristeza, la voz de un vacío; me marcho. Camino por las calles viendo la cara de los viandantes como si conociesen mi vida; luego una llamada de Laura me llena de claridad antes de que todo esté oscuro.

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