el capítulo de mi novela (La luna en el British Bar)
titulado "Un mundo inabarcable",
en las manos de un sueño.
Voy a guardar lo que espera la vida de mí,
las largas horas con Lorena en El Congreso,
libre de inquietudes,
con su conversación tomada por el aire,
y por la risa, que abre camino en la nieve.
Guardaré todo eso: un susurro
diciendo: Vaya pelos que tengo,
los instantes hablando de las viejas amistades
detrás de tanto mayo,
el camarero con una Heineken del tiempo
sin yo pedirla -es cuestión de gustos-,
y el paraíso que tengo enfrente
y el rumbo de las ocho de la tarde
y nuestra espera de un pasado imperfecto.
Ya ves, me pongo cursi.
Pero nunca voy a tener olvido de este día,
ni siquiera cuando todo acabe.
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