domingo, 13 de mayo de 2012

Amanecer (Oviedo)

El tren se ha detenido en la estación de una ciudad
cualquiera.

Tras los amorfos sueños grises de cemento, hay un
amanecer metálico y lechoso. Huele a café y a
corazón de lluvia.

Una mujer vende tabaco y periódicos del día con la
tinta fresca aún.

Voces. Rumor de pasos urgentes.

En los andenes, montones de viajeros y maletas.

Unos obreros suben al último vagón enormes fardos de
aburrimiento.

A lo lejos, un hombre pasa silbando una canción con las
manos hundidas en los bolsillos de la chaqueta.

Cuando el tren se va por fin, su silbido queda clavado
en el corazón de la ciudad como un cuchillo.

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